Capitulo 40

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            Julian miro a Kei con los ojos muy abiertos y cierta ansiedad mientras éste se levantaba y se llevaba distraídamente una mano al pecho, donde las vendas estaban cada vez mas manchadas; después bajó la mirada y sin dejar de sonreír le tendió una mano.

            Julian miró la mano sobre su cabeza unos segundos antes de volver a mirar al chico rubio.

            —Vamos, levántate —sacudió la mano frente a su cara—, no muerde.

            Julian apartó la mirada. Le palpitaban con fuerza los labios y la parte herida le escocia.

            —Ya... —murmuró

            Aceptó la mano y dejó que Kei empujara de él y le ayudara a levantarse.

            —Así que me odias, ¿eh? —preguntó Kei divertido.

            No... Julian lo miró resentido, unos segundos antes de volver a apartar la mirada.

            —No...  no me refería a eso...

            La sonrisa burlona de Kei desapareció lentamente y suspiró cansado.

            —Ser''ia mejor si te limitaras a odiarme —Julian lo miró horrorizado y abrió la boca para protestar, para tratar de explicar a lo que se había referido si era necesario, pero cuando Kei bajó la mano que seguía sosteniendo y la soltó, dándole la espalda, Julian no fue capaz de pensar en una manera de hacerlo—, mejor para los dos.

            Kei se alejó hasta una mesa al fondo y recogió algo que Julian no llegó a ver y lo guardó antes de girarse y volver hasta donde él permanecía inmóvil. Julian siguió todos sus movimientos con la mirada, sintiendo un extraño nudo en la boca del estomago. Estaba nervioso, asustado y no entendía muy bien que había pasado tan solo hacía unos momentos. ¿Kei estaba enfadado? Al final todo lo ocurrido le había dejado un raro sabor agridulce, algo que le producía mayor inquietud. ¿Y de verdad ahora creía Kei que lo odiaba? La sola idea le espantaba. Sí, odiaba muchas cosas, detestaba muchas más, pero odiarle...

            —Kei... —llamó en un hilo de voz, ocurriéndosele de pronto—, lo de antes...

            —¿Lo de antes?

            Por un momento la voz de Kei se endureció y Julian vaciló.

            —En realidad sí hay algo que quiero de ti...

            Kei enarcó una ceja y se cruzó de brazos.

            —¿Y qué es?

            Julian se encogió.

            —¿Si te lo pido me lo darás?

            Kei bufó.

            —No.

            Julian lo miró sorprendido.

            —Pero... —abrió la boca varias veces y la cerró otras cuantas más hasta que bajó la cabeza en silencio.

            Durante unos minutos interminables, Julian creyó que Kei se marcharía sin decirle nada, pero casi dio un salto de la impresión cuando notó la mano del chico rubio sobre su cabeza.

            —Si quieres sexo, no estoy en condiciones, aunque como me odias...—hizo una pausa significativa y Julian lo miró molesto. ¿Iba a condenarle por algo que había dicho en un momento de rabia fuera de contexto? Pero no esperó tener que enfrentarse a los brillantes ojos oscuros de Kei, observándole. Bajó rápidamente la cabeza, intimidado—, no creo que te importe mucho que me desangre.

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora