trece - 1923

222 37 20
                                    

trece – 1923

            Un par de días después, Harry se mantuvo retorciéndose y girando en su cama.

El sudor le corría como un río que va desde su frente, inundando su uniforme blanco y haciendo su piel pegajosa. Su cabeza estaba martillando, con los latidos de su corazón resonando en sus oídos. Durante el último par de días, ha estado teniendo pesadillas; horribles, terroríficas pesadillas que lo atormentaban durante todo el día. Soñaba con escenarios muy realistas, como Louis siendo encerrado en las duchas con otros seis hombres abusando de él y Harry golpeando la puerta y no siendo capaz de entrar y salvarlo. En otra ocasión, soñó con lo que podría haber sucedido si no hubiera irrumpido en la oficina del doctor hace una semana, si no se hubiera dado cuenta de que Louis había estado allí, lo que el hombre podía haberle hecho a su chico. Y deseaba no soñar con eso de nuevo.

Harry nunca se dio cuenta de por qué se pintó la cara como si fuera una calavera; sin embargo, él sabía que representaba como se sentía por dentro: muerto. También creía que ahora parecía repulsivo, lo suficiente aterrador para al menos proteger a su bebé de aquellos hombres psicóticos y mujeres, y en general del resto de la institución. Su bebé, su Louis; cada noche, lo revisaba para ver si se encontraba bien, aunque había una pesada, puerta de metal aislándolos del resto del mundo; no había ninguna llave deteniéndolos. Sin embargo, Harry todavía tenía preguntas que necesitaban ser contestadas.

—¿Lou? —susurró Harry con voz entrecortada—. Lou, ¿estás despierto?

Su chico había estado un poco apagado el último par de días, los efectos de la descarga eléctrica estaban desapareciendo. Su hermosa, piel bronceada estaba más pálida que de costumbre, con negros círculos bajo sus ojos, negándose a hablar con Harry cada vez que se despertaba. Había perdido la mayor parte de las comidas, y sólo comía cuando Harry le traía algunas de las sobras. No obstante, Harry se levantó de su cama y fue a sentarse sobre la de Louis, sin importarle en absoluto si sus acciones parecían inapropiadas. Sus dedos comenzaron a acariciar el cabello de Louis mientras el chico más joven estiraba sus extremidades relajadas.

—Mi dulce cielo... —susurró Harry con asombro, inclinándose para besar la frente de Louis, sus pestañas revolotearon ante el toque—. Mi hermoso cielo, bebé, mi bebé-

—P-Por favor -—escuchó a Louis lloriquear—, p-por favor no, y-yo no h-hice nada, lo juro, n-no me c-castigues Harry, ¡p-por favor! — gritó en agonía, con los ojos todavía cerrados, pero ahora cerrados con fuerza, como si él no quisiera enfrentarse a su compañero de cuarto. Harry no podía entender por qué Louis estaba gritando estas cosas- ¿era debido a la pintura de su rostro? Pero Harry siempre se lavaba en el baño antes de entrar en su celda por la noche, sólo porque no quería perturbar a su bebé por su apariencia.

—¡No, no me toques! —continuó gritando Louis , lo suficientemente alto como para que Harry retrocediera contra la otra pared, con miedo de hacer cualquier cosa que pudiera hacer que Louis se volviera aún más loco. Hubo un largo y espantoso silencio hasta que Louis volvió a hablar, abriendo los ojos y dándose la vuelta en la cama, en la dirección en la que Harry estaba parado contra la pared—. ¿H-Harry? —preguntó, con la voz quebrada y sonando tan adorablemente roto—. Harry, no, no te vayas, ven aquí, Harry, yo- yo-

Y fue repentinamente claro para Harry; su hermoso, roto y misterioso bebé lo necesitaba, así que eso es lo que hizo. En menos de un segundo, estaba justo al lado de la cama de Louis otra vez de rodillas, tratando de calmar a su chico— Oh, no, no Lou, no, yo no me voy, Lou, no —podía sentir las manos de Louis corriendo por su cabello rizado, asegurándose de que no podía perderlo—. No lo voy a hacer, te lo juro, no me voy a ir.

Sweeter Than Heaven |l.s.| EspañolWhere stories live. Discover now