Feliz cumpleaños, Dallas

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Dallas

Estaba teniendo un sueño estupendo, cuando de pronto comencé a escuchar los gritos jodidamente ruidosos de mi hermana.

—¡Levántate! —Me zarandeó. — ¡Hoy es tu cumpleaños!

—¡Lo sé! —me quejé ante lo obvio.

Comenzó a cantar la canción típica de cumpleaños mientras me tiraba confeti en la cara.

Ella podía ser realmente fastidiosa cuando se lo proponía.

—¿Por qué hasta en mi cumpleaños tienes que ser tan molesta? —Traté de quitarme el confeti de la cara.

—Te traje algo. —Agarró un cupcake con una vela azul de mi buró.— Pide un deseo y sopla.

—También tienes que hacerlo tú. 

—Está bien, hay hacerlo juntos.   —Extendió su mano frente a mi cara.— En cinco segundos soplamos.  

Cerré los ojos y pedí con mucha fuerza pero poca esperanza que papá viniera temprano a casa para felicitarme.

—¡Happy birthday! —Quitó enseguida la vela recién apagada y me aventó a la cara el cupcake.

—Tan linda como siempre —musité con sarcasmo.

Escuché un click proveniente de su celular.

—¿Me tomaste una foto?

—No.

—Ni se te ocurra subirla, idiota —la amenacé.

Me mostró su lengua.

En eso, escuché el sonido del timbre.

—Ve tú —ordenó mi hermana.

—¿No puedes ser más compresiva y amable por hoy?

—No.

 —Bien. —Me rendí con pesadez.— Feliz cumpleaños a ti también, boba —La abracé y  luego fui al baño para lavarme la cara.

Al abrir la puerta vi a mi mejor amigo vestido con el uniforme opcional del colegio.

—¡Felicidades!—Me dio un fuerte apretón cariñoso, pero sin cambiar su rostro sereno.— Ya eres un señor.

—Sólo estoy cumpliendo dieciocho —Le di un golpesito en el brazo.

—Toma —Me entregó un tupper azul—, mi mamá les hizo el desayuno y quiere que Donna y tú vayan hoy a comer a casa.

—Gracias, entonces la veré luego —Tomé el traste y noté que todavía estaba caliente.

—Oh, el olor... —Mi estómago empezó a rugir.

—Son waffles, sabe que te encantan.

—Me conoce bien. —Me alegré.— Pasa, yo todavía iré a cambiarme.

—Está bien, prenderé la televisión —Se acomodó en el sofá.

—Ok, ya bajo —dije subiendo las escaleras.

El hermano de Blake nos llevó a la escuela a Donna y a mí en su auto, pero no fue un viaje corto muy agradable del todo, debido a los chillidos de Alicia.

Entramos todos a la escuela y me dirigí a mi casillero, al abrirlo me sorprendió el hecho de que una hoja de libreta se cayó al piso.

Desdoblé la hoja y todo el poco ánimo de cumpleaños había abandonado mi cuerpo. Era otra maldita nota sobre mi padre, pero ésta era realmente desagradable. Tenía escrito sólo ocho palabras, pero eran hirientes para mí.

A MESS [EDITANDO]Where stories live. Discover now