El sol sigue brillando

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Percatarme que me la había pasado mordisqueando las uñas en el camino a la escuela era suficiente para saber que estaba nervioso. Cuando me aproximé al salón, me quedé ahí parado, con la mano en la manija y el corazón palpitando como loco.

—¿Dallas? —Una voz áspera hizo que sintiera que la puerta me daba una descarga eléctrica.

—Joder, casi me causas un paro cardiaco —dije, tratando de regular mis latidos.

—Oh, perdón. ¿Estás bien? Llevas parado frente a la puerta como tres minutos pero no entras.

Bajé la mirada con vergüenza.

—Eh... Sí... Es sólo que...

David me miraba con curiosidad.

—¿Quieres hablar? En realidad no es como si quisiera tener clase.

Lo miré con una sonrisa y lo abracé (más bien me abalancé sobre él).

—Dal- Dallas —Se separó del abrazo estrangulador—. No vuelvas a hacer eso.

—¿Por qué? —Hice un puchero y me acerqué a él otra vez con una sonrisa maliciosa.

—Ni se te ocurra —Me alejó con una mano en mi pecho.

Me reí. David enserio no soporta el contacto físico.

—Vamos al patio trasero. A menos que quieras ir a los casilleros —comenté burlón.

El pelinegro comenzó a caminar atrás de mí, pero demasiado lento para mi gusto.

—David, alguien nos va a descubrir si caminas tan lento —Lo miré por encima de mi hombro y caminé hacia él.

—¿No crees que es más sospechoso caminar rápido?

—¿Qué? No —Puse mi brazo alrededor de su cuello, para obligarlo a que caminara a mi paso, y causando una cara de disgusto en David.

—Eres imposible —Cedió resignado.

Me reí, pero mi cara de diversión pasó a una seria cuando estábamos doblando a la derecha en un pasillo y el hermano de Blake estaba enfrente de nosotros.

—Maro —sonreí nervioso—. Cuánto tiempo sin vernos.

Éste sólo me miró y luego miró a David, quien quitó mi brazo sobre su hombro.

—¿No tienen clase?

—¿No? —dije, pero salió más como una pregunta. Estúpido Dallas, eres pésimo mintiendo.

Maro alzó una ceja.

—Vale, vale. Tenemos historia pero no entramos porque tengo algo muy muy importante que hablar con David —Volteé a ver al mencionado, pidiendo apoyo con la mirada. Pero el pelinegro sólo asintió y miró hacia otro lado.

—¿Tiene que ver con la razón por la que has faltado una semana?

—¿Cómo lo—

—¿Olvidas que Blake es mi hermano y tu mejor amigo?

—Cierto... —Me rasqué el cuello nerviosamente.

—Además, soy tu profesor, tonto —Me revolvió el cabello—. Es obvio que me voy a dar cuenta si faltas.

—Maro, por favor no digas nada.

—Está bien, pero con una condición.

Lo miré expectante.

—Habla con Blake.

***



A MESS [EDITANDO]Where stories live. Discover now