Capítulo Catorce

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CHRISTIAN

Después de que le planteé a Vera que me divorciaría de Mila, realmente lo consideré. Lo que sentí con Vera esta última semana no lo sentí con Mila en dos años. Definitivamente estaba en conflicto conmigo mismo, pero para ser justo, ni en mil años pensé que mi ex novia se encontraría viva.

Ahora, en vez de pensar en los ojos de mi esposa, sus fríos ojos azules rondaban mi cabeza sin reparo, así como sus labios y su sonrisa. Estaba mal, lo sabía, pero no podía detenerme, mi único pensamiento se centraba en que jamás la superé y podré superarla. Vera Williams era todo en mi vida y continuaba siéndolo.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el teléfono.

—Diga —respondí en seco. Lo que menos quería era atender personas.

—¿Christian Harris? —una voz masculina muy conocida habló por el otro lado de la línea.

De pronto, mi corazón empezó a latir con fuerza.

—Sí, con él habla —dije con determinación.

—Es Ryan Baldridge —mis alarmas se activaron de repente.

Era el amiguito de Vera.

—Ryan —respondí tajante—. ¿Se te ofrece algo?

—No, no —respondió—, pero mi chica definitivamente te necesita.

¿Su chica?

—¿Te refieres a Vera? —enarqué una ceja.

—Así es —una pausa—. Me dijo que necesita verte.

¿Es que estaba jugándome una broma? ¿Desde cuándo Vera siente deseos de verme?

—¿Harris, sigues ahí?

—Sí, sí, sigo aquí —me aclaré la garganta—. ¿Dónde está ella?

De pronto, un silencio sepulcral se hizo presente y sentí como mi estómago dio un vuelco. ¿Por qué se quedaba callado?

—Estamos en el Hospital Central.

Me quedé helado y por un segundo el teléfono casi resbaló de mis manos. ¿Es que había dicho el hospital? ¿Qué hacía ella ahí?

—¿En el hospital dijiste? —no podía creerlo.

—Será mejor que lo veas por ti mismo, amigo.

Desesperado, conduje por las calles como un completo loco hasta que llegué al Hospital. Aterrorizado y con el alma a punto de abandonar mi cuerpo, corrí por los pasillos del gran lugar hasta llegar al mostrador de la secretaria. Una vez ahí, tratando de disimular mi horror, pregunté por ella.

—¿La habitación de Vera Williams? —pregunté rápidamente.

—¿Eres su hermano? —ella preguntó con una sonrisa en su rostro.

Joder, no tenía tiempo para dar explicaciones.

—Soy su esposo —dije secamente.

La chica de pronto borró su sonrisa, probablemente por mi comportamiento tan horrible, pero realmente necesitaba llegar a Vera.

—Habitación 308.

Sin dar las gracias y apresurado, corrí hacia el ascensor y me adentré en él. Mientras este subía, imaginé todos los escenarios posibles y la peor de las condiciones para Vera. ¿Le habían hecho daño? ¿tuvo un accidente? No sabía ni que pensar. Al llegar, busqué su habitación y sin tocar entre, encontrándome a mi chica envuelta en cables y una venda cubriendo su cabeza.

Rompiendo PromesasWhere stories live. Discover now