Capítulo 35 [1/2]: Morir o no morir

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—Bueno, de acuerdo. —dije con calma. —Ahora en serio, baja el arma.

Era una situación interesante, aunque no muy agradable. Intentaba no desviar la mirada de sus ojos, por mucho que la pistola fuera de más atención. No debía subyugarme a lo que podría matarme para siempre. Era mejor mantener una relación de miradas con ella.

No obstante, tampoco tenía muy claro si ella seguía siendo amiga.

—No puedo. —me repitió.

Siendo sinceros, me temía algo así. Bueno, no exactamente así, pero a ver, cabe decir que ya tardaba en aparecer una persona que quisiera apuntarme con una pistola.

Aunque tampoco me imaginara que fuera ella esa persona, pero en fin.

Bien, bien.

—¿Y yo no puedo hacer nada por ti? —pregunté. —Puedo intentar ayudarte.

Estaba jugando un poco, más que nada intentaba evitar que hiciera algo malo. Quizás hablar y entretener la mantenía un poco ocupada en el tema de asesinar.

Di un paso pequeño hacia delante, levanté la mano hasta la altura del arma. Era necesario no volverse loco.

—Esto está mal... —dije murmurando. —Tú no quieres hacerme daño.

—De todas formas lo debo hacer. —respondió.

—¿Entonces tu trabajo es matarme? —pregunté irónica. —¿Tanto para terminar matándome?

Y eso se lo pensó.

Y mientras ella pensaba a mí me dio tiempo para avanzar unos metros, cada vez estaba más cerca y cada vez era más peligroso todo.

—Sí.

—Está bien... —murmuré. —Pues siento decirte que no es un trabajo con futuro.

Pareció hacerle gracia la broma. No podía mantenerse seria, me gustaba más cuando me sonreía. Me hizo suspirar con algo más de calma, cabe decir que el corazón me iba a mil.

La mejora era mínima, pero al fin y al cabo era una mejora y buena.

Solo no me dispares todavía, por favor. Por lo menos déjame intentar evitarlo.

—Nunca vas a cambiar. —comentó. ¿Eso era bueno o era malo? —No entiendes la gravedad del asunto, ¿verdad?

Pues la verdad es que me hice a la idea cuando vi el arma.

Pero no no, para nada. No entendía de asesinatos. Solo se dejaba ver muy directamente que debía morir entre terrible sufrimiento.

—Solo entiendo que alguien me quiere muerta. —le contesté, molesta por sus dudas. —Pero no está en tus manos mi vida.

—Quizás sí lo esté. —dijo. —Las órdenes son claras. O tú, o yo.

Y paré de golpe.

La miré unos segundos demasiado largos. Creo que comenzaba a entender por qué era todo tan misterioso, y por qué tanta gente estaba preocupada por mi memoria. Y tenía un mal presentimiento.

O moría ella, o moría yo. Creo que a eso le llamaban ley de vida, o ley del más fuerte. Y lejos de ser un juego de niños, creo que esto terminaría mal de todos modos.

¿Pero por qué?

—¿Por qué es todo tan así de malo? —pregunté. —¿Por qué debo morir?

Sinceramente no le encontraba lógica.

—Sabes demasiado, Skyler.

Me quedé en blanco.

Vale. Ahora sí le encontraba lógica.

Paradise [No corregido]Where stories live. Discover now