Mi respuesta

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Metí mis cosas en el casillero con prisa y colgué mi mochila en el hombro, listo para salir corriendo del infierno llamado escuela. Aún sabiendo que huir no es siempre la solución a todos los problemas, la sensación en mi estómago y mi cuerpo rígido parecían tener una opinión diferente. Incluso mi hábito que hago involuntariamente con los dedos de la mano derecha está presente, recordándome que estoy al borde de morir de un ataque de estrés o ansiedad.

Mi plan era saltar la última clase para evitar que Liam tuviera una oportunidad de patearme el trasero, pero sabía perfectamente que era un plan tonto, destinado a fracasar irremediablemente. Sin una alta probabilidad de tener éxito desde el momento en que cruzó por mi cabeza. Era una mala decisión, pero seamos honestos, ¿desde cuándo tomo buenas decisiones?

Resoplé irritado. ¿Por qué la vida tiene que ser tan injusta? Lo único que quería era darle una cucharada de su propia medicina a uno de los más temidos bullys de la preparatoria. Enseñarle que no puede tratar a los demás como basura y pedirles que hagan su tarea como si él fuera superior a todos. ¿El costo que tengo que pagar? Recibir una golpiza o una broma humillante de su parte, y para ser honestos, no sé cuál es mejor.

Mientras caminaba inmerso en mi propio mundo, deseé internamente haber prestado más atención a mi alrededor, pues Liam Bell estaba caminando en dirección opuesta a mí, con una mirada peligrosa y las manos formando puños. Síp, mis piernas comenzaron a flaquear.

—Regresa a los casilleros —ordenó autoritario. Mi garganta se sentía tan seca que me hacía carraspear.

—Tengo que irme —Apresuré el paso.

—Regresa a los casilleros —repitió, empujándome hacia atrás con su mano en mi pecho—. Hazlo.

—De verdad necesito irme, tengo que... Tengo que ir al trabajo y-y no puedo llegar tarde.

—Te crees muy inteligente, ¿uh?

—¿Yo? No, no —Agité la cabeza.

—Sí, tú. ¿De verdad creíste que saliéndote del equipo dejaríamos de molestarte?

Sí, eso es exactamente lo que pensé.

—No... No me salí por ustedes.

Corrección, no me salí sólo por ustedes.

—¿En serio? —Ladeó la cabeza con incredulidad. Sus ojos penetrantes hacían que el simple gesto me hiciera temblar—. ¿Estás seguro?

—Ya no me gusta el baloncesto —Mentí. En mi corazón siempre tendrá un lugar especial, sin importar los malos recuerdos que me traiga.

—Bueno, creo que entiendo por qué tomaste esa decisión —dijo, fingiendo comprenderme—. Eras de los peores jugadores, el entrenador se puso muy feliz cuando abandonaste el equipo. Igual que todos.

Una ola de calor pasó por mi cara. ¿Estaba avergonzado? ¿Molesto? Tal vez ambas, pero de lo que sí estaba seguro es que quería borrarle esa superioridad de su cara. Con mis puños.

—No es verdad.

No sé qué me había poseído, en serio, pero por alguna razón mis miedos pasaron a un segundo plano. Estaba enojado, había una chispa en mí que se había encendido en ese momento. Quería dejar de ser el asustadizo Dallas de siempre.

—¿Oh? Tu cara está tan roja que tengo miedo que explotes —Rio secamente, pero no parecía que Rex, el más respetado bromista, estuviera de humor para hacer bromas. Rex quería despedazarme, golpearme hasta acabar conmigo. Casi podía ver humo saliendo de su nariz como en las caricaturas.

A MESS [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora