XXII

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Scarlett no podía dejar de pensar en Ben imaginando que era él quien la estaba besando a pesar de saber que eso era una simple ilusión de su cabeza. A pesar de los malos juegos que le estaba tendiendo su cerebro, los labios de Rubén eran cálidos y suaves, Scarlett sentía arrullada.

Llamaron a la puerta de su dormitorio, ambos se sobresaltaron, provocando que Rubén mordiera el labio de Scarlett haciendo una pequeña herida.

Scarlett se levantó y abrió la puerta encontrándose con Jeff, su fiel sirviente, mientras Scarlett hablaba con Jeff, Rubén saboreaba el dulce sabor de la sangre de Scarlett, era increíble lo que una sola gota de su sangre podía provocar en Rubén, sus seis sentidos se agudizaron y una gran estela de magia negra lo confundió.

Rubén se puso de pie y siguió la estela sin importarle Jeff e incluso la misma princesa, mientras más avanzaba el ambiente comenzaba a ponerse frío y lúgubre a pesar de las miles de antorchas y lámparas encendidas, Rubén se dio a la necesidad de frotar sus manos contra sus brazos. no podía creer que su túnica le dejara de brindar calor, involuntariamente se comenzó a convertir.

Pasó de su estado de reposo al de ataque, sus cuernos aparecieron poco a poco, sus ojos se tiñeron de negro y sus enormes colmillos crecieron al igual que sus garras, la estela de magia lo llevó directamente a la habitación de Adalia, quien yacía recostada sobre la inmensa cama.

Hacia años que Rubén no la admiraba dormir, su belleza era igual de encantadora  que antes, pero él se había alejado de ella porque era demasiado poderoso su lado oscuro, la maldad que había dentro de ella era inigualable y le hacia daño a Rubén al ser un ser de luz obligado a proteger a la próxima heredera al trono, si Rubén pasaba más tiempo con Adalia, él podría convertirse en un ser maligno, y eso era algo que él no podía permitir.

Decidió apartarse de la habitación de Adalia y regresar al inmenso comedor donde la cena ya estaría servida.




Por otro lado, a las afueras del castillo, se encontraba Ben, con el corazón destrozado al observar el beso entre Rubén y la persona que más amaba en este mundo, tal vez por primera vez había derramado lágrimas verdaderas, no quería convencerse de que su lugar en el corazón de Scarlett había sido cambiado por un Yokai importado de Japón. Ben se daría a la tarea de investigar cada secreto acerca de Rubén y demostrarle a Scarlett que aquel japonés era aún más malo que su propio difunto padre.

Las lágrimas de Ben se cristalizaron y cayeron al césped que había debajo, estaba cansado de ver a Scarlett desde afuera de la ventana de su habitación, estaba destruido por haber perdido la maravillosa conexión entre él y Scarlett.

Hubiera preferido morir antes que ver esa terrible escena, pero lo que más lo hacia sentir completamente inútil era no poder decirle a Scarlett la verdadera razón de su fingida muerte, y tener que soportar verla con alguien más. Un juguete de plástico importado de Japón, él no l a conocía tanto como Ben.

-He venido a recordarle la cena de esta noche madam- dijo Jeff apretando su moño rojo que llevaba en el cuello.

-Lo sé, muchas gracias, aunque preferiría descansar en estos momentos si no te es mala idea.

-Princesa, esta es su primera cena sin su padre.

-Por fin tendré una cena normal, si es que se le puede llamar así. No te preocupes, bajaré en seguida.

-Una cosa más- dijo Jeff metiendo su pie entre la puerta para evitar que la princesa la cerrara-. De casualidad ¿ha visto a el Yokai?  

-Si te refieres a Rubén, ha salido disparado no sé a donde.

Jeff hizo una leve reverencia a modo de burla, y Scarlett solo rió. Amaba verle a Jeff con esos hermosos trajes y preocuparse cada vez que estos se rasgaban en las peleas, él prefería usar mil veces dichos tajes antes que la armadura fría y pesada. Su rapidez en combate era inigualable, pero Ben siempre le había ganado en fuerza.

La joven princesa abrió la ventana de su habitación dejando entrar la suave y fresca brizna de la noche, asomó su cabeza hacia los jardines del castillo. El resplandor de la Luna hacia brillar las lágrimas hechas cristal de Ben entre las hierbas. El acto de la princesa al asomarse por su enorme ventana había tomado por sorpresa a Ben, dándole tiempo sólo para pegarse a la pared de piedra.

Él podía sentir el aroma a cerezo de Scarlett, pero a la vez le llegaba un aroma a azufre que provenía más allá de su habitación, Ben sólo se mordió el labio y dejó caer las lágrimas llorando en silencio.

El pañuelo rojo de Scarlett salió volando debido al viento en dirección al laberinto de arbustos, y ella sólo resoplo, dejó su ventana abierta y salió en dirección al comedor.

Ben dejó salir el aire que estaba conteniendo. Y salió volando en busca del preciado pañuelo rojo.







Cuando Scarlett llegó al gran salón donde la comida ya estaba servida, cruzó la mirada rápidamente con Rubén ruborizándose.

Toda la servidumbre aplaudió a Scarlett felicitándola. 



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Como el Fénix  #Wattys2018Where stories live. Discover now