Capitulo 31

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Desde que habían entrado, Julian sólo había conseguido ver a Kei por la ventanilla del segundo coche, justo cuando el primero se detuvo frente a la casa y Kei salió de él, junto a Rykou y entraron acompañados de Víktor y Nathan. Le molestaba que hubieran absorbido toda la atención del chico rubio hacia ellos, alejándolo de él y, aunque se habían preocupado de averiguar si estaban heridos o darles de comer y conducirlos a sus habitaciones, Julian sentía un vacío en el pecho.

            — ¿Vas a sentarte?

            Julian giró la cabeza. No era el único que se había negado a permanecer dentro de la habitación asignada. Ninguno de los amigos de Kei lo había hecho, prefiriendo permanecer lo más cerca de éste, aunque sin invadir una privacidad que él mismo había pedido al entrar en el coche junto a Víktor, Nathan y Rykou. Todos ellos se mostraban intranquilos, o, al menos, Julian podía leerlo en sus expresiones pese a que ninguno decía nada ni se movía, permaneciendo de pie, apoyados en la pared, o simplemente sentados en las sillas improvisadas.

            — ¿Estará bien? —se atrevió a preguntar, esperando que cualquiera de ellos le diera una respuesta afirmativa pese a saber que en realidad ellos sabían tanto como él.

            —Es Kei —Oshi le sacó la lengua—. Nada por lo que preocuparse.

            —Pero las heridas... ¿Y quién es Viktor?

            Isi se encogió de hombros, tal vez respondiendo por todos.

            —Quien sabe. No parece que sea aliado de Alexander, así que supongo que esta bien.

            — ¿Y si le ocurre algo dentro?

            —Relájate un poco, Julian —le aconsejó Kevin, levantando la cabeza para mirarle—. Si hubiera habido una pequeña amenaza, Rykou no hubiera permitido que Kei entrara solo con ellos en la habitación.

            — ¡Eso, eso! —aceptó Oshi—. Además, Rykou está dentro. Una sola mirada y seguramente se convertirán todos en piedra.

            Isi se permitió reír, pero el ambiente, pese a que Oshi trataba de ser natural, era demasiado tenso. Julian asintió con la cabeza, poco convencido y siguió paseándose, admirando la aparente sangre fría de los demás, que podían permanecer firmes y serenos aunque hubiera un volcán en erupción en su interior.

            — ¿Y Nathan? —estalló repentinamente, recordando el beso con rabia— ¿Por qué ha entrado con ellos?

            —Es evidente que conocían a Nathan —razonó Kevin una vez más, haciendo alarde de serenidad, quien no hubiera dudado en matar al ruso durante su huida de la casa de Alexander.

            —Pero puede ser peligroso para Kei, ¿verdad? —insistió deseando abrir la puerta e irrumpir en la habitación donde Kei se encontraba. Quería saber lo que estaba ocurriendo, si estaba bien, y la espera solo le producía ansiedad. ¿Cuántas horas llevaban dentro?

            —Quien sabe...

            Julian miró a Daiya con rencor y trató de serenarse.

            —Voy... voy un minuto al servicio.

            Se giró y caminó con prisa en busca del cuarto de baño. Tardó un rato en recordar donde le habían indicado que se encontraba y cuando finalmente se encerró en él, apoyó las manos en el lavabo y se miró en el espejo.

            Se aspecto no era tan desastroso como al llegar, después de casi dos días en la casa de Alexander, pero aún tenía las negras ojeras bajo los ojos y el pelo demasiado rebelde como para conseguir domarlo. Se llevó una mano a la cabeza y trató de arreglárselo, desistiendo rápidamente, con un suspiro apagado. ¿Qué estaba haciendo? ¿De verdad creía que podía hacer algo si hubiera entrado con Kei? Él no era como Rykou, quien parecía ser su amigo más cercano..., ni como cualquiera de sus compañeros, que, sin ninguna duda, serían muy capaces de protegerlo y ayudarlo, no importa cual fuera la situación..., ni, por supuesto, como Nathan, quien, de todos, parecía ser quien más le conocía... su primo, y a quien Kei parecía tener algún tipo de especial cariño... ¿Y qué significaba eso? No... ¿Qué significaba él para Kei?

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora