Capítulo 13: Orientación

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Estaba bien. Yo en esos momentos estaba bien, pero quizás dentro de poco ya nada estaría tan bien.

Tuve miedo.

Agarré la carta, mi carta, y comprobé con más detalle si se habían acercado a ella. Y exactamente fue así.

El sobre estaba medio roto, como si la nota hubiera sido puesta de golpe o con mucha prisa.

Ahora sí podía decir que ya estaba todo hecho. Todo perdido. Aunque aún me salvaba el echo de que tampoco había nada importante escrito en ella.

Bueno, es decir, estaba escrito para mí y en teoría solo yo debía entenderlo, pero la carta me advertía de que no confiara en nadie.

¿Y si la persona que lo había leído sabía algo?

Poco a poco comprendí que no podía hacérselo pagar todo a Josh, no le vi con el papel en la mano, solo le vi mirando el escritorio.

Aunque estaba claro que él era el que más se había acercado.

Pero en ese lugar cualquiera podría haber entrado.

Y en un psiquiátrico fácilmente podían tomarte por un loco.

Así que preferí relajarme y mantener la calma. Estaba claro que todo empeoraría, mejor hacerlo lento y bonito.

Y si podía ser poco doloroso.

Dejé la carta nuevamente dentro del libro y la puse debajo del grupo de libros que me había traído Antoine antes.

Y entonces pensé. ¿Por qué había vuelto yo a la habitación?

Y me di la vuelta.

Hostia, es cierto.

A mis espaldas quedó un monitor incrustado en la pared. Era pareciodo a un televisor.

Me acerqué y con ciudado puse la pulsera donde había una luz roja parpadeante.

De repente un pantallazo azul me cegó, pero luego se reajustaron los colores y apareció la magia.

Los horarios eran bastante pobres.

—¿Y ya está? —murmuré sorprendida.

Ahí te indicaban los menús disponibles para las cenas, los almuerzos y todo lo que tuviera que ver con la cafetería.

También me indicaban el horario de los baños, las horas exactas en las que debía ir a buscar las medicinas y también tenían subrayada la hora del toque de queda.

Y más al final vi reuniones de obligatoria asistencia con Richard y un tal doctor Kepler, además de unas sesiones de ayuda.

Todo por la tarde. Las mañanas estaban vacías, solo podía pasar el rato mirando por la ventana.

Y no estaba mal, dentro de lo horrible.

Continué un rato observando y vi que si hacías varias maniobras con la pulsera podías llegar a ver un mapa de las instalaciones.

Incluyendo también el recorrido desde donde estaba para llegar a donde yo quisiera.

Era un lujo.

También había reloj y calendario. Eran las siete de la mañana.

Pero bueno, eso ya eran cosas aparte. Dejé de lado el aparato, pero no sin antes comprobar el camino que tenía que seguir para ir a ver al doctor.

Busqué su despacho en el mapa y intenté aprenderme de memoria su recorrido.

Esa pantalla era lo mejor del centro. Sin exagerar.

Apagué el monitor, me llevé los papeles que el bruto de Josh me había esparcido en la mesa y me fui. Era cierto que estaban sin rellenar, pero a lo mejor podía completarlos una vez llegase al despacho.

Quién sabe.

Me puse en marcha siguiendo por el mismo piso, memorizando pasillos que poco a poco llenaban ese vacío de recuerdos.

Crucé la cafetería, el ambiente seguía siendo tranquilo. Fui por la puerta de la izquierda, un pasillo largo y recto sin más caminos.

Finalmente encontré la recepción, y a partir de ahí fue muy sencillo.

Ojalá nunca más me perdiese. Según el mapa, Firstwood era una residencia gigantesca. Había incluso una zona restringida llamada zona roja.

En ese lugar debían ser todos zombis, o algo peor.

Frené delante de la puerta y me centré. Había llegado a mi destino sin problemas. Llamé dos veces y una voz contestó.

—Pase.

Abrí y entré muy despacio. Él, al verme, sonrió y me pidió que tomara asiento con un gesto amable.

—Hola de nuevo, pequeña. —me dijo.

Sonreí. Que me llamara pequeña sonaba cálido, tranquilo. Era una palabra sencilla, pero me gustaba saber que me la dedicaba a mí.

—Veo que traes los papeles que le di a Antoine.

¿Antoine?

—Me los ha dado Josh. —le respondí confundida.

—¿Josh? Qué raro, a él no le dije nada.—murmuró pensativo. Pero igualmente se encogió de hombros. —En fin, no importa.

—... de acuerdo.

—¿Has mirado los horarios?—preguntó. Asentí convencida. —Supongo que habrás visto que no tienes demasiado que hacer, ¿verdad?

—...sí. —dije recordando. —Tengo reuniones con usted y con un señor llamado...

—Kepler, es el médico jefe y el que suministra las medicinas, sí. —me cortó.

—...vale. Y también unas sesiones de...

—Ayuda, sí, son útiles para casos como el tuyo. —me volvió a cortar.

Richard, buen hombre, no me pregunte cosas si luego no me deja responderlas.

—De psicología..., sí. ¿Y qué son?

—Pues son clases que hacemos para mejorar el funcionamiento de la mente, normalmente son como pequeñas sesiones de psicoterapia. —se explicó. —Es decir, contratamos a una persona especializada en relaciones sociales para que te ayude y te haga sentir más cómoda en todo esto.

—¿Una orientador personal? —dije.

—Sí, eso es. —afirmó. —Y de momento tenemos vacante libre, osea, que no hay nadie.

Vaya, que cosa más rara.

¿Quién no querría ser orientador de una persona con estado psicológico altamente sugestionable?

—Pero en fin, Antoine se ha obsesionado con encontrar a alguien adecuado para ti. —me dijo. —Se ha puesto muy contento al ver que podía ayudarte.

—Es un chico muy amable.

—Ya lo creo. Hace tiempo que no lo veo tan preocupado por alguien.

Eso me lo tomé a broma, pero luego vi que las palabras iban con doble sentido.

¿Acaso era una indirecta para decirme que yo le gustaba a ese chico?

—Pero en fin. —concluyó. —Hazme el favor de rellenar los papeles que llevas, Skyler.

—De acuerdo. —murmuré, mirándolos otra vez. —¿Son tests?

—Dos de ellos sí. —afirmó. —Pero luego hay autorizaciones que requieren tu firma. Son importantes.

—Está bien. —asentí. —Cuando los acabe se los daré.

—Por favor.

Sep. No había problema.

Salí tranquilamente, no cómo la primera vez cuando todavía tenía miedo de perderme. En esos momentos ya sabía más o menos cómo moverme.

El único problema que tenía que preocuparme era la carta, y por entonces, intentar averiguar quién iba a ser mi orientador personal.

Pero si era Antoine el encargado de buscar a alguien no habría problema.

... ¿Verdad?

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora