Querido Dallas:

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*Blake*

-Creo que me gusta Dylan –dijo Dallas en voz baja y evitando mi mirada.

Sí, por un momento me cuestioné si Donna estaba jugando conmigo y esto de que Dallas es gay es una broma, pero al ver a mi mejor amigo así... no puedo estar equivocado.

Digamos que ya me había preparado mentalmente para que mi mejor amigo me admitiera que es gay, pero creo que nunca estaré lo suficientemente listo.

-¡Dios, no dije eso! –gritó exaltado, muerto de vergüenza, y se tapó la boca con ambas manos.

-Dallas tu... –intenté comentarle que su cara estaba más roja de lo normal.

-¡Blake, finge demencia! –Volvió a gritar- Dime que no escuchaste lo que dije, por favor... -balbuceaba una y otra vez sin quitarse las manos de la boca.

-Dallas, lo siento, lo escuché –intenté quitar las manos de su boca, pero ponía resistencia.

Me molestaba, no podía escuchar bien lo que decía.

-¡No! Esto es muy vergonzoso –repetía, y después se tapó el rostro.

-Dallas, no puedes decir eso y arrepentirte –dejé de intentar jalar sus manos-. Ya te dije que no te voy a juzgar, eres mi mejor amigo, por Dios.

Ya lo dijo, ¿qué más da?

-No es eso, Blake –ahora abrazaba sus rodillas-. En mi cabeza sonaba mejor.

-Inhala y exhala –subía y bajaba mis manos con la intención de calmarlo.

-Quiero desparecer ahora mismo –se lamentaba en voz alta-. Esto es una pesadilla, no está pasando, nunca te confesé mis sentimientos...

-Dallas –lo llamé.

-Sólo cállate, y finge que no escuchaste esto –dejó de abrazar sus rodillas y ahora tenía la mirada perdida y jugaba con nerviosismo sus dedos-. No me gusta Dylan, todo es broma –dijo serio, pero no podía estar hablando en serio.

-Dallas, no puedes estar bromeando, sé perfectamente que acabas de cagarla al contarme esto pero no puedes arrepentirte, ¿ok? –Le palmeé el hombro- Estás todo nervioso, alterado, y con la cara roja a más no poder. No tiene nada de malo que te guste.

-¡¿De qué hablas?! –Se volvió a exaltar- Blake, abre los ojos, esto no es normal, esto está completamente mal.

-Dallas, dime qué tiene de malo que te guste un... -Esta vez él me tapó la boca.

-No lo digas tan natural –puso una expresión triste de repente-. Sabía que esto estaba mal, no debí habértelo dicho. Deberías irte, Blake.

-Dallas, sé que te lo debí haber dicho desde hace mucho tiempo, pero no podía.

-¿Eh? –alzó una ceja.

-Me gusta Donna –confesé.

-¿Qué? –gritó.

Probablemente todos lo sabían, hasta Donna, pero como me imaginé... Dallas es tan distraído para darse cuenta.

¿Mi razón para decirlo ahora? Uno, ya no quería ocultarlo; y dos, Dallas me ha contado algo muy vergonzoso para él, así que es lo menos que puedo hacer.

-Lo que oyes, me gusta tu hermana –repetí claro.

Acortó la distancia y me pegó un golpe en la cara.

¿Me lo esperaba? No. ¿Me lo merecía? Sí.

Es como si Dallas me dijera que desde que conoce a mi hermana la ama en secreto. Pero bueno, eso no va a pasar... ¿Por qué? Sencillamente porque tienes que estar muy trastornado para que te guste mi hermana, digo, ella es rara, empalagosa, irritable, nunca se calla, y tiene mentalidad de niña de cuatro años. La amo, pero eso no le quita lo trastornada.

A MESS [EDITANDO]Where stories live. Discover now