XXVII. ♛

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Ross.

"¡Alguien ayúdeme! ¡Por favor, no se que le sucede!" Grité desesperadamente una vez pisé dentro del gran edificio. Mis brazos se estaban entumeciendo y parecía una eternidad lo que los enfermeros se tardaban en conseguir una camilla. Por fin se la llevaron y yo no supe que más hacer. Traté de seguir a los doctores, me negaba a dejar su lado pero todos me prohibieron el paso. Fue entonces cuando no tuve más opciones que me paralicé, me congelé del miedo. En mi mente no paraba de preguntarme y cuestionarme que rayos le habría pasado, me moría por dentro el no saber si ella estaría bien o si terminaría saliendo de este enorme y triste hospital yo solo.

Su voz se fue apagando y su mirada se fue perdiendo. ¿Qué rayos le pasa? Pensé tiempo después de que no reaccionó a mis incesantes llamados. La agité levemente hasta que sus ojos se cerraron finalmente y y su cuerpo ya no se mantuvo por sí mismo. Grité y corrí por todo el departamento en busca de alcohol, lo sostuve frente a ella con la esperanza de que este la hiciera recobrar el sentido pero fue en vano. Todos estos años creyendo que el alcohol era la mejor solución en caso de desmayarse y justo ahora que ocupo un poco de opciones, la única que tenía era la de mi madre que no me había servido en nada. Hacia rato que había llamado a una ambulancia, pero esta no parecía tener prisa por llegar. Así que tomé en brazos a Laura y y caminé con pasos apresurados hasta mi auto. Me las ingenié con las puertas y todo obstáculo en el camino, podía jurar que Laura pesaba más que la última vez.

Tomé mi celular y con dedos temblorosos marqué uno de los primeros números que tenía en línea rápida. Tres timbres y una somnolienta Raini contestó del otro lado.

"Espero que esto sea de vida o muerte porque has interrumpido mi sueño de belleza." Gruñó.

"Es Laura, estamos en el hospital." No hubo necesidad de que dijera nada más.

"Voy para allá." Colgó y bajé lentamente el celular, le mande mi ubicación sin nada más y lo guardé en mi bolsillo trasero. Me planté firmemente en el piso esperando a que algún doctor saliera a decirme cualquier cosa. Segundos después, sentí un ligero apretón en mi hombro, haciendo que regresara a lo que era la vida real. Era una pequeña anciana que se encontraba posando una triste y preocupada mirada sobre mi, me sonrió levemente y volvió a apretar mi hombro maternalmente.

"¿Una chica?" Preguntó. Las palabras no salieron por lo que solamente asentí. "¿Tu chica?" Volvió a preguntar, esta vez con una pizca de jugueteo en su voz. Reí tristemente. Oh santos cielos, no era mi chica pero la quería más que a nadie. "Uh, por esa expresión veo que es complicado." Sin darme cuenta, ya me encontraba intercambiando razones de visita e historias de amores no correspondidos o destinados al fracaso, a.k.a. la desgracia de lo que era mi vida amorosa, logrando por fin que mi mente viajara a otro lugar, muy lejano de la infinitud de cosas que podrían estar mal con Laura.

"... y para agregarle otro pero a todo esto, Laura no me quiere, por lo menos no de esa manera." Terminé de hablar y ella no hizo más que sobar mi espalda. Suspiramos al mismo tiempo, cosa que nos causó gracia a ambos. Tenía la mirada posada en la puerta por donde se habían llevado a Laura, parecía haber pasado una eternidad aquí sentado pero realmente no hacía un poco más de 10 minutos. "A todo esto, parece que me he hecho una nueva amiga pero aún no se su nombre."

"Soy Reese Carlyle, ¿y usted, jovencito?"

"Ross Lynch, un gusto." Estreché su mano y su sonrisa se fue agrandando, con una expresión muy graciosa en su rostro, como si se hubiera acordado de algo.

"Ya decía yo que me parecías conocido." Me dedicó una mirada cómplice. "Mi nieta es tu fan." Susurró como si lo que acabara de decir fuera un secreto y soltó una risita. "¿Sabes? Yo creo que el mejor consejo que podría darte cualquiera, es que vayas por ella, solo hazlo. La vida es muy corta como para lamentarte todos los días por no estar con aquella persona que tiene tu corazón. Y no me lo has dicho así pero yo sé que la amas. Lo puedo ver en tu mirada, ésta se te ilumina cada vez que la mencionas y lo único que invade tu rostro en estos momentos es preocupación, no sabes qué le pasa y eso te aterra. Te aterra el hecho de siquiera pensar en perderla, así que, que le den a todo lo que pueda suceder a su alrededor, a lo que la gente diga. Y si ella no te quiere de la misma manera, entonces no importa, ella se lo pierde pero por lo menos lo sabrás de primera mano y no te lo preguntarás día si y día también." Mi cerebro estaba procesando todo lo que Reese acababa de decirme, sabiendo que tenía toda su boca llena de razón. Le sonreí y ella tomó mi mano apretándola cariñosamente. "Me tengo que ir, me han de estar esperando. Espero que todo salga bien con tu chica."

"Gracias. También espero que su nieto se mejore y aprenda a no meter la cabeza en las barandillas." Contesté recordando la razón por la que estaba aquí y ella simplemente rió. Se fue y no pasaron ni 5 segundos cuando una Raini despeinada y completamente agitada entró a la sala de espera. Buscó algo con la mirada hasta que ésta chocó con la mía y caminó hacia mi aliviada. Me levanté de mi asiento y Raini me envolvió entre sus brazos fuertemente.

"Verás que ambos estarán bien, no te preocupes." Murmuró en mi oído y no supe si fue mi cabeza que estaba perdida en otro lugar o Raini que pensaba en otra persona, no me dejó terminar de procesarlo cuando siguió hablando. "No sabes cuánto me alegra que ya te haya dicho." Por fin me soltó y pude mirarla a la cara.

"¿Ambos? ¿Dicho qué?" Estaba totalmente confundido. ¿De qué rayos hablaba? Abrió los ojos enormemente y comenzó a balbucear sin saber exactamente qué decirme. Raini parecía haberla cagado y si no hubiera sido por el doctor que acababa de preguntar por los familiares de la señorita Marano, le hubiera sacado toda la sopa. 

"Lo siento pero necesitan ser familiares directos." El doctor estuvo a punto de irse cuando Raini lo tomó de la bata.

"No tiene familiares directos aquí, vive sola y nosotros somos los únicos amigos que tiene en esta gran ciudad." Exageré la historia y Raini no objetó. El doctor pareció dudar un poco hasta que finalmente cedió.

"Lo que ha padecido la señorita Marano no ha sido nada más que un efecto secundario de su estado actual, ya saben, situaciones como estas suelen presentar en la mayoría de casos vómitos, cambios de humor, desmayos, entre muchas otras cosas. Realizaremos un par de estudios más para asegurarnos de que esté todo en orden y mañana podrán firmar los papeles de salida." El doctor Hemings continuó con su discurso pero yo seguía sin entender nada. ¿De qué situación estaba hablando?

"¿Podríamos verla?"

"Claro, no veo cuál sea el problema. Le hemos asignado la habitación 310." Dijo mientras anotaba un par de cosas en la libreta que traía consigo, dispuesto a retirarse pero esta vez no se lo permití yo.

"Espere un momento doctor, ¿cuál es esta situación de la que estamos hablando?" Raini se encogió en su lugar y se apartó un poco de mi, como creyendo que iba a enloquecer por la nueva información.

"Pues, está embarazada. ¡Enhorabuena!" El doctor me sonrió y se alejó de nosotros esta vez sin ser detenido por nadie.

***
2/3
¡Voten y comenten, por favor!
La última parte del maratón será subida mañana.

♛Best Mistake♛||Raura||Where stories live. Discover now