XXIX

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Fría y sola.

Era la descripción exacta de Scarlett.Su corazón estaba desprotegido, ella se encontraba débil y no tenía la fuerza para tomar las riendas del reino.

No obstante, ella tenía que verse feliz y con porte de autoridad ante todos, tanto fuera como dentro del castillo.El único lugar seguro para ella era su habitación, intentaba darle la palabra a Jeff cuando él decía que estaría para ella en todo momento, y ella no dudaba de ello, sino que se sentía sola, algo le faltaba dentro de su alma, o mejor dicho, alguien.

Lana, su hermana gemela y compañera de útero era indispensable para su vida, y como parte del castigo impuesto por el kapre era el enorme vacío que sentiría ella por la ausencia de su hermana.

Sólo podía imaginarse a vida de su hermana cada noche en el mundo humano y como sería su vida si ella nunca se hubiera apartado de su lado, la vida de su hermana en el castillo y como reina del mundo oscuro con Scarlett como su mano derecha.

La vida le había dado una vuelta de ciento ochenta grados y debía aprender a vivir con ello a pesar de las dificultades.




Rubén se encontraba del otro lado de la puerta de Scarlett caminando de un lado a otro pensando si debía tocar o no la puerta. La servidumbre pasaba por el pasillo y miraba a Rubén desconcertados, mientras que él, tan absorto en sus pensamientos no lograba percatarse de quienes le dirigían miradas confusas.

Para suerte de Rubén, Jeff se encontraba en su alcoba enajenado acerca de sus sentimientos  por Scarlett.


Los pensamientos de Rubén se interrumpieron cuando la puerta de la pieza de Scarlett se abrió de golpe, instantáneamente fue como si  hubieran desconectado de la corriente el cerebro de Rubén. Se quedó perplejo ante el largo vistazo de Scarlett.

-¿Necesitas algo?- dijo ella con cierta confusión.

-Eh....Yo sólo pasaba para preguntarte si...querías ir al laberinto conmigo, la noche está alucinante- logró decir con dificultad Rubén entre  tartamudeos algo nervioso.

-Oh, claro vamos- el tono de Scarlett tenía cierto desánimo.


Caminaron en silencio hasta llegar al laberinto, la noche era fresca y  la briza golpeaba sus mejillas ligeramente, se podían oler los árboles y la hierba húmeda, algo que relajo a Scarlett por completo. Llagaron hasta el centro del laberinto de arbustos gigantes donde se encontraba una fuente hecha de bronce, su forma era peculiar sin ser extraña, una hermosa mujer con cabello largo y vestido completo hasta los dedos de los pies estaba esculpida en bronce, de su espalda salía el agua de la fuente como si de alas se tratasen.

Una fuente que idolatraba a la primera reina en la historia del mundo de las sombras, el hada Wut.

-La noche es maravillosa- comentó Scarlett.

-Sí...- suspiró Rubén-En realidad quería preguntarte algo.

-Dime.

-Aunque no sé si sea el momento adecuado- Scarlett se quedó en silencio para indicar a Rubén que siguiera hablando-. ¿Qué somos exactamente?

Scarlett apartó la mirada de los ojos de Rubén.

-Rubén yo...tengo la cabeza hecha un nudo, estoy condenada a vivir una vida que no es mía sino de mi hermana, cuando mi mundo estaba en llamas sólo tú me pudiste salvar aquel día en la feria, no sé como sería mi vida sino te hubiera conocido a ti en ese instante y a decir verdad nunca pensé en llegar a mar a alguien como tú, tan misterioso pero sin dejar de lado los modales, y mucho menos puedo imaginar en perder a alguien como tú. Tal vez sonará algo estúpido pero, nunca tuve buenos amigos y el simple hecho de ser la hija del rey yilian me ha sumado y vuelto a restar muchas amistades, me sobran dedos de la una sola mano para poderte decir quienes son los que verdaderamente han estado allí para mí, uno es Jeff, quien desde que nací me ha querido de una manera inmaculada y el segundo es Ben, él...ya no está aquí para mi.

-Entonces es un imbécil.

-Murió Rubén, Ben murió para salvarme de una maldición que ha asechado a mi familia generación tras generación. Eres un buen chico Rubén, pero no quiero enamorarme de ti...bueno, no más-.Aquellas palabras detonaron un poco de esperanza en Rubén pensando que al menos tendría una chance con Scarlett-. Puedes llamarme cobarde si quieres, pero no quiero perderte como lo hice con Ben,he estado perdiendo la cabeza y me siento un poco perdida, no me lo tomes a mal, sólo por ser la próxima reina del mundo de las sombras eso no significa que sea fuerte, sólo aparento serlo con el resto pero por dentro estoy desecha, mis fragmentos los he regado por todo el camino que ha recorrido para llegar hasta aquí, los he perdido, no sé donde se han quedado ahora y no pienso recorrer el mismo camino para encontrarlos.

-Creo que si ha sido un mal momento- dijo Rubén desesperanzado antes de irse.

Sin embargo, Scarlett alcanzó su mano, camino hasta llegar donde él, tomó el rostro de Rubén entre sus manos y lo besó, lento y cálidamente a pesar de ser más fría que el mismo hielo.

-No te he dicho que no, simplemente ahora no es el momento, deja que deshaga el nudo mental que tengo en la cabeza, solamente dame un tiempo para aclarar mis sentidos- dijo Scarlett para volverlo a besar.

-¿Qué hay de Jeff?

-¿Qué tiene Jeff?

-¿Ustedes no tienen algo?

El rostro de Scarlett se tensó completamente, no sabía que responderle a Rubén. En ese mismo instante, las alarmas de guerra sonaron por primera vez después de doscientos ochenta y dos años.

Rápidamente Rubén tomó a Scarlett por la muñeca y la llevó al castillo, donde Jeff se encontraba desesperado debido a que no encontraba a Scarlett.

-Menos mal- dijo Jeff-. Me has dado un susto de muerte estúpida- la abrazó.

-¿Qué esta pasando?- preguntó Scarlett.

-Son Drows, se han enterado de que los Elfen han venido a hacer tratos contigo y lo han tomado como llamado de guerra, se han negado a hablar contigo y quieren que te alistes para la guerra- sigió explicando Jeff.

-¡TRAIGAN MI ARMADURA!- gritó Scarlett-. Les daremos lo que quieren.

Como el Fénix  #Wattys2018Where stories live. Discover now