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PARTE SIETE


- Buenos días – le oigo decir al entrar a la cocina. Arrastra la silla y se sienta en frente mío yo siento mi estómago revolverse. Una de las razones por las que vine a la cocina era para evitarlo ya que nunca pensé que vendría aquí. Me pregunto dónde estará ella, ya que viene solo.

- Buenos días – murmuro bajo. La chica se acera y le coloca delante un plato con una tostada sobre la que hay una loncha de queso y un huevo frito y un café. También le trae el periódico. Este enseguida agarra el café y le da un sorbo para después fijar sus ojos en el periódico. Observo sus labios pegados a la taza y recuerdo lo visto anoche. Mi estómago se remueve de nuevo y aparto el plato empujándolo. Se me ha quitado el hambre.

- ¿No vas a comer eso? – pregunta sin apartar sus ojos del papel.

- No – musito. – ya no tengo hambre – replico. Este clava su mirada en mí y arquea un ceja.

- Hay niños que no tienen de comer y tú desperdicias comida. Eso es de mala educación Ainhoa, al igual que espiar a la gente. – abro la boca exageradamente al oír lo último. – Nora retira el plato, por favor – le comenta a la chica que hace esto de inmediato. Muerde su desayuno y se mantiene en silencio mientras la chica realiza la labor. – Ya te puedes retirar – continua él y ella desaparece enseguida.

- ¡Yo no hice tal cosa! – grito cuando la chica se ha marchado de la cocina.

- ¿No? – pregunta y muestra una sonrisa que se esfuma rápido. Vuelve a morder la tostada y aparta la vista de mí para volver a prestar atención al periódico.

- ¡Claro que no! Tenía sed, fui a por agua, oí gritos y me asusté. – repliqué poniéndome de pie cabreada.

- Que no se repita la ocasión – dijo serio. Golpeé la mesa haciendo que un poco de café se desbordara. Me miró sorprendido, aunque más sorprendida estaba yo de lo que había hecho. Salí corriendo de aquel sitio sin decir ni una palabra más.

Subí las escaleras de dos en dos con los puños apretados aún. ¿Acaso cree que yo soy una pervertida? Aquí los únicos pervertidos son ellos y hablando de ellos, ¿Dónde demonios se ha metido aquella psicóloga? Gruño al abrir la puerta de mi habitación.

Me quito el pijama y agarro mi toalla. Necesito una ducha para despejar mi mente y después tendré que tratar con el anti ojeras para tapar la falta de sueño tras ver aquello. Me meto bajo el frío chorro de agua esperando que me limpie de cualquier impureza, esperando borrarlo todo, no solo aquel episodio sino también el de Liam. Tanto escándalo había conseguido quitarme aquello de la cabeza pero parece que ahora ha vuelto. Salgo de la ducha tiritando y me coloco la toalla que froto contra mi cuerpo tratando de entrar en calor. Me coloco mi ropa interior y el maldito uniforme. Ayer la psicóloga me dijo que sería mejor permanecer en casa unos días pero no iba a hacerle caso. Iría al colegio y no bajaría mi cabeza ante la estupidez humana conocida también como la rubia. Iba a matarla, lo tenía seguro.

Agarré mi mochila al salir del baño. Giré el pomo de la puerta y salí sin mirar, golpeándome contra alguien más. Gruñí al ver que era él.

- ¿Qué haces? ¿Y por qué gruñes? Ya te he dicho que una señorita no gruñe. – dice.

- Pues que bien que la psicóloga no lo haga, ¿no? – replico de mala manera y agacho mi cabeza. Comienzo a caminar y él hace lo mismo.

FALL INTO OBSESSION: sixteen of shyness (+18) español.Where stories live. Discover now