Capítulo 3: Dylan

107 9 2
                                    


NARRA DANA

Cuando desperté eran ya las diez de la mañana, los sábados acostumbraba a dormir un poco más debido a que descansaba de mi semana de estudios. Me acordé de Tamara e inmediatamente me dirigí a la puerta de mi dormitorio y en el suelo me encontré una nota de Tamara y decía:

Para Dana:

Cuando hayas leído esta nota ya me habré ido de tu casa. Quería agradecerte personalmente, pero no quería despertarte... así que gracias por tu ayuda anoche.

Tamara.

Cuando termine de leer la nota gire el papel y me di cuenta de que había un número, y debajo decía: este es mi número por si quieres hablar conmigo.

Baje de mi habitación y fui a desayunar.

—Hija, casi que no despiertas, tu amiga se fue hace como dos horas, luego de que le diera el desayuno—habló mi madre.

—Si... ya me di cuenta— dije mientras tomaba la caja de cereales junto con la leche y los servía en un tazón. Luego de desayunar regresé a mi habitación para leer un libro.

NARRA TAMARA

Al salir de la casa de Dana no pude evitar sentirme sola de nuevo, pero no podía quedarme allí, seria un total descaro abusar de su generosidad. Tampoco pasaba por mi mente intentar suicidarme de nuevo, había algo que no permitía hacerlo.

Ahora tenía que regresar a casa, al menos para sacar mis pocas pertenencias, no quería regresar, no podía quedarme en ese lugar para siempre, el lugar que me causó tanto dolor pero sería el último día que volvería a ese horrendo lugar. Era más o menos el medio día, a esta hora no había nadie en casa, mi tía y su esposo estaban trabajando y no regresarían hasta el anochecer así que aproveche esta oportunidad para escabullirme en la solitaria casa.

Me encontraba en el solitario vecindario observando a las pocas personas que pasaban por allí. Mi casa también era de dos pisos, solo que más pequeña y con aspecto abandonado.

El jardín estaba totalmente abandonado, con botellas de vidrio, cigarrillos y cosas que no quiero mencionar, realmente asqueroso. Así había estado cada día ya que cuando vivía aquí no me atrevía a salir mucho, mantenía encerrada y cuando salía era para ir a la escuela.

Subí al gran árbol que me permitía entrar directamente a la ventana de mi habitación ya que no llevaba las llaves y la entrada principal estaba bien asegurada. Estaba acostumbrada a subir al árbol, era como mi escalera personal y así lo hice, rama por rama hasta entrar por la ventana.

Fui directamente al armario y saqué una maleta junto con mi ropa que no era mucha, tomé los libros que estaban en mi escritorio y un cuaderno en el que escribía mis dolorosos pensamientos, el cual había titulado " Diario de dolor" tomé también mis cremas, lociones y jabones corporales junto con mis pocos accesorios, lo metí todo en mi maleta, la cerré muy bien y me la puse, luego abrí la puerta de mi habitación y Salí, cerrándola detrás de mi. Me dirigí rápidamente a la puerta principal para salir, sin tocar nada, luego la cerré y comencé a caminar si rumbo fijo.

—Con que robando cosas ¿eh?—dijo una voz masculina a mis espaldas.

Me giré con un poco de temor para ver quien era y me sorprendí al darme cuenta que se trataba de un chico de mi edad, muy lindo por cierto, con cabello castaño, ojos verdes, alto y sin duda alguna con increíbles músculos.

-¿Disculpa?-dije enarcando una ceja.

—Te vi entrando por la ventana y luego salir con esa enorme maleta —dijo él.

Estaba atrapada, si mi tía o su esposo se enteraban, tendría un gran castigo. Ellos no podían enterarse de que intentaba escapar, además no podía tardar tanto tiempo en este lugar.

Así que solo tenía una opción decirle al chico la verdad e implorarle que no diga nada.

—Son mis cosas— dije —Esa es mi casa —añadí.

—¿Así? ¿Entonces por qué entraste por la ventana?—inquirió el.

—No tenía las llaves— respondí con simpleza.

—No me convences, tendré que llamar a la policía.

Abrí mucho los ojos no. No no no.

-¡No!- dije desesperada.

—Solo intento escapar no quiero regresar a esta casa jamás, no después de todo lo que me han hecho —dije sollozando. No quería volver al pasado y a una vida que solo me destruía lentamente.

El chico se sorprendió por mi reacción pero al parecer me creyó.

—Por favor no digas nada, si ellos se enteran sufriré otra vez — hablé de nuevo con lágrimas en los ojos.

—E-está bien — respondió el chico un poco conmocionado.

Y justo cuando iba a continuar con mi camino veo a alguien que se acerca, es el... el amigo drogadicto de mi tía.

—Maldita ¿A dónde crees que vas?— rugió él —esta vez no te salvaras, te haré mía- añadió con una sonrisa depredadora y sacando un cuchillo.

—¡CORRE!—gritó el chico.

No lo tuve que pensar y comencé a correr el chico también me seguía. El tipo nos perseguía y gritaba lo que causo que me asustara mucho más pero aun así continúe corriendo sin parar hasta que me encontré en el centro de la ciudad.

—Ven sígueme —habló el chico mientras tomaba mi mano para guiarme.

Corrimos un poco más hasta que nos detuvimos frente a una casa.

Él sacó sus llaves y abrió la puerta, me indicó que pasara, pero no le hice caso, no iba a entrar en la casa de un extraño, ni loca.

—Aquí estarás a salvo, no te preocupes, no te haré daño—dijo con dulzura.

Decidí entrar solo porque afuera me sentía más insegura. Una vez adentro, cerró la puerta y se sentó en su sofá, me indicó que me sentara también, estaba realmente cansada así que me senté, dejando una muy larga distancia entre nosotros.

—¿Quién era el hombre que nos perseguía?—inquirió el mientras soltaba un suspiro cansado.

—Nadie bueno—respondí.

—¿Te hizo daño antes?—volvió a preguntar.

—Intento hacerme daño, pero no pudo—susurré.

—Oh...—dijo el pensativo.

—Por cierto soy Dylan —dijo estirándome su mano.

—Tamara —respondí estrechándole la mano por cortesía.

—Lindo nombre —dijo él.


Salvando una VidaWhere stories live. Discover now