―¿Salir del internado? ¿estás loco o te has tragado un condón? ―pregunté irónica. Escaparse del internado era una muerte segura para todos.
―Hemos hecho esto cientos de veces, tú no te preocupes.
―¿Qué no me preocupe? Me patearan el trasero eternamente si llegan a pillarnos.
―No lo harán, confía en mí. Es escapar por una noche, nadie va a pillarnos. ―pasó sus manos por mi cintura y me acercó a él.―¿Está bien?
―Está bien. ―dije no muy convencida. Depositó un corto beso en mis labios y se separó de mí.
―Ve a prepararte, salimos a las nueve. ―me sonrió y se metió al baño.
―Bien. ―me acerqué al armario y busqué qué ponerme. Tomé unos skinny jeans negros, un top negro con algo de encaje y un saco de lana gris; me lo coloqué, seguido de mis DC negras.―Brad, necesito entrar. ―golpee la puerta.
―Ya no me falta nada. ―gritó desde el baño.
―Vamos, que se hará tarde.
―Pues entonces entra. ―cerré los ojos y entre.
―¿Estás vestido? ―sentí unas manos pasar por debajo del saco y tocar mi abdomen.
―Si quieres me quito la ropa. ―susurró en mi oído.
―Tonto. Suelta que es tarde y James volverá a molestar. ―quité sus manos y caminé hasta el estuche donde guardo mi maquillaje.
Hice una línea de delineador un poco más gruesa de lo normal sobre mis párpados junto un poco de sombra, coloqué máscara de pestañas y peiné mis cejas. Delinee mis labios con un lápiz bordó y acabé de pintarlos con un labial del mismo color; por último coloqué un poco de base en mi rostro. Alisé mi cabello y sonreí al sentirme yo otra vez. Desde que me encerraron aquí vivo usando el uniforme y ropa para dormir solamente.
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―Te ves preciosa. ―dijo Brad, que se encontraba detrás de mí mirándome por el espejo.
―Gracias, tú te ves genial. ―dije mirándolo. Llevaba puesto unos pantalones algo ajustados, una camiseta negra con una camisa a cuadros roja sobre ésta.
―Gracias. ―sonrió.―¿Vamos?
―Claro. ―salí del baño seguida de él y tomé mi bolso, el cual siempre estaba preparado con todo lo que pueda necesitar.
Salimos de la habitación y caminamos, intentando no hacer ruido, hasta la habitación de Tris y James. Toqué la puerta y ellos salieron preparados.
―Hey. ―susurró Tris. Le sonreí y bajamos las escaleras hasta el final de ésta.
Salimos por la puerta de emergencia que está debajo de la última escalera. Todo estaba oscuro, exceptuando algunas partes de la pared que tenían unos pequeños faroles colgados de esta. James nos entregó linternas y Brad tomó mi mano, entrelazándolas; lo miré y sonreí. Comenzamos a caminar hasta el alto muro que rodea el internado.
―¿Y ahora como pretenden salir? ―pregunté. James se agachó y alumbró algo en el piso. Sacó una llave de su bolsillo y la colocó allí, para luego levantar una especie de puerta de césped. Brad me miró y rio.
―Te dije que hemos hecho esto cientos de veces. ―miré a Tris quién estaba bajando por esa puerta recién abierta y luego se iluminó todo allí dentro. James entró por allí también.―Primero las damas. ―murmuró Brad y me soltó la mano. Miré para allí dentro y bajé por una escalera que había en la pared, Brad bajó detrás de mí y cerró la puerta.
―¿Ustedes hicieron esto? ―pregunté mirando el largo túnel en el que estábamos.
―Sí. ―dijo James orgulloso.
―Bueno, lo han hecho prácticamente todo los obreros, pero nosotros hemos puesto el dinero. ―agregó Tris.
―Cállate, lo arruinas. ―lo regañó Brad.
―¡Son unos malditos genios! ―exclamé. ―¿Y esto dónde nos lleva? ―pregunté mientras caminábamos. Doblamos y allí habían varias motocicletas, autos y camionetas estacionadas en un pequeño estacionamiento.
―Aquí. Estamos a dos calles del internado. ―dijo James pasando su brazo por mis hombros.
―Cada día los quiero un poco más.
―Nosotros también te queremos. ―dijo Tris sonriendo.
―Ahora dime, pequeña problemática, ¿En qué quieres ir a la fiesta?
