XII

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-¿De qué hablas? - pregunté.

-Como vil siervo debo reportar...

-¡Maldición Ben, deja las formalidades y habla de una buena vez!

-Los ángeles estan buscándome.

-¿Qué dices?

-He matado a la persona equivocada Scarlett. La... La niña que hace años Jeff me forzó a asesinar resultó ser la elegida.

-¿La elegida?

-Así es, hemos interferido en los planes de Dios, sabes la condena significativa. Jeff, tú y yo somos culpables.

-¿Yo?

-Por ser testigo del asesinato de la humana Katherine Holmes y no haber acudido a sus superiores a tiempo es acusada de ser cómplice de tal atrocidad, condenada a ser despojada tanto de sus habilidades como de sus poderes de ser sobrenatural para así, convertirse en una criatura imperfecta creada por Dios señor de los cielos.

-¿Qué demonios...?

-Sé que es mi deber asumir todos los cargos de semejante error, sé que debo proteger a la princesa a toda costa- puso una rodilla en el suelo y bajo la cabeza, sacó de su manga la daga imperial y extendió sus manos.- No hay mejor honor que morir en sus manos.

-Estas loco, no soy capaz de matarte y lo sabes bien, sé que sólo lo dices por tu cargo como guerrero, pero basta, encontraremos la forma de salir de ésto.

-Lo digo como alguien cercano que conoce a Josseline Scarlett Lightwood mejor que nadie, no como guerrero. Si me matas ahora, quedarás exenta de cualquier castigo.

Las lágrimas comenzaron a aparecer, frías y heladas gotas. Me abalance sobre Ben y lo abracé.

-Eres un tonto.- digo entre sollozos.- Desapareces de mi vida y te vas a la guerra sin dejar rastros de vida- acerque más su cuerpo al mío.- Creí que habías muerto, no tienes una idea del millon de lágrimas que derramé por ti, del dolor en mi pecho cada noche al dormir, y ahora que por fin te tengo a mi lado otra vez, ¿me pides qué te mate? Si que sabes tratar a una chica.

-Lo siento, yo...

-No te atrevas a hablar, cada palabra tuya que cruza tu tráquea y es pronunciada por tus labios se siente como clavos hirviendo siendo enterrados en mi pecho.

-Ya he hablado con Jeff.

-Espera, ¿qué?- separe su cuerpo del mío.

-No me queda mucho tiempo Scarlett. Debes saber que siempre te he amado, todos estos años a presar de que no me vieses yo estaba ahí para ti, en todo momento, y esta vez no será la excepción.

Vi su cuerpo desplomarse lentamente, lo sostuve rápidamente sobre mis brazos, dándome cuenta de la flecha bañada en mercurio clavada en su espalda, una larga flecha que atravesaba su pecho directamente al corazón.

-Perdóname. Debes matarme ahora antes de que me convierta en...- comenzó a convulsionar. Lo giré para que no se ahogara con su propia sangre.

Estaba comenzando, lentamente su cuerpo mente y alma eran llamados por los transversales, criaturas que no pertenecen al inframundo ni al mundo mortal, yacían en el purgatorio esperando ser liberados, mientras tanto sus almas eran torturadas veinticuatro siete, hasta el fin de los tiempos.

Saqué la flecha, tomé la daga imperial y la clave en su corazón, al instante las convulsiones cesaron.

-Espérame, no estés con cualquier imbécil que desde dónde quiera que vaya mi alma te celare.- Me miro tan sereno que juraría que iba a quedarse dormido, como pudo paso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.-
You are my sunshine, my only sunshine, you make me happy when skies are gray, you'll never know dear, how much I love you,- comenzó a cantar, me uní a él mientras mecía lentamente su cuerpo. - please don't take my sunshine away, I'll always love you and make you happy, If you will only say the same, but if you leave me and love another, you'll regret it all some day. - De pronto dejó de cantar, su cuerpo se estremeció y dio su último suspiro.

Y allí estaba yo, sentada en el suelo de la torre de la iglesia sollozando con el cuerpo de Ben entre mis brazos.

No pasó mucho tiempo cuando las espesas nubes se dispersaron justo encima mío, el volumen de los lamentos incremento, todas las criaturas de las sombras volvieron a sus escondites. Y del cielo bajo un ángel.

Mis ojos se iluminaron al ver tanta belleza, una paz sobrenatural inundó mi pecho.

-Criatura imperfecta de Dios ¿qué es tan severo por lo que osas en derramar lágrimas sagradas para el todo poderoso?- miro el cuerpo de Ben y asintió.- Ya veo, ha cumplido su condena y la tuya ha sido abolida.

El cuerpo de Ben comenzó a elevarse hasta desaparecer entre la luz, al menos eso me alegraba, que su cuerpo   ascendiera en lugar de descender.

-¿Cómo se encuentra tu fé?- preguntó inundando cada rincón de mi cabeza, tarde unos segundos en responder.

-Satanás asumió la forma más blasfema para atacar mi fé.

Camino hacia mi, se puso de rodillas, sacó un pañuelo blanco y limpió mis manos cubiertas de sangre, dejó el pañuelo sobre mi regazo, se puso de pie y con su pulgar acarició mi mejilla.

Sus vestiduras no se ensuciaron a pesar de ser blancas.

-Al ser puros no podemos manchar nuestras vestiduras, somos perfectos.

-¿Estará bien?

-No puedo decir eso, ascendió para ser llevado a juicio, pero no estoy seguro de nada. Ponte de pie y anda, que tu mundo necesita de ti, y aquella persona que parece un mal es un bien, así que no tomes desiciones erróneas criatura.

Con un movimiento de alas comenzó a ascender.

Cuando desapareció tome el pañuelo que me había dado, era extrañamente suave, lo guarde en una de las bolsas de mi sudadera, mire la flecha y la daga, la flecha era larga, como las que se usan en el entrenamiento del castillo, pero era diferente, la punta estaba tallada en hierro, y las plumas eran de pavo real, con diseños en hilo de seda.

Me puse de pie, tomé la flecha y daga aún con sangre de Ben y comencé a caminar en dirección a las catacumbas que dan al castillo.

Aún llorando, intentaba no hacer ruido, ni tener mi respiración agitada, mis pasos eran torpes, pero logré evadir la guardia con agilidad.

Una vez llegando a mi habitación entre al sanitario, deslicé mis jeans negros rasgados lentamente, la sangre aún seguía fresca manchando mis muslos, me deshice de toda mi ropa quedando desnuda frente al espejo, miré mi cara, una combinación de maquillaje corrido con sangre seca.

Encendí la bañera dejando que el agua fría cayera.

Llamé a Jeff para que llevara a mi habitación bolsas con hielos, pero me dijeron que no estaba, así que otra persona las trajo.

Me dejaron las bolsas a la entrada del baño.

Vacíe las bolsas en la tina y me metí dejando que mis músculos se relajarán.

El agua comenzó a teñirse levemente de rojo.

Dejé mi cabeza bajo el agua. Pero no medi el tiempo.

Como el Fénix  #Wattys2018Where stories live. Discover now