Capítulo 31: No lo sé

528 47 3
                                    

Por un largo momento nos quedamos mirando un poco asustados. Aunque no era el miedo que se conoce normalmente, más bien era cierta desconfianza. Pero tampoco le hicimos mucho caso a eso, el problema era que ninguno sabía qué decir exactamente.

El silencio del bosque por un momento dejó de ser agradable.

Aunque la primera que habló no fui yo.

—¿Estabas buscando algo... o a alguien? —me preguntó.

—Te buscaba a ti. —le dije, con algo de sequedad quizás. Y lo digo porque esa respuesta pareció sorprenderle, y no de buena manera.

—¿No irás a entregarme a los guardias, verdad?

Y entonces afloró su miedo. En parte lo vi normal, pero necesitaba que confiara mucho en mí, y para eso que él tuviera miedo no me sería útil.

—No. —respondí segura. —Quiero ayudarte a salir de aquí.

Y una luz de esperanza le iluminó la mirada. A pesar de todo me sonrió con alegría, pero él seguía teniendo dudas. Aunque por alguna razón confiaba en mí.

—¿Sabes por dónde puedo salir...? —y esa pregunta me hizo volver a la vida real. —¿...sin que me vean?

Suspiré. Ahora esto ya no le haría tanta gracia. —No... exactamente.

—Oh... —murmura de hombros decaídos.

—Aunque sé de alguien que podría ayudarnos. —continuo.

—¿Quién? —se exalta al momento, y con el impulso pone ambas manos sobre mis hombros.

Por un momento me bloqueo, pero no tardé en responder. —Si me esperas en este sitio, le traeré conmigo.

Y otra vez sonrió.

No dudó en decirme que me esperaría en ese sitio exacto, eligió confiar en mí plenamente a pesar de tener razones por no hacerlo.

En parte yo sabía que terminaríamos siendo amigos. Lo supe desde el momento en el que chocó conmigo.

Y como él de ahí no se movería por nada en el mundo, yo a cambio le prometí no tardar mucho. Creo que sería capaz de encontrar al niño sin haber de pasear mucho por Firstwood.

Creo.

Creo.

Y espero.

Al fin y al cabo siempre estaba cuando lo necesitaba. Así que por eso mismo me fui por donde vine, corriendo, esperando encontrar a Hilda y al niño en el mismo sitio donde les dejé.

Con un poco de suerte yo solita sabría encontrarle y no perderme por el camino. Aunque hacía tiempo que ya no me perdía.

Quizás mi orientación había mejorado.

...

O quizás es que mi memoria ahora era realmente increíble. En verdad en esos momentos era capaz de recordar hasta los detalles más pequeños.

Hm... quién sabe. A lo mejor ahora mi cabeza es realmente increíble.

—¡Skyler! —gritó alguien desde el otro lado del pasillo. Y no había nada como un buen susto para volver a la realidad de cabeza.

Me giré de golpe y al mirar al horizonte vi una figura en bata blanca muy apurada avecinándose hacia delante, a punto de estrellarse contra mí. O contra la pared si se diera el caso de que yo me quitara del medio.

Pero antes de llegar a menos de un metro, sorprendentemente paró de golpe.

Y sus ojos me apuntaron como flechas.

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora