Capítulo 46: Siempre estaremos juntas

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Me sentí extraña cuando dejé de respirar humo. No sabría decir si estaba completamente bien, pero al menos no me había desmayado.

Me quedé echada en el suelo todo el tiempo que pude intentando entender lo que acababa de pasar.

Richard se había quedado a mi lado, se sentó y suspiró. Temblaba más que yo, y se quitó los lentes alterado.

Me sentí mal por él. Tuve que levantarme y sentarme para ponerme a su altura. No sabía si decirle algo o no.

—Sky, ¿qué hacías allí dentro? —me preguntó tiempo después, entre un incómodo silencio y el paso de los agentes que intentaban apagar el incendio.

—Nada en concreto. —respondí sin decir la verdad, pero tampoco sin mentir.

—¿Nada en concreto? Uno no hace nada en concreto dentro de un incendio.

Agaché la cabeza. —Yo...

—¿Buscabas algo? —insistió otra vez.

—No, no...

No sabía si decirle que sólo era un mal presentimiento, y que fui por pura curiosidad. Kepler ya me había hablado del paraíso y no resultó una conversación agradable, así que sospeché que estaba más relacionado con eso de lo que me esperaba. Y bueno, técnicamente entré por eso.

Y ahora que sabía las cosas que tenía guardadas, el tema a debatir era por qué tenía esas fotografías tan extrañas. Y sobretodo por qué tenía una fotografía de la actualmente desaparecida Cameron, ya que supuestamente nadie a parte de mí sabía de su existencia, e incluso yo ni era capaz de recordarla bien… Así que ya me dirás. ¿Hay alguien más que sepa de mi vida?

Conspiraciones varias.

Suspiré y me recosté en la pared, mirando hacia arriba. El rastro del humo negro aún era visible, pero hacía un rato ya que las llamas parecían haberse apagado. No fue hasta que avisaron a Richard de que ya estaba todo en orden que decidimos levantarnos y hablar de nuevo.

—¿Tú sabías que ese era el despacho de Kepler? —murmuró, yo asentí mientras él me tendía la mano para ayudarme a poner derecha. Me encontraba relativamente bien pero me costaba mantener el equilibrio.

Richard esperó a quedarnos solos para comenzar a caminar otra vez hacia la habitación ya quemada. Le seguí intranquila, sorprendida por lo que estaba haciendo. Al parecer yo no era la única que quería saber cuáles eran los secretos escondidos que allí había. Y tampoco era la única que en ese despacho pasaban cosas raras.

—Que yo sepa nadie ha conseguido entrar hasta ahora. —continuó diciendo. Él pasó primero y se aseguró de que fuera seguro estar dentro, luego de eso me pidió que tuviera cuidado pero que si encontraba algo interesante le dijera algo.

Ese hombre era increíble. Y ante tal norma acepté y entré.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que salí de ahí casi sin conocimiento, pero el escenario había cambiado totalmente. Cosa normal luego de haber sufrido un incendio inesperado.

Las carpetas y papeles y demás habían quedado reducidas a cenizas negras que se perdían cuando las tocabas. La ventana abierta dejaba pasar el gélido viento y eso provocaba que ninguna ceniza se mantuviera quieta más de diez segundos.

Busqué por las mismas estanterías que antes pero sin suerte de hacer algún hallazgo importante. No había más que respirar hondo y percibir el olor de lo perdido, de eso que no ibas a recuperar jamás.

—¿Ves algo? —me preguntó. Negué con la cabeza y miré por los lados que recordaba menos infestados de llamas con la esperanza de encontrar una zona que no se hubiera quemado. Pero tal zona no existía.

Paradise [No corregido]Where stories live. Discover now