Capitulo 26

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—¿Eh?

            Julian miró a Kei con la boca abierta, sorprendido por el extraño giro que habían dado los acontecimientos. Alzó las manos aún unidas por la camisa para secarse la cara, pero al darse cuenta de lo que iba a hacer, volvió a bajarlas.

            — ¿Cuánto crees que vales? — insistió Kei, sin borrar la sonrisa burlona de los labios. Sus ojos brillaron expectantes al hacer la pregunta, tal vez aún más divertido al saborear la posible respuesta que Julian podría darle.

            Julian, sin embargo, palideció.

            — ¿Eh?

            — Vamos, idiota, ponte un precio. ¿Cuánto crees que puedes valer?

            Julian continuó mirándolo embobado, intentando reordenar los pensamientos de todo lo que había sucedido y que había dado lugar a la nueva situación en la que se encontraba. ¿Ponerse un precio? ¿Qué Kei lo comprara? ¿Y qué significaba eso? Un sudor frío le recorrió la espalda y tragó con dificultad.

            — Yo... — susurró en un hilo de voz apenas audible.

            — Vamos, no tengo todo el día, nenita. Un precio. No será tan complicado... ni para ti, ¿verdad?

            — No sé... — murmuró Julian cohibido, buscando una salida.

            — ¿Qué no sabes? ¿Cuánto vales?

            El sudor comenzaba a cubrirle completamente. Julian se frotó las manos inquieto. Ya tampoco sabía a donde mirar. Seguir contemplando la sonrisa de Kei le inquietaba y temía sumergirse en su oscura mirada..., pero observar el cuerpo medio desnudo del chico rubio era aún peor y más peligroso, así que se limitó a mirar los cuadros oscuros del edredón.

            — Yo... no...

            — ¿Quieres que te ayude? — se interesó Kei con mofa. Julian abrió al boca para protestar, pero no lo suficientemente rápido. La lengua viperina de Kei era más veloz que su garganta seca y los nervios que lo cubrían completamente —. Siendo honestos no vales mucho — ¿Por qué se había temido algo así? —. Físicamente no eres gran cosa. Muy delgado, esmirriado. Tu cara es vulgar, salvándose únicamente tus ojos, pero como te pasas el día llorando... y ni si quiera posees unos atributos dignos de mención. Y si quieres que comencemos a hablar de tu personalidad...

            — No hace falta — susurró Julian, armándose de valor para no seguir escuchando la opinión real que Kei tenía de él. Era traumatizante oír de la boca del chico del que estaba enamorado, lo poca cosa que era.

            — Bueno, para qué hablar de personalidad, si en realidad no tienes. Eres una mezcla de nenaza llorona, que no es capaz de hacer nada por sí mismo y un idiota que disfruta mientras lo humillan... Ah, es verdad, que te gustaba el sado...

            — No es verdad... — gimoteó Julian levantando la cabeza avergonzado, arrepintiéndose al ver como Kei ensanchaba la sonrisa burlona, satisfecho.

            — Un precio — exigió Kei, acercándose un poco hacia la cama.

            Julian bajó la cabeza otra vez, nervioso, sin atreverse a mirarlo a la cara.

            — No se de qué me hablas — murmuró asustado.

            — Ya te lo he dicho. Ponte un precio. Te compraré. ¿Cuánto vales?

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora