Capitulo 26: Tengo una herencia

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Antes de que me mudara con mi tía, vivía en una hermosa casa con mis padres, pero al ellos morir no volví a nuestra casa. Así que no sabia como estaba hoy en día o si alguien vivía allí. Pero hoy había tomado la decisión de volver. ¿Por qué? No tenía ni la más mínima idea.

Salí del apartamento tratando de recordar donde estaba ubicado mi antiguo hogar.

Luego de caminar un poco encontré la casa.

El que era mi dulce hogar, era ahora más bien una casa abandonada, sacada de las películas de terror.
Decidí entrar. Allí no había nada más que paredes sucias llenas de enredaderas, muchas cosas las habían saqueado.

Llegue hasta la que era mi habitación de niña. Aun había unos juguetes en el suelo y faltaban algunas cosas. Luego me dirigí a la habitación de mis padres,estaba todo desordenado, como si alguien hubiera estado buscando algo.

Comencé a caminar por la habitación, hasta que una tabla un poco suelta me hizo caer al piso. Me levante y me sacudí la ropa, aunque no tuve éxito ya la suciedad no se quitaba. La tabla se había levantado del todo por mi caída. Pero eso no era lo importante. Lo que me llamó la atención era lo que había en el hueco que ahora estaba al descubierto. Allí adentro había un papel, Lo tomé y lo limpie un poco. También encontré una foto. Era mi familia, mis padres con un bebe en brazos, una foto hermosa, aunque tenía un poco desgastada la imagen. Ahora tenía una foto de mi familia, un recuerdo.

Me puse a detallar la imagen, aparecía mi padre con su gran sonrisa, mi madre tan hermosa como siempre. Se parecia mucho a mi.

Guarde con mucho cuidado la foto en mi bolsillo y me dispuse a leer el papel. Al abrir la hoja me quede sin palabras, era un testamento. Y decía: "En caso de que faltemos, esta casa queda en manos de Tamara García, nuestra amada hija, al igual que nuestra cuenta de ahorros. Solo ella personalmente puede acceder a esto. Nadie más"

Y debajo la firma de mis padres.

No pensé que pudiera haber quedado con una herencia, estaba tan sumida en mi dolor y en una gran depresión que no pensé en una herencia.

Pero ahora la tenía.
Esto era una gran sorpresa.

Guarde el papel en mi otro bolsillo y Salí de la casa.

Aún era temprano así que todavía no comenzaba el horario de trabajo.Decidí regresar a mi apartamento para descansar y pensar un poco sobre lo ocurrido recientemente.

Mis padres me habían dejado todo a mí.

Pero aun no sabía qué hacer con esto, la casa estaba en un estado lamentable y aun no sabía cuánto dinero había en la cuenta de mis padres. Pero eso no me preocupaba. Era consciente de que esto me podía ayudar, es más, a lo mejor podría hacer mi carrera universitaria. Eso me animaba.

El tiempo pasó rápido y ya tenía que iniciar mi jornada laboral. Salí rápidamente del edificio y me dirigí al restaurante. Hoy era un día agitado, había muchos clientes, el restaurante estaba totalmente lleno, me pasé de mesa en mesa tomando las ordenes y haciendo los pedidos.

Gracias a Dios no era la única mesera porque si no enloquecería. En total éramos cinco meseros para veinte mesas.

-Támara, falta la mesa dieciséis, ve-dijo Santiago uno de mis compañeros

-Ya voy- respondí apresurándome hacia la mesa dieciséis

-Buenas noches ¿desean tomar su pedido ya?-pregunté con una sonrisa cuando llegue a la mesa, mientras sacaba mi libreta y un lapicero. Eran seis personas en la mesa, todos hombres jóvenes.

-Hola linda-saludó uno de ellos coquetamente

-Támara un lindo nombre, para una linda chica-comentó otro mientras leía el nombre que estaba grabado en mi uniforme

Qué situación tan incomoda

-Creo que tenemos que venir por aquí seguido, hay hermosas meseras-dijo uno de cabello castaño guiñándome el ojo

-Te apoyo, hermano- dijo otro

-Gracias por los cumplidos- dije un poco incomoda, no estaba acostumbrada a esto. -¿harán el pedido ya?-volví a preguntar

-Claro-respondió uno de cabello negro

Asentí y comencé a tomar nota de sus respectivos pedidos. Me retire de la mesa y lleve la información al chef, quien también estaba muy atareado. Mientras tanto iba atendiendo las otras mesas la dieciocho y la diecinueve. Luego les lleve sus platos respectivamente. Tome aire antes de llevar el pedido de la mesa numero dieciséis, donde no paraban de coquetear conmigo. En las otras mesas fue más fácil ya que eran grupos familiares.

Cuando mi turno termino, me cambie mi uniforme de trabajo y me dirigí a la salida. Pero antes de abrir la puerta una mano me detiene.

-¿Ya te vas?-preguntó alguien, me gire para ver quién era y resulto ser uno de los chicos de la mesa dieciséis.

- Si, ¿necesitas algo?-pregunté extrañada

-Pues... con tu compañía me conformo-respondió él con una sonrisa.

-Lo siento, me tengo que ir-dije soltándome de su agarre

No me sentía cómoda allí, algo me decía que tenía que alejarme de él.

-Tan pronto, me siento rechazado-

La verdad es que el chico si era guapo pero, su mirada destilaba deseo y lujuria.

-Lo lamento-volví a decir abriendo la puerta y saliendo del lugar. Comencé a buscar a Dylan con la mirada. Ya que él siempre iba por mí y me acompañaba hasta mi casa. Para mi suerte ya a Dylan le faltaba una cuadra para llegar hasta donde yo estaba.
Lo saludé con la mano a lo que el respondió con el mismo gesto.

-Oye ¿al menos me darías tu numero?-insistió el chico a mis espaldas

-No tengo-respondí cortante

-¿Enserio?-dijo incrédulo

-Si-mentí aun dándole la espalda

-Vaya sí que eres fría- comentó el inesperadamente tomándome de la cintura.

-Nadie me había rechazado ¿Por qué tu si?-susurró

-No estoy interesada en ti. Así de simple, ahora por favor quita tus manos antes de que tenga que golpearte-dije enojada

-Será mejor que le hagas caso amigo-intervino Dylan llegando a mi lado

El chico me soltó y decidió irse bajo la mirada fulminante de Dylan.

-Vámonos- dijo Dylan tomando mi mano

Asentí y comenzamos caminar, en ese momento me acorde del papel que llevaba en mi bolsillo, el testamento

-Oye-llamé

-¿Si?-

-Mira lo que encontré en la casa de mis padres-dije sacando el papel y entregándoselo

Él lo abrió y lo leyó

-Vaya, eso sí es inesperado- comentó  sorprendido

-Señorita Támara, tiene usted una herencia-dijo él con voz de ejecutivo

-Así es- afirmé

-Guárdalo bien, este papel es muy importante-dijo Dylan seriamente mientras me entregaba el papel.

-Lo haré-afirme tomando el testamento y colocándolo en mi bolsillo

Cuando llegue a mi edificio le agradecí a Dylan su compañía, con el me sentía más segura que andando por ahí sola. Él se despidió y entro a su casa. Yo por mi parte entre en mi apartamento y lo primero que hice fue guardar el testamento en un cofre dentro de mi armario allí no se perdería.

Salvando una VidaWhere stories live. Discover now