Capitulo 23

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Julian cerró los ojos relajado. Siempre le había calmado darse un buen baño y, en la gran bañera del hotel, parecía tranquilizarse más rápidamente. Removió un poco el agua con la mano sana y olvidándose que tenía la otra vendada, la sumergió también, inconscientemente; sacándola tan rápidamente como había entrado en el agua. Abrió los ojos de golpe y se incorporó molesto y preocupado. ¿Qué explicación le daría a Kei si se daba cuenta de que la había mojado? ¡Y se lo había advertido! Farfulló algo sin mucho sentido y se deslizó nuevamente, permitiendo que el agua le cubriera hasta la barbilla. Bueno, ya no tenía remedio, ya trataría después con lo que sucediera. Aún así, no volvió a meter el brazo en el agua.

Suspiró pero no cerró los ojos. Levantó un poco la cabeza y contempló el techo blanco, como recién pintado, que se extendía sobre él. El calor era agradable y el olor a jabón era una caricia para sus sentidos. Pero todo ello no hacia que se olvidara de Kei. Sí, Kei, quien parecía estar grabado en sus pensamientos, sujeto a su mente. Siempre había conseguido borrarlo todo, dejar la mente en blanco, desconectar, pero con Kei era imposible. No negaría que había momentos en los que deseaba matarlo —vale, la mayoría de las veces—. Era cruel, cínico, manipulador, dominante, arrogante... pero también podía ser dulce; claro que no recordaba ningún momento en ese instante y, lo protegía, de alguna forma, siempre estaba a su lado cuando lo necesitaba. Era imposible que no tuviera corazón y luego estaba el problema de cuando lo tocaba. Conseguía que con un solo roce perdiera la razón completamente. Su piel parecía fuego... y sus ojos... aquella mirada firme y penetrante, capaz de tragarle y hundirle en la profundidad de aquel abismo negro... y su cuerpo... pálido, bien formado, perfecto... Julian recorrió con la mente cada línea de la parte del cuerpo desnudo de Kei que había visto, cuando salía de la ducha, aún mojado, con las gotas deslizándose por el cuello, bajando lentamente por sus hombros y rozando con delicadeza sus pezones...

¿Eh? ¿En qué estaba pensando? Se incorporó bruscamente y sintió una punzada en su pie herido. Julian se tocó la cara y comprobó que no era el agua lo que parecía haber aumentado de temperatura.

—¡Oh! ¡Fantástico! —exclamó avergonzado, observando la parte del torso que sobresalía de la espumosa agua. Los pezones estaban rígidos y, para su consternación, no era lo único que lo estaba. Un incomodo cosquilleo le recorría toda la ingle—. ¡Perfecto! —inquirió Julian frustrado.

¡No era posible! No podía ser cierto... Su cuerpo no podía reaccionar de esa forma solo por pensar en Kei. ¡Solo por eso! Era todo tan bochornoso... solo estar al lado de Kei, junto a todos sus amigos que conocían sus sentimientos era bastante extraño.

Julian dejó escapar un lamentable suspiro y se incorporó un poco. Se planteó la posibilidad de abrir el grifo del agua fría. La idea de masturbarse en la bañera, con Kei y sus amigos justo en la habitación de al lado no era muy alentadora. Aún así, sumergió la mano sana en el agua y acarició el miembro erecto con torpeza. Se sentía estúpido, avergonzado pero no negaba que deseaba a Kei. Sí, por muy mal que lo tratase, lo humillase e insultase, lo quería y deseaba su cuerpo. No podía evitar preguntarse como sería hacer el amor con Kei, sentir sus largos dedos recorriendo todo su cuerpo, la calidez de sus labios, la fuerza de su cuerpo... No, no podía seguir pensando en él. Sacudió con fuerza la cabeza como si pretendiese alejar los pensamientos de esa manera y se encogió en la bañera, acelerando el ritmo de su mano hasta que sintió que estallaba, eyaculando con fuerza sobre el agua.

Se dejó caer torpemente, hundiéndose en el agua.

—¿Y piensas quedarte ahí después de eso? —preguntó una voz divertida detrás de Julian.

El muchacho, sorprendido y asustado, se incorporó tan bruscamente que se le antojó una escena cómica. Se apoyó contra la pared y miró a Kei directamente a la cara. Éste le miró unos instantes, devolviéndole la mirada fría que siempre bailaba en sus ojos, antes de perder interés por su rostro y comenzando a descender la mirada por su cuerpo desnudo.

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora