III. ♛

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Laura.

RL: ¡Lauuuu! ¿Por qué no fuiste al estudio hoy? Me preocupas. Aunque, vaya, estuvo bien porque salimos temprano xx.

Leí el mensaje varias veces. Tenía que decirle la verdadera razón de mi ausencia... Y lo haría. Solo que no ahora. Excavé en mi cerebro en busca de una excusa creíble, aunque al final terminé diciendo la típica de las típicas.

LM: Lo siento, es que me siento realmente enferma, pero mañana estaré ahí a primera hora sin falta. Ahora, agradéceme porque gracias a mi no tuviste que mover tanto tu flojo trasero. xoxo.

RL: Me ofendes. Voy para allá, fea.

Apenas iba a contestar en modo de objeción, cuando escucho que tocan la puerta de mi departamento. Suspiré frustrada. Antes de salir a abrir a quien sea que fuera, pasé rápidamente por el espejo para ver mi estado. Tenía unas enormes ojeras que eran aún más visibles que nada gracias a la falta de maquillaje, mi nariz, ojos y mejillas estaban rojos a más no poder ya que no había dejado de llorar desde ayer en la noche, y mi cabello era un completo desastre. Pero bueno, no me molesté en arreglarme, simplemente me miré con disgusto y seguí mi recorrido hacía la puerta principal. Qué inteligente de mi parte.

Abrí la puerta sin siquiera ver quien era, arrepintiéndome al instante. Un rubio impresionante estaba posicionado justo en frente de mí. Oh rayos.

Ross.

—¡Hey, Raini!— Corrí hacia ella una vez que habíamos terminado con el programa en el estudio. Nos encontrábamos afuera, cada quien dirigiéndose a un destino diferente. Raini se detuvo confundida antes de entrar a su auto al escucharme. Me detuve frente a ella mientras recuperaba el aliento.

—¿Qué hay, Austin? Digo... Ross. ¡Demonios, es por esto que no me gusta hablar con ustedes justo después de grabar!— Reí ante su pequeño momento de furia. Un momento después de que no dijera nada, ella me miro ansiosa. Volví a reír y empecé a hablar.

—Te iba a preguntar si sabes algo de Laura, por todo eso de que no vino y tu sabes...— Raini se mantuvo seria, sabía que si ella sabía algo no me lo diría pero me haría creer que realmente no sabía... A veces odio que mis amigos sean actores.

—No sé nada, solo me dijo ayer que se sentía muy mal pero no me dijo de qué. — La miré por un par de segundos antes de asentir. Si se sentía mal, entonces yo iría con ella para hacerla sentir mejor. Al fin y al cabo, para eso estaban los amigos.

—Claro, bueno gracias, Rai. Me tengo que ir, hasta mañana. — Nos despedimos con un beso en la mejilla y me alejé para ir a donde mi auto.

Hice un par de maniobras para poder salir del estacionamiento y adentrarme a las calles de Miami. En un momento que tuve que detenerme en un semáforo, aproveché para mandarle un mensaje a Laura. Unos cuantos minutos después, todavía no recibía una respuesta y ya me encontraba estacionando el auto afuera del departamento de mi mejor amiga.

Antes de entrar al elevador, comencé a dudar sobre si debía ir. Entonces preferí correr a la tienda que estaba al otro lado de la calle. Compré unos botes de nieve, papas y varias otras cosas para hacer sentir mejor a Lau. Una vez con las compras, volví al edificio. En eso, recibí una respuesta de ella. Sonreí y en lo que salía del elevador le envié un último mensaje. Corrí hacía su puerta y toqué varias veces. Esperé un par de minutos hasta que por fin abrió. Una Laura completamente pálida, despeinada y ojerosa me recibió. Abrí los ojos más de lo normal mientras veía como se tallaba la cara, tratando de que no la viera.

—Dios, ¿qué te pasó?— Tomé su hombro empujándola suavemente para atrás y así yo poder entrar. Cerré la puerta detrás de mí y tomé su mano para llevarla hacia su habitación.

—Estoy enferma, ¿qué esperabas? ¿Qué haces aquí, como quiera?— Ella nos miró incrédula a mi y a la bolsa que traía en mi otra mano. —¿Y qué traes ahí?— Le sonreí y una vez dentro de su cuarto, dejé la bolsa sobre una mesa. La guíe a su cama, abriéndola para que ella entrara. Ella lo hizo sin decir nada. La cubrí con la sábana y besé su frente. Ella me miraba extraña, pero no entendí por qué, yo siempre era así con ella.

—Lau, Lau, Lau... Parece como si no me conocieras. ¿Qué clase de mejor amigo sería yo, si no viniera a hacerte compañía cuando estas mal? Y... ¿Qué clase de persona sería si no viniera con comida?— Tomé la bolsa de nuevo, vaciándola sobre la cama. Pude ver como su pequeño rostro se iluminaba. Hizo una cara que yo siempre interpretaba como si dijera que yo era su héroe y que me adoraba más que a nadie en el mundo. Le dediqué una sonrisa mientras le pasaba un bote de helado, el cual venía con una cuchara.

—¿Sabes? Ahora me alegro de que estés aquí, justo hace rato se me había antojado un helado.— Le sonrió a la nada y comenzó a comer.

—Claro, solo me quieres por lo que te doy...— Ella me miró mal. —De acuerdo, eso no sonó bien. Lo retiro.— Reí nerviosamente y tomé una bolsa de papas para mí.

El tiempo pasó muy rápido, antes de que me diera cuenta ya eran casi las 9:00 de la noche. Pensé que lo mejor sería irme ya si no quería un sermón de parte de mis hermanos y así.

—Oye, Lau —. La llamé mientras despegaba mi mirada de la pantalla que colgaba de la pared. —Me tengo que ir—. Ella hizo un puchero y yo solté una leve risa. Se veía adorable siempre que hacía eso. —Es en serio, ¿nos vemos mañana en el estudio?

—Claro — ella asintió —. Por cierto, gracias por venir. No solo me sentía enferma, también... Estaba pasando por un mal momento...

¿Un mal momento?

—¿Mal momento de qué?"

Laura.

¿En serio iba a decírselo justo ahora? No. No podía decirle. Simplemente no podía... Todo se desmoronaría. Todo lo que somos ahora, lo que hemos logrado... Simplemente se iría a la basura si se lo dijera ahora. O puede que no importe cuando se lo diga, tal vez siempre vayan a ser las mismas consecuencias...

La verdad destruiría todo.

—Yo... Yo había discutido con mi madre, por una tontería. Creo que ya no importa tanto.— Agité mi mano en el aire con desdén, como si no fuera la gran cosa. Lo cual era verdad, porque realmente no había sucedido.

—Oh, bueno, entonces me alegro de que estés mejor.— Me dedicó una linda sonrisa mientras me tomaba por los hombros para fundirnos en un abrazo amistoso. —Ya me voy. Hasta mañana, fea.— Reímos ante el apodo y besó mi frente en modo de despedida.

—Adiós, feo. Salúdame a los chicos.— Dije refiriéndome a su familia. Él sonrió por última vez antes de salir por la puerta de mi habitación. Una vez que escuché la puerta de afuera cerrarse, salí de mis pensamientos. Me levanté y sin más, fui hacia la puerta principal y la cerré con llave.

Algún día le dirás, no hay de qué preocuparse. — Repetí varias veces en voz alta mientras volvía hacia mi habitación.

🌸

Espero les haya gustado!

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Gracias por leer.❤️

♛Best Mistake♛||Raura||Where stories live. Discover now