Capítulo Seis

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CHRISTIAN

"Ahí estaré. -Vera"

La iba a ver...

Iba a reencontrarme de manera formal con Vera Williams, mi Vera.

—¿Por qué tienes esa sonrisa? —la voz de Mila resonó en la habitación.

Rápidamente eliminé el mensaje y la miré.

—Es Javier, estamos texteando —mentí.

—Mmm, que extraño, porque hace unos segundos Javier estaba hablando por celular con alguien —me miró fijamente—. ¿Estás hablando con ella Christian?

Maldije y suspiré. Estaba olvidando que tenía esposa y que le debía respeto. El hacer eso con Vera no estaba bien, pero necesitaba verla y hablarle, decirle que no sé a qué rayos se refirió con lo de estar involucrado en los problemas de mi familia. Necesitaba decirle que la amaba con toda mi alma y que estaba dispuesto a luchar. Dios, no, no podía decir eso, no podía hacer nada en realidad.

—No, joder, ¿cómo crees que conseguiría el número de Vera? —no es que cobrara un par de favores—. Por favor, confía en mí.

Mila me miró unos instantes hasta que se acostó justo a mi lado.

—Lo siento amor, es que ella te hizo muchísimo daño —reprochó.

Su reproche causó que sintiera una punzada en el pecho. ¿Realmente quería defender a Vera luego de dos largos años? ¿Estaba dispuesto a enfrentar a mi esposa por la mujer que ahora me odia profundamente? Me mordí la lengua, pero mi expresión lo decía todo, decía lo mucho que deseaba salir en su defensa.

—Lo sé —respondí secamente—, pero ya no lo hará.

—¿Acaso no viste la amenaza que hizo contra tu madre?, ¡quiere quitarle todo! —chilló alarmada ante mi tranquilidad.

¿Cómo podía estar tan tranquilo? Lo que decía Mila era cierto, Vera vino con el propósito de arruinar a mi madre y aún no entendía muy bien por qué estaba tan empeñada en eso.

—Nena, conozco bien a Vera, si lo hizo, fue porque mis padres le dieron un motivo para hacerlo —suspiré sintiéndome culpable. ¿De verdad ella no tuvo nada por culpa de mis padres?

—¿Estás de su lado? —preguntó sorprendida.

—No se trata de eso, Mila. Se trata de que se haga justicia en su vida si lo que mis padres hicieron es cierto.

Mi esposa entrecerró sus ojos hacia mí y se acostó dándome la espalda. Era oficial, había logrado que se enfureciera conmigo.

—Mila... —suspiré, tratando de tocarla.

—Nada, Christian —apartó mi mano de un manotazo y apagó la luz de la lámpara, dejándome absorto en mis pensamientos.

Caminaba rápidamente hacia la empresa de mi padre cuando escuché unos gritos provenientes de un callejón. Dudando entre si debía meterme en problemas o no, llegué al lugar de donde provenían los gritos, eran de una chica, una chica que estaba a punto de ser violada si no hacía nada.

La imagen me perturbo por completo, ella gritaba y trataba de zafarse, sin embargo, su fuerza era nada comparada a la del infeliz que estaba tocándola. Las lágrimas corrían sin cesar por las mejillas de la chica que ahora había notado, tenía el rostro más angelical que había visto en mi vida. La rabia se apoderó de mí y sin notarlo ya me estaba acercando a ellos con el propósito de destrozarle la cara a ese bastardo.

—Ahora vas a disfrutar de un verdadero hombre —el hombre se bajó los pantalones mientras que la chica gritaba.

—¡No, por favor! —lagrimas corrían por su precioso rostro.

Rompiendo PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora