VI

782 63 12
                                    

- Levántate y deja de fingir demonio-dijo el rey, acto seguido, Jeff se estremeció.

- No tengo idea de lo que me esta hablando mi señor.

- Tienes idea y más, ahora de pie- gritó.

No hubo opción alguna e hizo lo que le pidió él. Jeff temeroso entró a la enorme guarida del rey gracias al hechizo de protección, le sorprendió verlo vacío, no había guardias ni nadie más, sólo estaba él, al parecer no confiaba en nadie y razón tenía.

El rey dirigió a Jeff rumbo a su calabozo, el cual le servía como sala de verdugo a él mismo, Jeff no podía sentir nada en ese momento, sólo esperaba lo peor, sabía que a pesar de tener el control sobre sus memorias sería un esfuerzo nulo evitar que él entrara en ellas, estaba consciente de que el rey indagaría en lo más profundo de sus recuerdos para obtener la información que necesitara.

- Veamos-la mano del rey se convirtió en una llave y con ella abrió la reja del calabozo-.Entra escoria.

-Señor yo...

-Entra te he dicho-gritó.

No había escapatoria, Jeff obedeció y entró en el calabozo, olía a muerte, el ambiente era pesado y denso, aún más que el agua y el oxígeno, la respiración de Jeff se volvió más complicada, el olor a azufre y una pizca de plomo le hicieron pensar que no saldría vivo de allí, sabía que el olor de esas sustancias sólo significaban una cosa, tortura.

La tortura utilizada en los huéspedes de este salón sería insoportable, el rey tomó del cuello a Jeff, la piel de Jeff se erizó, la punta de sus pies a penas lograban tocar el suelo, el rey lo conduji de esa manera hasta una silla antigua de plata que yacía en el medio del salón.

La silla, tenía en sus reposa brazos cintas de hierro, al igual que en el respaldo y en las patas, las cuales estaban enganchadas en el suelo.

La plata, en los seres inmortales es para el humano una llama de fuego vivo, y para algunos el hierro penetra tanto en la piel, que depende de la gravedad de la herida o del tiempo que pasó el hierro en la piel puede ser que se regenere o no la zona afectada.

Era más que obvio los métodos tan ortodoxos del rey, desde la muerte de su amada esposa y madre de dos hermosas hijas, se volvió despreciable, de mano dura, sed de venganza voraz y su perspicacia es insuperable, por eso el inicio de la rebelión de "Las palomas blancas".

Le ató a la silla, la plata comenzó a quemar la piel de Jeff, sus vestiduras formaban una capa de protección que no duraría mucho tiempo, ardía como si estuviese en el mismo infierno para lo cual faltaban al menos algunos siglos para ello.

- Valla, de no ser por la plata y el hierro que queman tu piel podría jurar que no eras nada más que un simple mortal-el rey soltó una pequeña risa que ahogo segundos después en un chasquido.

Y esperando el rey que Jeff fuese a soltar algún sollozo, se aproximó de un sólo movimiento, su rostro hacia el de Jeff, le tomó del costado derecho de la silla con un cuchillo pequeño y afilado, lo acercó a su cuello inmovilizado gracias a la cinta de hierro y con un perfecto y rápido corte en la yugular sacó su lengua y la metió lo más profundo posible. Al penetrar el cuello de Jeff, pudo sentir un dolor repulsivo, pero no más que eso.

Pudo sentir casi al instante como llegaba a sus memorias. De pronto volvió al castillo Verginal, en la cordillera y como si fuera un libro abierto leyó todos sus recuerdos, pero no los más insignificantes. Segundos más tarde le soltó, Jeff se percató que solo eran segundos debido a que su piel no podría soportar más el fuego intenso que proporcionaba el hierro.

- Maldito- volvió a reír él-.Ahora te recuerdo-se dio la vuelta y tomó una herramienta giratoria con púas afiladas de huesos humanos-.Eras uno de mis sirvientes, pero te fuiste-dejó la herramienta y tomó un cuchillo aun más grande que el anterior-.Me has traicionado y por ello pagarás el precio que supongo conoces, ¿no es así?-giro su cabeza en dirección a Jeff esperando una respuesta.

- N...no mi lord-estaba temblando de frío, sentía como la plata y el hierro comenzaban a hacer efecto en él y en lugar de quemarle con calor, lo hacía de frío, se debilitaba a cada segundo.

- Es la muerte- dijo tarareando-.

En el salón había un estante grande de metal con un candado y cadenas, pero no estaba cerrado, solo se veía obscuro, el rey se aproximó a el dejando salir sus tentáculos y mientras silbaba una canción su piel se torno lo que para los seres inmortales es normal.

- No tengo idea de lo que te haré ¿sabes?- seguía indagando dentro del estante-.No sé si me sirves o no, pero ahora... - tomó aire-.Ya sé amigo mío- saco del estante una máscara de plata pura, brillaba como nunca.

- No soy tu amigo.

- Ya veremos-le colocó la máscara.

La máscara abarcaba todo el cráneo, estaban sumidas las partes donde irían los ojos y la boca, pero los ojos eran completos, lo que quería decir que la máscara se pondría con los ojos cerrados, a la altura de los párpados había dos orificios tanto arriba como abajo.

Cuando la máscara toco la piel de Jeff, ésta se empezó a tornar roja, se podía escuchar el sonido de la piel quemarse, o al menos eso aseguraba Jeff, la tortura no terminaría allí todavía, en los orificios que había a la altura de los párpados, el rey, insertó unas pinzas en cada uno de los ojos de Jeff para asegurarse de que no los cerrara.

Cuando él termino, sólo se fue mientras reía, Jeff dejó de estar consciente debido al dolor, se desmayó.

Al despertar, ya no tenía la máscara, su vista era borrosa pero no podía parpadear, sus ojos estaban secos y ardían demasiado, al aclarar la vista se di cuenta dela presencia de un espejo en frente suyp, un espejo con los bordes oxidados debido a sangre seca que con el paso del tiempo se tiño café, se miré en el reflejo y observó el estado de sus ojos, se tornaron blancos y sólo el iris era negro, las venas de sus ojos se podían ver a simple vista, su piel se volvió blanca y su cabello en lugar de caerse se torno negro. No podía creer tal atrocidad.

El rey entró al salón y sin decir nada tomó un cuchillo, más grande que con el que le había cortado la yugular, se posó justo en frente de Jeff tirando el espejo, con la piel de Jeff muy sensible cortó el símbolo de su reinado en el pecho de él,. Los sollozos se podía escuchar en todo el castillo, no paraba de gritar. Cuando por fin terminó, soltó el cuchillo dejándolo caer al suelo.

- Vil criatura de la noche, a pesar de tu traición te perdono la vida, sin embargo serás mi siervo para el resto de tus días-le despojó de sus vestiduras de piel con solo un movimiento de manos y le arrojó una camisola blanca-pero no vestirás de joyas y pieles, más a partir de ahora lo harás de blanco para que los demás vean la sangre en tus prendas y sepan que has hecho algo malo, no sólo para que teman de ti, sino también de mi.

Como el Fénix  #Wattys2018Where stories live. Discover now