Capitulo 27

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Kei salió de la habitación y miró a sus amigos con una expresión que podía adivinar en cada uno de los rostros de los chicos que le miraban. Incluso Oshi había dejado de reír y lo miraba con precaución. No necesitaba decir nada. Isi había sido el encargado de permanecer con él y ya habría informado a los demás de lo ocurrido. Él no tenía secretos para ellos. Había dejado de tener intimidad desde que sus padres murieron y con ello murió el recato, la vergüenza y la inseguridad. Aunque a lo demás debía agradecérselo a sus familias... siempre tan dispuestas a forjar una parte de lo que se había convertido.

Suspiró en silencio y se permitió relajar el cuerpo apoyándose en la puerta de la habitación. No necesitaba intentar escuchar para saber que Julian estaría llorando dentro. Ese pensamiento hizo que volviera a enfurecerse y tuvo que luchar contra sus emociones para no demostrarlo. ¿Ese maldito crío iba a conseguir alterarlo de ese modo? Miró fijamente a sus seis compañeros. Kevin se encontraba un poco apartado del resto. Había sido su última adquisición, el único que se mantenía a su lado porque él se lo había ordenado. Ninguno de ellos abriría la boca... no, sí, uno lo haría.

—Esto pasaría... —soltó Rykou, levantando las manos para expresarse y sorprendiendo a los demás que lo miraron con caras de asombro. Sólo Kevin se mantuvo al margen, una vez más, y él, que se limitó a mirar a su amigo.

Rykou le devolvió la mirada sin vacilar.

—¿Intentas decirme algo? —murmuró sin emoción.

No estaba de humor para la actitud sobreprotectora de Rykou y sabía que el tema sobre Julian sólo sería un aperitivo antes de estallar con lo verdaderamente importante... Lo importante. ¿Qué demonios hacia jugando con un niño cuando tenía problemas de adultos que atender? Siguió mirando a Rykou.

—Te lo dije en una ocasión. Ya lo advertí —Kei enarcó una ceja y Rykou vaciló, sólo unos segundos antes de continuar hablando—. Nunca debiste traerlo con nosotros. ¡Mira lo que ha conseguido!

—Eso no lo matará —soltó el asesino.

Kei miró de reojo a Kevin. No, claro que eso no lo mataría. Él lo sabía perfectamente. Y Kevin también. De alguna forma, el extranjero era mucho más parecido a él que cualquiera de los que se encontraban allí; aquellos a los que consideraba sus amigos.

—¿Dónde están Nicolé y Francis?

Todos se pusieron tensos. ¿Así que no los habían encontrado? Era de esperar. De todos los que tenía frente a él, sólo Rykou sabía que esos dos chicos sólo se dejarían encontrar si ellos querían ser encontrados, pero aún así les había pedido que los buscaran y generalmente no era indulgente cuando no se conseguía lo que él pedía.

—No los hemos encontrado —soltó Rykou, haciendo de portavoz de los demás.

Kei lo fulminó con la mirada.

—¿Y por qué no seguís buscándolos?

Todos volvieron a ponerse tensos y Daiya e Isi retrocedieron. ¿Había bajado la voz? No lo había notado. Estaba demasiado cansado. Debía controlarse.

—Es una pérdida de tiempo. Nos tenemos que marchar, lo sabes. Será mejor que mandemos a Julian a casa y...

—No.

—¿Qué? —Rykou había perdido los nervios—. ¡Ese crío es sólo un problema para ti! ¿Cuánto tiempo más vas a seguir soportando su egocéntrico egoísmo? ¡Es un peligro para ti! ¡Mira la situación en la que se encuentra! ¡Es...! Si querías un amante debiste escoger a uno de nosotros. Te dije que...

—Sí, cierto —le cortó Kei bruscamente, apartándose de la puerta—. Se me olvidaba que cualquiera de vosotros sería una puta perfecta para mí, ¿es eso? —Nadie dijo nada. Claro que se convertirían en sus amantes si él lo pedía. ¡Y por supuesto que sabrían satisfacerlo mejor que el idiota de Julian! Eso sabría hacerlo cualquiera. ¿Pero por qué demonios no podía simplemente considerarlos sus amigos? Caminó despacio, de forma casual y con las manos en los bolsillos hasta donde se encontraba Oshi, con el rostro preocupado, ¿tal vez por Julian? Y, antes de que ninguno sospechara lo que iba a hacer, deslizó los brazos por el cuello del japonés y hundió su cabeza en su cuello—. Quizás tengas razón —siseó, mirando de reojo a Rykou, con una media sonrisa en los labios—, tal vez debería escoger a Oshi como mi amante...

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora