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• Aemond Targaryen

Autor/tumblr: idkyetxoxl

Aemond Targaryen - El Arte de la Persuasión

Resumen: Una mujer decidida usa su encanto estratégico para ganarse el favor del poderoso Príncipe Regente. Se mueve en una delicada combinación de influencia e intimidad, con el objetivo de transformar su tensa relación en una poderosa alianza, mientras explora los límites de su deseo mutuo.

Pareja: Aemond Targaryen x lectora

Advertencias: Contenido sexual (¡obsceno!)

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Aemond Targaryen, ahora reinando como Príncipe Regente y Protector del Reino debido a las graves heridas de batalla de su hermano, inspira respeto en todo el reino. Sin embargo, permanece soltero, un vacío notable en su vida.

El destino quiso que necesitara una esposa, y yo estaba disponible.

Tamborileaba con los dedos sobre mi taza de té; el líquido tibio me quemaba las yemas de los dedos con la porcelana. Sumida en mis pensamientos, reflexioné sobre las muchas maneras de convencer a Aemond de que se casara conmigo.

Como hija de Jasper Wylde, pasar tiempo en el castillo no era inusual para mí; prácticamente crecí rodeada de Aegon, Aemond y Helaena. Mi familiaridad con los hermanos reales era un arma de doble filo.

A diferencia de Aegon y Helaena, a Aemond nunca le caí especialmente bien. Su comportamiento era a menudo egoísta e insoportable, un rasgo que solo se intensificó después de que reclamara a Vhagar. Nuestras interacciones se volvieron cada vez más tensas a medida que envejecíamos, creando un abismo entre nosotros.

A pesar de esto, no podía ignorar la oportunidad que se me presentaba. Casarme con Aemond aseguraría mi posición y me otorgaría una influencia única en el reino. La perspectiva era demasiado importante como para ignorarla, y necesitaba encontrar la manera de salvar la brecha que se había abierto entre nosotros.

El comportamiento frío y el orgullo de Aemond representaban un desafío, pero estaba decidida. Tendría que apelar a su sentido del deber y su ambición, tal vez incluso encontrar puntos en común en nuestra historia compartida.

Dejé mi taza de té, me levanté y me alisé el vestido. Mi mirada se dirigió rápidamente hacia donde estaba Aemond, con un pergamino en la mano, rodeado de concejales que parecían andar con pies de plomo a su alrededor. Su intensa concentración y su imponente presencia llenaron la sala, un recordatorio del poder que ejercía.

Me aflojé el brazalete de la muñeca y caminé hacia él con confianza. Justo al llegar a su altura, choqué con su silla, tropezando ligeramente y dejando caer la delicada joya.

Los concejales me miraron con expresiones que mezclaban curiosidad y fastidio, pero no les presté atención.

Me agaché, manteniendo el contacto visual con Aemond. Mi escote estaba a la vista al recoger el brazalete.

T/N: Disculpas, su excelencia– susurré, agarrando el metal en mi mano.

Me miró a los ojos, luego al pecho; su mirada se detuvo demasiado tiempo antes de asentir, con un gruñido de desdén escapándose de sus labios. Me enderecé y me alejé sin mirar atrás.

Este encuentro, aunque breve, fue un paso adelante. Había captado su atención, y ahora necesitaba mantenerla. Cada momento con Aemond sería una oportunidad para cambiar su percepción de mí, para transformarme de una simple conocida de la infancia en una posible compañera digna de estar a su lado.