Capítulo 38: Viva y despierta

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Lentamente escuchaba acercarse alguien a mi habitación, que en esos momentos estaba bastante apagada.

No había luz del exterior que iluminara nada de dentro, ni siquiera parecía verse el cielo. Aunque podía deducirse que no hacía mucho sol.

Al ladear la cabeza, vi en la mesa pequeña un reloj que marcaba la hora, y era muy pronto por la mañana. Una mañana fresca que despertó con la ventana abierta y un viento agitado.

Estaba cansada. No era normal. Ya basta de dormir, Skyler. En serio. Te estás perdiendo los días para mejorar.

Tosí y me sentí fatigada. Eso era por no moverse, por no hacer ejercicio y por ser una vaga. No era yo de hacer mucho deporte, pero tanto estar en la cama me estaba volviendo débil. Aunque también podía existir la excusa de que era culpa de la pastilla que me provocó el sueño. Que al paralizarme y eso, pues que aun estaba mal... y cosas así.

Aunque...

Sinceramente, nunca antes me sentí tan lúcida como en esos momentos. Estaba viva y despierta.

Me sentía realmente bien, en un estado físico y mental aceptable. Era capaz de pensar a una velocidad extraña y fugaz, y estaba bastante despierta y con ganas de hacer cosas a pesar de sentirme con el corazón dañado.

¿Por qué?

—Estás despierta. —dijo alguien, luego de abrir la puerta sin hacer ruido. Me llevé un susto hasta que vi la mirada del pequeño.

Pareció alegrarse de verme con los ojos abiertos.

—¿Te sientes bien? —se preocupó.

—No lo sé. —dije. Gran respuesta. Era raro, me sentía bien pero no me sentía bien. —¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

Caminó hasta sentarse en la silla que había al lado de la cama. También al lado de la mesa. Se me quedó mirando y pensó la respuesta.

—Casi un mes. —soltó. Cabe decir que fue un gran impacto, porque ni de lejos pensé que había estado tanto tiempo en el limbo cósmico.

Entonces pensé algo. Cerré los ojos con fastidio al caer en la cuenta de que quizás me hicieron tomar más pastillas. Increíble.

Solté el aire a desgana y volví a mirarle.

—¿Acaso me pusieron más drogas en la sangre o algo así?

—Que yo sepa no. —respondió rápido. —Estuve pendiente de eso cada día. Y creo que no.

Bueno, eso me sorprendió. Primeramente me sorprendió que estuviera conmigo cada día, y que tuviera en cuenta si me estaban inyectando cosas, pero me sorprendió más otra cosa.

—¿Entonces una pastillita de nada me hizo dormir durante casi un mes?

Abrió la boca y la cerró, solo agachó la cabeza y asintió. No hacían falta palabras para describir el sorprendente poder del demonio que tenían esos medicamentos.

—Y suerte de que lo paramos a tiempo. —dijo. Casi me sonó a advertencia. —Porque podrías no haber despertado nunca.

Tuve un mal escalofrío al imaginarme para siempre en ese sueño desesperante, podría ser perfectamente un infierno infinito. Estaba claro. Tuve suerte, mucha suerte. Hay demasiada poca gente de la que no puedo fiarme, porque todo podía inducir a la muerte.

—Creo que todos quieren matarme. —dije con cierto miedo.

—Todos no. —me intentó aliviar. —Sólo los que se benefician vendiendo esas cosas.

Paradise [No corregido]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant