Capitulo 36

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            Nathan dejó que la puerta se cerrara a su espalda y desvió la cabeza hacia la derecha. Había percibido su presencia mientras se acercaba desde el pasillo y se había detenido fielmente al lado de la puerta entreabierta.

            —¡Qué sorpresa! —dijo, mirando el perfil de Kevin, el perro guardián que Kei le había asignado para vigilarle—. Comenzaba a preguntarme dónde estarías, ¿olisqueándole el culo a otro de tus compañeros? ¿O era tu culo el que era olisqueado?

            El perro no se movió. Siguió en la misma posición, sin apoyarse en la pared, con la espalda erguida y la mirada al frente. Nathan ladeó la cabeza para mirarle mejor, bajando los ojos de su cabello, por su cuello desnudo, sus brazos a ambos lados, sus manos sin llegar a cerrarlas en un puño y deteniéndose en la largura de sus piernas. Después levantó la cabeza hasta el perfil de su rostro. Seguía sin inmutarse.

Nathan bufó.

Por un momento, dentro de la habitación, junto a Kei, antes de que el pequeño e inservible gatito hubiese intervenido, cuando lo había oído moverse hasta allí, había considerado la opción de invitarle a unirse a la fiesta.

—¿Te has vuelto un chucho mudito? —Imperturbable. Ni siquiera mostraba una debiolidad con el uso del lenguaje corporal; las manos en la misma postura, la cabeza erguida, la espalda tiesa y la mirada al frente. Salvajemente dócil y eso le provocaba—. Venga, inténtalo —insistió, fijo en su expresión—, di Gua, Gua. ¡Oh! ¡Qué insensible por mi parte! —Se acercó lentamente al perro guardián y se detuvo a escasos centímetros de su cuerpo, frente a él—. Pedir que hagas algo sin sacar primero la recompensa —Torció el gesto en actitud pensativa, llevándose la mano a la cabeza—, ¿qué hace Kei en estos momentos? ¿Os da un hueso? ¡Galletitas para perros! ¡Debe ser eso! ¿Tienes alguna marca favorita?

Lentamente la mirada de Kevin se enfocó en él, sin cambiar la expresión, sin cambiar la postura; únicamente un leve cambio en el dilatamiento del iris. Pero no habló y mucho menos ladró. Nathan observó su mirada un rato, en silencio, preguntándose durante cuanto tiempo sería capaz de aguantar la mirada sin vacilar.

—O tal vez os da algo diferente para comer... ¿te acaricia la colita como recompensa?

Sin apartar los ojos, acarició la ingle de Kevin, rozando deliberadamente su sexo con la mano a través del pantalón.

Kevin no vaciló.

—¿Qu''e ocurre? —dijo al fin, sin mostrar mayor tensión que la de un ligero parpadeo.

—¿Oh? ¿Te molesta?

—¿Si digo que sí, apartarás la mano?

—¿Y si decido no hacerlo?

Durante un momento, los dos mantuvieron una conversación con los ojos, en silencio y para diversión de Nathan, Kevin era un gran jugador.

—Entonces, tendré que quitarla yo.

—¿Cuál es el problema, perrito? ¿No debería ser tu obligación obedecer ciegamente a tu amo? Deberías estar agradecido de que pierda mi tiempo jugando contigo —Nathan inclinó la cabeza—. ¿Qué debo hacer para que comiences a menear el rabo?

Desde esa altura, con la cabeza inclinada, sus ojos quedaban justo a la altura de los de Kevin. La velocidad de las acciones del perro eran admirables; incluso él tenía que reconocerlo. No había visto llegar su mano hasta que ésta se cerró alrededor de su muñeca, fuertemente agarrada y la apartó de su cuerpo con facilidad. Nathan no apartó la mirada.

—¿Qué debo hacer? —siseó Kevin con una voz extrañamente tranquila—. No reconozco por aquí el rostro de mi amo.

Nathan ladeó juguetonamente la cabeza.

Cuando habla el corazón (chico x chico)Where stories live. Discover now