Capitulo 38

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            —¿Eh?

            Julian trató de soltarse de Kei sin éxito. Sentía el calor de sus mejillas con intensidad y la mano libre del chico rubio descendió desde el inicio de su espalda hasta alcanzar sus nalgas, deteniéndose cruelmente hasta introducir los dedos en la abertura del culo, a través de los pantalones. Julian dio un respingo.

            —¿Te duele?

            —N... No...

            No era del todo mentira, aunque aún le seguía escociendo cuando hacia un movimiento brusco. Deseó apartar la cabeza, azorado, pero los dedos que aún seguían aferrados en sus cabellos se lo impedía.

            —¿En serio? —Julian agradeció no poder ver la expresión que Kei tenía en ese momento—. Adelante, continúa.

            —¿Qué...?

            La mano que Kei mantenía en sus nalgas hizo presión, pegando el cuerpo de Julian al suyo. Julian contuvo la respiración.

            —Había algo más que querías decir, ¿verdad?

            Julian siguió manteniendo la respiración hasta que no pudo aguantar más y dejó escapar el aire con un sonido extraño.

            —Yo...

            Era difícil pensar en ese momento.

            —¿Sí?

            —¿Estás enamorado de Nathan?

            —¿Y si lo estuviera?

            Aunque la realidad siempre le recibía de golpe, impasible.

            —¿Te molesta que se fuera por mi culpa?

            Hubo un silencio eterno en el que Julian sintió que se moría, permaneciendo quieto, disfrutando de la apremiante y dolorosa proximidad del chico rubio.

            —¿Tu culpa? —Kei hizo una pausa y se apartó de él, haciendo que Julian sintiera frío de pronto—. No hay forma posible en la que tú pudieras hacerle marchar.

            El chico rubio volvió al sillón y se sentó con una gracia regia que nunca le había visto hasta ese momento. Julian apretó con más fuerza los puños y los mantuvo bien pegados al cuerpo. ¡Siempre defendía a Nathan! Lo odiaba, lo quería... no importaba cual de los dos sentimientos impregnaran a Nathan en la mente de Kei; parecía que sólo él tenía cabida en su cabeza. Apartó la cabeza de mal humor, tratando de ignorar las molestas punzadas del pecho.

            —Nathan... siempre Nathan —gruñó en un tono apenas audible pero cargado de resentimiento.

            Estaba siendo infantil, pero le daba igual. Tan egoísta le convertía el deseo de querer a Kei sólo para él? En qué le convertía querer que Kei sólo pensara en él, que durante los instantes separados fuera él su único pensamiento? En qué le convertía todo eso a pesar de que él no servía para nada y Nathan le demostraba su amor siendo su apoyo, su fuerza y lo había sacrificado todo por él? No había forma de competir contra algo así... aún así seguía deseando lo mismo.

            Deprimido, Julian dobló la espalda y se inclinó hacia delante.

            —Los celos —dijo Kei desde el sillón—, son una nueva faceta tuya.

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora