XIII Capítulo 2

13 4 0
                                    

¿Soy feliz?

Esa pregunta me la he hecho a lo largo de estos años, sin embargo no encuentro una respuesta certera.

Supongamos por un instante que soy feliz, que en mi vida a pesar de los malos momentos eso no arruina mi autoestima, si se supone que soy feliz, ¿es normal que llore todo el tiempo?

Ahora pongamos en perspectiva que soy infeliz, entonces si es normal que llore todo el tiempo, es algo común no sonreír y ser pesimista. Asimismo se necesita la tristeza para después ser feliz.

¿Entonces soy feliz o infeliz?

Por otra parte estoy sentada al borde de mi ventana, observando a la luna con el pañuelo que me dio el ángel entre las manos.

Sin saber cuando o el porque  mi querida luna  comienza a irse de mis manos escondiéndose entre las montañas mientras un sol alegre nace de nueva cuenta. 

Mi vista se posa en la barrera que rodea el castillo, y entonces recuerdo la cita con Rubén, quien se encuentra saludándome desde los páramos de lo que para sus ojos no es más que una enorme casa.

Por un instante pensé en solo dejarme caer y flotar hasta el suave césped, cuando recordé que era Rubén quien me esperaba abajo.

Con pereza y dispuesta a rechazar la invitación de salir con Rubén baje las escaleras topándome con los guardias que no dejaban de hacer preguntas. Llegue a la puerta principal esperando que mi padre no estuviera en el salón.

-¿Lista?- dijo él.

-En realidad no creo que sea buena idea.

-Oh, vamos. Será divertido.

-¿Me harás ceder?

-No tienes opción alguna.

Recorrimos el bosque entero hasta llegar a los límites, donde una carretera de asfalto mostraba un camino cual sendero, subimos a una camioneta negra.

Rubén conducía y yo iba en el asiento del copiloto.

-¿A dónde nos dirigimos?- pregunté.

-Se paciente.

-No existe infinidad de amor, no hay infinidad de paciencia...

-Existe si  te lo propones.

-¿Alguna vez te has sentido miserable?

-Claro, como todos.

-¿Qué es la muerte para ti?

-Nadie la puede definir hasta que la viva.

-¿Pero qué es morir?

-Mueres a diario alimentando a la muerte, la monotonía, la ira, el amor, el fracaso, muere y sigue así alimentando un deseo vació de vida sin propósito.¿Cómo lo alimentas?- dijo el sin desviar la vista del camino.

-Viviendo. ¿Y tú?

-Al no vivirla.

El camino era silencioso, pero reconfortante a la vez.

Al cabo de unos minutos, llegamos a un parque de diversiones.

Aquella gigantesca rueda de la fortuna me hipnotiza, es increíble ver algo tan inmenso y tan pequeño a la vista de los que realmente ven la vida como es.

Sin embargo no puedo evitar preguntarme.¿Cómo sabía que nunca he visitado un parque de diversiones?

-Lindo- digo cruzada de brazos.

Subimos a todos los juegos y probamos algodón de azúcar de todos los sabores y colores.La noche comenzó a caer, nosotros teníamos la mejor vista para mirar a la Luna tomar su lugar en lo alto del cielo mirándome, vigilándome, estando atenta a cada movimiento mío hecho y por hacer.

Nos encontrábamos en la cima de la rueda de la fortuna, podíamos ver todo pero nadie nos veía. Como un movimiento involuntario repose mi cabeza en su hombro suspirando.

-¿Qué es lo que sucede que te tiene tan agobiada?- dijo él mirándome.

-La transacción a la otra vida de alguien a quien amaba.

-¿Cómo pariente u hombre?

-Como hombre.

-Eso quiere decir ¿qué tengo oportunidad?

-Prometimos no estar con nadie hasta volvernos a encontrar.

-Esa es una gran promesa, una de mucho tiempo.

-Lo sé.

En un abrir y cerrar de ojos las luces del parque se apagaron, los juegos cesaron al igual que la música extrovertida. Ambos dimos un brinco al saber que habían cerrado el parque.

-Mierda, ¿hemos sido los únicos qué se quedaron aquí?- decía él mientras yo asomaba mi cabeza hacia los demás vagones vacíos.

-Supongo.

-Podemos pasar la noche aquí de todas formas.

-¿Y cómo bajaremos genio?- posó su mirada en una escalera tan alta como mi pesimismo.

Comenzamos a bajar lentamente hasta llegar al suelo, me extraña hacer las cosas comúnmente en lugar de usar mis poderes. Algo tan simple como saltar desde la cima es reemplazado por usar las escaleras.

-Sigueme, tengo algo que mostrarte.

-Tú y tus sorpresas Doblas.

-¿Cómo sabes mi apellido?- comenzamos a caminar.

-Lo decía en los documentos en regla de la camioneta. Pero Gundersen si que es un apellido inusual.

-Es noruego, ¿y qué me dices tu Ligthwood?

-Es inglés- llegamos a un lago con un par de botes a la orilla.

-Tarán- canturreó.- Bienvenida a mi pequeño rincón del mundo.

-Es lindo.

Subimos a uno de los botes, Rubén remaba alejándose cada vez más de la orilla acercándose al mangata reflejado en el agua.

Sus remos cesaron. Me agaché un poco para jugar con el agua, pero la mirada de Rubén puesta en mí era un poco incómodo.

-Si que tienes una mirada pesada.- dije  sentándome bien.

-¿Te puedo robar un beso?

-Los besos no se pi...- me robó un beso.

Me quedé perpleja, sin reaccionar. Y recordé a Ben.

Todo lo que hizo para que yo estuviera a salvo, para que fuera fuerte y soportara todo mal, para que reinara el mundo de las sombras.

Entonces me separé de él.

-No me malinterpretes Rubén, a decir verdad añoraba ese beso, pero mi corazón está confundido en estos instantes, necesita ser reparado antes de ser felíz.

-Entonces dejame sanar tu corazón.

-Es fácil decirlo. Pero créeme, ya lo he intentado.

-No con todo- volvió a besarme.

Y entonces sentí que mi corazón latía por primera vez. Rubén era lo que le faltaba a mi vida para estar completa.

Era él mi salvación.

Pero en aquel beso comprendí que él no es humano, los humanos son puros a sencillez, inocentes y frágiles cual golondrina. La energía que transmitía era pesada, llena de dolor y soledad.

Con una sed de sangre y venganza insaciable.

Era un ser inmortal que vive lejos de los límites del bosque.

No tengo idea de cómo es que no noté antes las señales. Un humano no podría responder a que es la muerte.

¿Cómo es qué alguien que no puede ser amado puede amar y viceversa?

Como el Fénix  #Wattys2018Where stories live. Discover now