Capítulo 40

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Kimberly

La dejé frente a su casa y con un beso en la boca, ella se asustó y le aseguré que no había nada de malo en eso, que si quería no me lo devolvía para no tener problemas, en vez de eso sonrió y entró a la casa. Me fui una vez que cerró su puerta, su madre no me intimida por lo que desobedecer a sus órdenes para mí es bastante fácil teniendo en cuenta que podría perder a Citlalli por cualquier cosa.

Me encontré en el camino a Alexandrin y la llevé conmigo al bar, le prohibí a Citlalli ir al bar por un tiempo, le aclaré todo lo que hablamos entre su madre y yo, le aseguré que no me separaría de ella aunque debería hacerlo si es que quiero que ella siga con vida y en esta ciudad pero no lo haré, seré egoísta y la ayudaré a pasar por este problema con su madre.

—¿Entonces mi tía si te amenazó? — Hace un bufido — Eso sí que es de valiente — Se burla.

—Sinceramente, eso no me hizo nada — Me encojo de hombros abriendo unas cervezas.

—Lo sé, eres inmune a eso — Asiento y le sonrío a las chicas — ¿Puedes dejar de coquetear?

—¿¡Qué!? — Pregunto indignada — ¿Tú también? ¿No puedo sonreír por cortesía?

—El problema, Kim, es que tú no sonríes por cortesía, sino porque coquetería — Me responde y hago una mueca.

—Para tu información, mejor amiga, no estaba coqueteando — Le aseguro.

—Es tu naturaleza — Comenta — Es inevitable que no lo hagas — Me asegura.

La ignoro por un momento para atender a las chicas que piden vodka, le sirvo un poco de ron a algunos chicos que están en la mesa. Alexandrin por su parte está observando a un rubio, ojos verdes, lo que lo hace interesante son las cejas y las pestañas que tiene, el resto, su cuerpo es totalmente de un nadador, niego con la cabeza porque me reclama por ser tan coqueta con las chicas y ella con los hombres.

Creo que es por eso que ella y yo somos mejores amigas, somos tal para cual, teniendo en cuenta que nos gusta ser igual pero le tiramos a diferentes bandos, es un milagro que ella todavía este con ese chico, no sé cómo la puede aguantar, todos los hombres son irresistibles para ella. Por una parte me alivia saber que su novia sabe cómo es ella y aun así siguen juntos.

Termino con los pedidos, limpio algunos vasos, la barra, coloco las botellas en sus respectivos sitios, sirvo algunos Martini y whisky, miro a uno de los bartener y me hace señas para ir a cenar, extrañaba eso pero me negué porque ya había cenado con Citlalli antes de venir aquí. Ellos salieron a comer dejándome sola por unas horas en la barra, tengo que soportar ver como Alexa se pavonea delante del tipo, es asqueroso ver como hacen ese tipo de cosas.

—Alexandrin — La llamo — Tu novio me acaba de escribir — Miento e inmediatamente se acerca a mí.

—¿Qué dijo? — Estaba asustada.

—Que te vio pavoneándote con el tipo — Hago señas al chico que se levantó y ahora se dirige a la salida.

—¡Maldición! — Maldice y me mira con los ojos llorosos — ¿Qué más dijo?

—Que es una pequeña broma — Alza las cejas — Lo siento, tenía que rescatar tu poca dignidad y la fidelidad que le debes de tener a tu novio.

—¡Perra! — Me lanza su bolso y lo atajo quitándoselo de las manos.

—De nada, amiga — Sonrío falsamente — Ahora... ¿Quieres ayudarme con estás nenas?

—¡Sucia zorra! — Ruedo mis ojos.

Mi amor detrás de una barraOù les histoires vivent. Découvrez maintenant