Capítulo Cinco

13.2K 704 30
                                    

VERA

Había sido una de las cosas más difíciles que pude hacer en mi vida. Alejarme de Christian como lo había hecho fue una completa tortura, pero era él quien había ocasionado todo ese daño y eso era algo que no podía perdonar, sobre todo porque él nunca tuvo la decencia de decirme la verdad sobre sus padres. Al contrario de eso, llegué a enterarme un tiempo después de mi accidente donde todos me creían muerta, algo que llegó a convertirse en mi bendición cuando pensé que había sido una maldición.

Nunca supe la forma en la que llegó a sustituirme un cuerpo ajeno en la explosión de mi auto, ni tampoco supe quién fue la persona que estaba ahí, pero no podía dejar pasar una oportunidad así. Al principio quise ir detrás de Margaret Harris, pero si lo hacía no tendría forma de defenderme como hasta ese escaso momento la tuve. A aproveché el hecho de que todos pensaron que había fallecido y dediqué todo mi tiempo a buscar pruebas, pruebas que, sin dudarlo, utilizaría en contra de los Harris para llevarlos a la ruina como lo hicieron con mi familia.

Conduje por las afueras de la ciudad durante varias horas, hasta que decidí estacionarme fuera de un restaurant para cenar. Al entrar, me senté en una mesa del fondo y me dediqué a ver el menú, al menos hasta que una figura masculina se sentó en frente de mí, robándome la poca paz y paciencia que me quedaban. Suspirando, bajé el menú encontrándome con Javier Harris.

—¿Desde qué jodida calle me sigues? —pregunté fastidiada.

—Más o menos desde los dos primeros kilómetros —se encogió de hombros.

Solté un suspiro.

—¿Qué quieres?

—Que hables con mi hermano —respondió mirándome fijamente —. Vera, él sufrió mucho cuando te fuiste.

¿Qué todos esperaban que me llenara de compasión después de lo que me hicieron? El cinismo abundaba en esa familia sin duda.

—¿Y crees que yo no sufrí cuando me enteré de lo que hizo conmigo solo para conseguir el terreno de mi padre? —pregunté con un jodido nudo en la garganta. Debía contener las lágrimas, ya no podía llorar más.

—Él no sabía nada —contestó molesto—. Nadie de nosotros sabía eso hasta que llegaste a la casa a gritarle a mi madre como una loca.

No le creía, simplemente no podía hacerlo. Todos en esa familia sabían sobre la estafa hacia mi padre; todos menos mi familia.

—En primer lugar, ella se lo buscó —respondí furiosa—. Segundo, ¿acaso no querían encontrarme?, te recuerdo que tu hermano pidió cámaras por todo el cementerio.

Javier se tensó en ese instante y yo sonreí. Ninguno de los Harris esperaba que estuviera un paso adelante.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó alarmado.

—No soy estúpida, Javier. Ustedes estaban tras la lápida de mi padre, los escuché cuando iba a visitarlo —rodé los ojos, aburrida.

—Ok, ok, basta de juegos, Vera —tomó mi mano y la quité inmediatamente, pues no quería ni su cercanía—. Bien, veo que no me quieres cerca.

—Ni a ti, ni a nadie de tu familia, por si no te había quedado claro —respondí secamente.

Javier soltó un pesado suspiro.

—Solo te pido que hables con Christian, que se aclaren, solo eso, Vera, ya después, puedes hundirnos si quieres. Lo único que te pido es que cierres este ciclo con mi hermano, porque estoy seguro de que si no lo haces él va a enloquecer y yo no quiero verlo de esa forma otra vez.

—Claro que voy a hundirlos. No creas que porque vaya a hablar con tu hermano mi amor renacerá y dejaré en paz a tu madre —lo miré fijamente y este esbozó una sonrisa.

Rompiendo PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora