XXI

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La noche llegó y Scarlett cedió a Adalia un cuarto de los cientos que había en el castillo. su generosidad tendría pronto un precio.

Adalia, la hija ilegitima del rey yilian se deshizo de su caperuza azul y la arrojo a la inmensa cama que Scarlett había mandado a cambiar las sábanas. La chica se abalanzó hacia el colchón dejando que su cuerpo rebotara un par de veces, suspiró y rió. Su plan comenzaba a ir en dirección correcta, pero había algo totalmente fuera de su guión y ese algo se había convertido en un alguien, Rubén.

Un chico que sabía perfectamente las intensiones de Adalia, y no caería en su juego. No podía creerse el verdadero paradero de Adalia, una hermosa chica con la que él se había enrollado un par de años atrás, sin embargo, él no tenía la más remota idea de quien era hija ya que nunca habían tocado ese tema, y a decir verdad preferían no hacerlo para evitar entrar en un lago de incomodidad y más preguntas que llevarían a otras más turbias.

A Rubén le atraía el misterio que yacía dentro de Adalia, y prefería seguir enamorado de ese misterio y nunca descifrarlo.

El tiempo que habían permanecido juntos era invaluable, y ese tiempo había convertido a Rubén en un experto en desentrañar cada una de las acciones de Adalia. Ambos mentían el noventa porciento del tiempo y los dos lo sabían. A pesar de todo, el diez porciento que decían la verdad era más que suficiente para entenderse.


Se conocieron un invierno, cuando la nieve había cubierto cada hoja del bosque. Rubén, quien en ese tiempo no usaba ese nombre y era más conocido como Cole, su cabello estaba teñido de negro al igual que sus cejas para esquivar a la guardia real al ser el único superviviente de los mantis y vestía ropa oscura, un hábito que nunca había cambiado en él. 

Levaban saliendo más de dos años cuando Adalia había sido llamada para servir como soldado de la guardia real y cuidar de los páramos del castillo Sutton, un lugar estrictamente prohibido para Rubén.

La relación cayo ahí. no podían volver a verse nunca.

Rubén se distanció completamente de Adalia rompiéndole el corazón. Adalia, por otro lado, observaba como la vida de su media hermana seguía su curso, la miraba desde lo lejos hablar con Ben, las sonrisas, caricias, peleas y jugueteos dentro de los páramos eran realmente hermosos.

Ben siempre insistía en seguir practicando para las batallas que se podrían desatar llenando la cabeza de Scarlett de millones de teorías acerca de los monarquistas cuando ella llegara al trono, la anarquía que se desataría si el rey muriera a manos de ella, si los mantis regresaran y los Verginals no pudieran contenerlos e incluso alguna locura desatada por parte de los Verginals contra el reinado de ella. Scarlett sólo disfrutaba los momentos sin notar como es que Adalia interpretaba cada uno de sus movimientos desde la oscuridad.

Un mal día, Adalia se enamoró de Ben, el joven guerrero más habilidoso y mejor entrenado de todo el reino, sin dejar de lado que el más hermoso también. Sin embargo, Adalia no tenía las suficientes agallas como para acercarse a Ben y entablar una buena conversación, simplemente le gustaba observar a su media hermana desde lo lejos e imaginar ser ella junto a Ben.

El primer beso entre Scarlett y Ben fue una noche en la que, desgraciadamente Adalia estaba de guardia, Ben arrojo rocas a la ventana de Scarlett, quien al poco rato bajo para ver que es lo que quería su mejor amigo. Cuando ella descendió desde su ventana hasta el precioso y bien cuidado césped, Ben la tomó de la barbilla y besó delicadamente sus labios como si fuese capaz de romperlos, la armadura de Ben lo hacia ver espectacular y daba ese porte de encanto y protección que Adalia añoraba.

Como el Fénix  #Wattys2018Where stories live. Discover now