XI

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Como aquella rosa cubierta por el rosio de la media noche, como aquel hombre que sintió miedo ante insignificancias y fue valiente contra la oscuridad, como aquella chica que sintió su corazón palpitar por otra persona.

Así de pequeño es el mundo, lleno de tantas cosas y de nada.

Y aquí estoy yo, en el conticinio de la noche, siendo invadida por la selenofilia.

Salgo volando por la ventana de mi habitación.

Cruzo la barrera invisible y subo de altura hasta alcanzar las grises nubes para evitar toparme con vampiros o con Jeff, voy en dirección al oeste medio kilómetro hasta llegar a la torre de una iglesia abandonada.

La fresca briza impacta contra mis mejillas haciendo recorrer un escalofrío por todo mi cuerpo.

Cierro los ojos concentrandome en los pequeños ruidos lejanos; los aullidos de los lobos, gritos de desesperación y agonía seguramente de humanos causados por vampiros, el sonido de la madera siendo quemada para hacer una hoguera por las brujas debido a la luna de sangre, el crujir de las ramas secas y a lo lejos, muy a lo lejos, el melifluo sonido de un búo arrulla mis tímpanos.

Me abrazo a mi misma debido a la corriente de aire frío que aparece de repente, pero no arruina mi nictofilia.
Con ambas manos pongo sobre mi cabeza el gorro de mi capucha negra y aparto el cabello de mi rostro que no me permite ver.

-Pensé que te encontraría aquí- dice alguien detrás mío.

Me giro y me encuentro con Ben.

Flashback

El año pasado, después de mi llegada de Filipinas para visitar al kapre, el cusumbo reintegro al mundo oscuro parecía durar una eternidad.

No conocía a nadie más que no fueran mi padre o Jeff. Hasta que una tarde en mi entrenamiento de combate, un yilian distinto a la muchedumbre del castillo me llamó la atención, todos los días lo veía entrenar y él me veía a mi, pero ninguno se atrevía a hablarle al otro, la cosa no pasaba más allá de miradas cruzadas.

Llegó el día en el que Ben se armó de valor y decidió acercarse a mi; la noche de aquel día yo estaba en mi habitación leyendo, cuando un "Tic, tic, tic" que provenía de mi ventana me hizo investigar de qué se trataba.

Me dirigí hacia la ventana dejando pasar la luz de la luna llena que alumbraba a Ben en los jardines bajo mi ventana, quien arrojaba pequeñas rocas que provocaban aquel misterioso sonido. Abrí la ventana mientras susurraba "¿Estás loco?".

-Baja Scarlett, tengo algo que enseñarte.

-Si los guardias te descubren allí iras al calabozo.

-Vamos, ven.

No sé si fue su voz ronca pero a la vez dulce, o si fue su aspecto sibilino lo que me hizo bajar volando cautelosamente desde mi ventana.

-Si mi padre nos descubre te matará.

-Encontré algo que podría gustarte.

-Sabes que odio lo cliché.

-Por eso te encantará.

Volamos juntos hasta llegar a una iglesia en ruinas, esa iglesia se volvió nuestro pequeño rincón entre los mundos, un lugar justo en medio de la barrera del mundo de las sombras y del mundo mortal. Íbamos allí todos los fines de semana en el cambio de guardia del castillo por las catacumbas.

-Ser diferente. Ser poderoso. ¿No es un don divino?- preguntó Ben.

-No somos como los demás. Tenemos garras por una razón.

-¿Cuál?

-Dímelo tú- ambos nos quedamos en silencio viendo pasar los minutos de la noche ante nuestros ojos.

-Estoy realmente enamorado de ti Scarlett Lightwood, lograste que éste frío y duro corazón palpitara, me hiciste ver esta clase de vida desde otra perspectiva- soltó sin más, mi respiración se detuvo y me quedé estaferma, suspiró y me besó.

-Ben, yo...

-Shh... Es un ósculo beso. No lo arruines.

Ese fue el comienzo del fin.

Un amorío que nuestros padres no aprobarían.

Una noche cuando íbamos de camino a la iglesia, Jeff se percató de lo inhabitable que era mi habitación y salió en mi búsqueda.

Estábamos a mitad de camino cuando una mortal se cruzó con nosotros. Era una pequeña niña pérdida en la profundidad del bosque, sola, sin el resguardo de nadie. Cuando alzó su rostro, nos permitió ver sus enormes ojos verdes, ahora iluminados de esperanza al vernos.

-¡Scarlett! - gritó Jeff detrás mío.

Instintivamente solté la mano de Ben, pero sabía que ya era demasiado tarde. Ben se acercó a la pequeña para tratar de ayudarla a encontrar el camino a casa.

-¿Qué estás haciendo aquí a está hora? - dijo Jeff enojado.- ¿Sabes que es la hora del hospicio?

-Lo sé.

-¿Qué intentas hacer? - dijo Jeff refiriéndose a Ben.

-Intento ayudarla.

-¿Acaso eres un yilian? Sino mal recuerdo eres uno de los mejores guerreros. Dime, ¿qué hace un guerrero en estas situaciones?

-Es sólo una niña.

-Tienes un código que seguir.

-Jeff, no es necesario- dije para intentar calmarlo.

-No, sí lo es, ¿o acaso necesito ir a la corte Verginal para destituirte de tu cargo?

-¡Jeff Basta!- grite haciendo estallar en llamas un árbol cercano a nosotros.

-¡Tú no tienes ningún derecho para decir lo que debo hacer y lo que no, sino quieres que le diga a tu padre sobre tu amorío de Berlín cierra la boca!- se giró hacia Ben. - Termina con ella.

-No.

-¡Hazlo, bastardo infeliz! ¡ERES UN COBARDE!

Ben tomó el cuello de la pequeña y tiró de el con tanta fuerza, que sólo necesitó un movimiento para separar su cabeza de su cuerpo.

Seguidos los días grupos de mortales se turnaban para buscar a aquella niña.

Semanas después de aquél incidente no volví a ver a Ben a solas, volvimos como cuando empezó, en el entrenamiento con miradas cruzadas.
El rumor de nuestra relación y el incidente corría entre la muchedumbre, pero al ser sólo un rumor cada vez se retorcía más allá de la verdad, un rumor que llegó a oídos de mi padre.

La imagen de la princesa saliendo con un guerrero era mal visto para los duques, las condesas y los marqueses.

Fin del Flashback

En la historia del amor entre Ben y yo decido quedarme sólo con los bellos y efímeros recuerdos.

-Tanto tiempo amigo mío- me acerco a él para abrazarlo.

-Pensé que te gustaría verme.

-¿Dónde has estado todo este tiempo?

-Aquí y allá haciendo los pedidos de tu padre.

-No creí volverte a ver sino hasta dentro de un par de años más debido a... Ya sabes.

-Lo sé, quise creer lo mismo, no se lo digas a tú padre.

-Claro que no. ¿A que se debe tu inesperada visita?

-He venido a advertirte de un pecado del pasado que nos ha arrastrado a ambos con el paso de los años.

Como el Fénix  #Wattys2018Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu