Prologo

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"Hasta que la muerte los separe"


Y ahí estaba yo, sellando con un beso mi promesa de serle fiel hasta la muerte a mi amiga, confidente, y ahora mi esposa. Realmente nunca imaginé que volvería a enamorarme, o que tendría la oportunidad de casarme. Dios, las cosas suceden tan repentinamente.

—Finalmente juntos —susurró con una sonrisa sobre mis labios.

—Finalmente juntos —repetí mientras volvía a unir mis labios con los suyos en un vínculo amoroso.

Todos aplaudieron y en ese momento comprendí que había dado un paso muy grande en mi vida que no tendría retorno.

Cuatro días después.

—Estoy orgullosa de que hayas superado esos fantasmas de tu pasado —susurró Mila acariciando mi torso desnudo.

—También yo —musité, permitiendo que mi mente viajara a ese fatídico día.

¿¡Piensas irte y dejarme así!? grité furioso.

No podía ver nada, mi corazón y juicio estaban completamente nublados. Ella estaba dispuesta a abandonarme y no continuar luchando por nosotros. ¿Es que acaso lo que hemos vivido no le bastaba para quedarse a mi lado? Las preguntas rondaban mi cabeza sin control y eso solo me perturbaba más de lo que ya me encontraba.

¡Yo no pertenezco aquí, Christian, no lo hago y me estás obligando a quedarme en un lugar donde nadie de tu familia me quiere! gritó con lágrimas en los ojos.

¡Yo te quiero! estallé.

¡Pues no es suficiente!

Esas palabras fueron una puñalada directo al corazón. ¿Mi amor no le bastaba? ¿por qué? ¿qué demonios he hecho mal? Le he demostrado cada día lo mucho que la amo y lo importante que es para mí. Que me dijera eso solo me destrozaba más.

¿Qué quieres decir?pregunté asustado.

Que, si me amaras no permitirías que me maltrataran tomó su bolso y lo que parecía ser su equipaje.

¿A dónde vas? no, no, no, ella no puede abandonarme.

Adiós Christian.

—¿Christian? –preguntó mi esposa haciéndome volver a la realidad.

—¿Mmm? —murmuré.

—¿Estabas pensando en ella otra vez?

—No —solté un gran suspiro—, no...

Ya no tenía ningún maldito derecho sobre ella para mantenerla en mi mente. Se había ido de mi vida tan pronto como llegó y yo no hice nada para detenerla, pero tampoco hice nada para protegerla o valorarla. Ella decidió irse y aunque no quise comprenderlo en su momento, quizá que saliera de mi vida fue lo mejor. Nuestro mundo giraba muy rápido y nunca tuvimos la oportunidad de organizar nuestras vidas. Ambos estábamos maltratados por diferentes causas y el que jamás arregláramos eso solo iba a causar un daño aún más grande.

No pude ni podré imaginar a una mujer más increíble que ella, y sé que suena horrible de mi parte considerando que ahora estoy casado, pero siempre llegarán personas a nuestra vida que nos dejarán marcados, y su amor y presencia definitivamente dejaron una enorme huella que nunca podrá ser borrada. La forma en que se comportaba era única y totalmente especial, algo que en mi mundo no se movía ni se mueve mucho, así que ya podrían imaginar por qué es que mi mente siempre la buscaba en esos rincones llamados recuerdos.

De repente, un sonido nos interrumpió; era mi celular.

—Harris —contesté.

—Está aquí —dijo Javier, mi hermano.

—¿De qué hablas, Javier? —pregunté confundido.

—De ella, Christian —me congelé —. Vera Williams está viva.

Mi mundo se detuvo en seco.

Rompiendo PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora