Capítulo Dos

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CHRISTIAN

DOS AÑOS Y DOS MESES DESPUÉS

Estaba viva, ella, Vera estaba viva.

—¿Christian? —llamó Javier —. ¿Estás escuchándome?

—¿Cómo lo sabes? —pregunté en un gruñido.

—¡Porque la vi, joder!

—¿Dónde? —volví a preguntar.

—En el cementerio, fui a hablar con el encargado de la tumba de papá y la vi observando su lápida, era ella Christian, te lo puedo asegurar.

—¿Christian? —Mila me miraba expectante. Era mejor que no supiera.

—Te llamo luego, Javier —colgué antes de que pudiera escuchar algo.

—¿Quién era? —preguntó curiosa.

—Javier, problemas con la empresa, es todo —le sonreí y besé sus labios.

—¿Tenemos que volver? —preguntó desanimada.

—No amor, aún no —la acurruqué conmigo.

—De acuerdo —murmuró en un bostezo.

Luego de que Mila se durmiera, salí de la cama y me dediqué a abrir la portátil. Si Vera estaba viva, tenía que tener alguna dirección, red social o algo, ¿no? Tecleé con rapidez, pero nada, no tenía absolutamente nada. Pasé las manos por mi cabello, desordenándolo. ¿Cómo diablos podía estar viva? ¡murió en un accidente, maldición! Todos lo confirmaron y no hubo indicio de que sobreviviera. Bufé y en ese momento, el sonido de mi celular me sobresaltó.

—Diga —dije con la mano en el pecho.

—Ni te molestes en buscar —dijo Javier, ¿cómo demonios sabía lo que hacía?

—¿Cómo supiste...? —me interrumpió.

—Porque ya lo hice y no sale absolutamente nada, ha vuelto como un fantasma, pero te puedo asegurar que quien miraba esa lápida era ella, cabrón —suspiró Javier. Sabía que estaba a punto de volverse loco, pero no tanto como yo.

—¿Había alguien más con ella? —pregunté mientras observaba a Mila dormir.

—No, estaba completamente sola —afirmó mi hermano—. Se quedó de pie viendo su lápida, probablemente reflexionando en lo loca que está al haber fingido su muerte.

—Tengo que averiguar qué es lo que busca —dije pensando en ella. Vera Williams estaba de vuelta, ella regresó de la muerte.

—¿Qué? ¡no, no, no! —dijo rápidamente—. ¿Estás loco? Debes hacer todo lo contrario, aléjate de ella, hermano.

—¿Alejarme? —pregunté confundido—. ¿Por qué?

—¿Olvidas todos los problemas que ella te trajo, Christian? —suspiré recordando esos tiempos—. Claro que lo recuerdas, y es por eso por lo que no debes acercarte a ella, ni si quiera darle señales de que estás con vida, ¿entendiste?

—Sí, Javier —gruñí.

—Agradece que estoy salvando tu trasero —colgó, dejándome absorto en recuerdos turbios.

—Mamá, papá, ella es Vera, mi novia —la abracé de la cintura.

—¿Ella? —mi madre la vio con repugnancia. ¿Qué le pasaba?

—Un gusto conocerlos —dijo Vera completamente incomoda, podía notarlo en su expresión corporal.

—Igualmente —estrechó la mano de mi novia con ¿asco? —. Christian, hijo, ¿podemos hablar en privado?

Rompiendo PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora