Capítulo Veinticuatro

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CHRISTIAN

—Es una broma ¿no? —pregunté aterrado.

Lo que Javier me decía no podía ser cierto.

—Quizá tú estabas muy joven y decidiste encerrarte en el alcohol para evitar el sufrimiento, pero yo estuve en la muerte de papá, Christian —afirmó—. Incluso su autopsia dice que fue un infarto agudo al miocardio, nada provocado por otra cosa.

Comencé a maldecir y a jalar mi cabello con fuerza.

—¿Christian? —Javier se acercó con cautela.

—¡Fui y casi la asesino por creer lo que ella me dijo! —lloré—. ¡Le creí y ahora Vera está entre la vida y la muerte por mi culpa!

—¿De qué cojones hablas, Christian?

—¡Mamá dijo que Vera había envenado a nuestro padre! —no podía controlar mi angustia, la había cagado.

Si ella llegaba a morir...

—¿Mamá te dijo eso? —preguntó y luego me sacudió por los hombros—. ¿¡Le vas a creer luego de todo lo que le hizo a Vera!?

—Yo... —no encontraba las palabras.

—¡Joder, Christian!

Javier tenía razón. ¿Qué diablos había pasado conmigo?

—Christian, yo sé que amas a mamá y darías todo por ella, pero hay que detenerla. ¡Mira hasta dónde ha llegado!

—Javier, yo no puedo hacerle eso.

De repente, Javier golpeó la mesa que estaba a nuestro lado. Estaba furioso y por un segundo creí que quería golpearme, pero tampoco lo hubiera culpado, realmente lo merecía.

—¿¡Es que acaso estás ciego!? —gritó—. ¡Es tu novia de quién hablamos! ¡Ella es quién está en el hospital luchando por su vida, carajo!

—Lo sé.

—¿¡Debo recordarte que ella es la que se encuentra en coma y no mamá!?

Sus palabras dolían, pero tenía razón. Gracias a mamá y su control sobre mí, Vera se encontraba pendiendo de un hilo y no sabíamos si lo lograría.

—Tengo que ir a verla —me levanté de mi sitio.

—Sabes que Gabriela no te dejará entrar —se cruzó de brazos—. Ella ahora mismo te detesta, Christian, y con justa razón.

—Y es por eso por lo que tú vas a ayudarme.

—Oh, no —levantó sus brazos—. Ni sueñes que voy a meterme con mi hermana. Christian, ella parece un animal rabioso, ¿de veras crees que voy a distraerla para que veas a Vera? Quizá lo mejor es que te alejes de ella de una vez por todas.

Decidí que la mentira sería mi mejor aliada.

—Lo harás, o le diré a todos que tuviste un trío una vez y entre esos estaba un hombre —afirmé y Javier abrió los ojos aún más en señal de sorpresa.

—¡Sabes que eso es mentira!

—Pero me van a creer de todas maneras. Tú eres el fiestero en esta hermandad.

Los ojos de Javier reflejaban más que rabia, pero tenía que utilizar esa herramienta a mi favor. Si no lograba ver a Vera, todo se iba a venir abajo para mí.

—Bien —gruñó y caminó hacia afuera soltando maldiciones.

Sonreí ante mi idea de chantaje y lo seguí.


Estacionamos fuera del hospital y caminamos hasta la entrada. Javier me guio por los pasillos hasta que llegamos al lugar donde se encontraba Vera. Caminé decidido hacia su habitación, pero Javier paró en seco y me miró.

—Espera —me frenó—. Gabriela está afuera de su habitación.

—¿Cómo piensas distraerla?

—¿No tienes otra de tus horribles mentiras? —preguntó molesto y yo reí.

—No.

—Ya se me ocurrirá algo. Cuando nos veas irnos, corre a su habitación y no tardes tanto.

—De acuerdo.

Dicho eso, Javier se acercó a mi hermana y la saludó para luego abrazarla. Los ojos de Gabriela se notaban irritados de tanto llorar. Sentí un nudo en el estómago y no entendía el porqué. ¿Había algo más grave de lo que tuviera que enterarme?

En cuanto vi a Gabriela alejarse junto a Javier, supe que mi señal para entrar era esa. Caminé rápidamente hacia la habitación de Vera y me adentré en ella. Una vez que llegué ahí quise morir. Su rostro estaba totalmente pálido, y sus labios totalmente secos. Parecía que estaba sin vida, solamente siendo sostenida por esas máquinas. Toda luz en ella se había escapado y sentí que la perdía para siempre. Lo que había ahí era un cuerpo sin vida, pero lo peor es que sabía que era por mi culpa.

—Mi Vera —susurré.

Me acerqué a su camilla y algo en la tabla donde tenían su control me llamó la atención. Cuando la leí, sentí que el alma abandonaba mi cuerpo.

"Se declara en coma debido a contusión grave en el cráneo. Parte superior derecha."

Vera estaba en coma porque la golpee en la cabeza. Retrocedí un par de pasos y sentí que el aire me faltaba. En vez de salvarla, la arrojé al abismo sin remordimiento alguno. No importó cuanto amor sentía por ella, me cegué ante la mentira y la lastimé.

—¿Qué demonios haces aquí? —la voz amenazante de Ryan me sobresaltó.

Lo miré y sus ojos estaban rojos también. Era claro que él también estaba sufriendo por la ausencia de Vera. Su mirada reflejaba odio y sentí que no podía seguir viviendo, ni si quiera lo merecía. Yo debía estar en esa cama y no ella.

—Yo... —sentí mi garganta cerrarse.

—Solo lo diré una vez, Harris —su mirada parecía lanzarme dagas—. Si no te largas en diez segundos, te mataré aquí mismo.

Su comentario no me molestó en absoluto.

—Ryan.

—Lárgate, Harris, lárgate ya —cerró los ojos y sus puños.

Decidido a dar una tregua, le dediqué una última mirada a mi Vera.

—Lo siento —susurré.


Me encontraba de nuevo en el hotel con el diario de la tía de Vera. Luego de haber salido del hospital, decidí pasar por su casa y buscar su diario. Me sentía solo, y de alguna manera, el diario de su tía me hacía sentir cerca de Vera.

"10 de septiembre de 1996"

Nada ha cambiado. Todo sigue igual o quizá peor. Elliot tuvo dificultades estas últimas semanas y temo que no lo logre. El doctor le ha dicho a mi cuñada que no cree ver más esperanzas en mi hermano. Esto la ha dejado mucho peor y no sé qué hacer.

Vera ha cooperado mucho y se ha mostrado alegre en todo momento, con dos añitos es bastante hiperactiva cosa que a Elliot y a Lisa les hace felices e incluso a mí también.

Hoy finalmente iré a ver a mi hermanito luego de semanas que solo estuve en sala de espera. Yo espero que ver a Vera le haga bien y se recupere.
Aunque haya dicho que no tenía muchas esperanzas sobre mi hermano, no dudo de Dios y sé que él estará bien cuando vea a su angelito."

Cerré el diario y dejé caer las lágrimas. No quería que Vera terminara como su padre por mi maldita culpa.

Rompiendo PromesasWhere stories live. Discover now