Capitulo 43

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            Julian corrió por el aeropuerto, tropezando en varias ocasiones y sin prestar atención a las miradas de curiosidad y recelo que le dedicaban, unos más descaradamente que otros, incluso deteniéndose a observarlo, mientras él se ubicaba entre el velo de lagrimas que era incapaz de detener.

            Tenía que hacer algo... algo...

            En ese momento creyó ver a un hombre vestido con los uniformes de seguridad y sintió pánico; buscó con la mirada un lugar rápido donde esconderse y se escabulló detrás de una fila de asientos de plástico duro. Una niña sentada al lado de su madre se le quedó mirando, pero Julian la ignoró y trató de ver al guarda que pasaba cerca de allí con pasos presurosos.

            Podía ser un guarda de seguridad de verdad... o podía no serlo.

            Julian pensó en Kevin y se mordió el labio con fuerza hasta que saboreó la sangre y se llevó desesperado la mano a la cara.

            Hacer algo... ¿pero qué? ¡Ni siquiera sabía cómo llamar a la policía en ese país! Y no podía confiar en nadie del aeropuerto que vistiera traje de oficial ya que los hombres de Alexander iban vestidos de la misma manera. Julian levantó la cabeza y miró a la niña que seguía mirándolo. Había comenzado a mover las piernas, balanceándolas sin que llegaran a tocar el suelo. Su madre, a su lado, le lanzó una rápida mirada de refilón mientras seguía hablando por teléfono, bastante acalorada en una discusión que Julian no entendía. ¿Y si alguien le ayudaba? ¡Eso era! Sólo tenía que pedir que llamaran a la policía y podría salvar a Kevin y avisar a Kei y los demás antes de que fuera demasiado tarde.

            Mucho más animado, Julian se secó las lagrimas con la manga de la cazadora y se inclinó un poco hacia la niña, tratando de alcanzar a la madre sin que el guarda que se había detenido a poca distancia, hablando por unas radios cerca de los cristales llegara a verlo, pero antes de tocarla y llamar su atención, Julian se quedó inmóvil, teniendo una espantosa idea pasando por su mente como un huracán.

            ¿Y si la policía estaba comprada por Alexander? Julian miró el vacío horrorizado. ¿Qué haría entonces? En realidad ya había poco que él pudiera hacer sin poder comunicarse con Kei o con cualquiera de sus amigos, sin poder pedir ayuda para que acudieran a curar a Kevin, pero si no podía contar con la policía, en realidad no había nada que él pudiera hacer.

            Se dejó caer sobre las rodillas y comenzó a balancearse con las manos a los lados de la cara, sujetándose la cabeza con los ojos muy abiertos, desesperado, sin encontrar una salida.

            Julian notó el billete de avión, el dinero que seguía en la mochila y ladeó un poco el cuello para mirar hacia el lugar donde debería seguir para coger a tiempo el vuelo, el avión que lo llevaría lejos de allí..., lejos de Alexander, de Kevin, de Oshi, de Rykou, de Isi..., lejos de Kei.

            —Kei está muerto.

            Julian escuchó la voz de Kevin en su cabeza y apretó con más fuerza la presión de los dedos, aplastándosela como si realmente quisiera estrujarla y acabar con todo.

            Sí, eso era lo que quería... Acabar con todo.

            —Acabas de sentenciarlo a muerte.

            Él había matado a Kei...

            Julian sacudió con fuerza la cabeza, sin soltarla, sin dejar de moverse. Él no había matado a Kei... Kei no podía morir... No podía...

Cuando habla el corazón (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora