32. Intento de desayuno

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―¿Qué haces? ―rio Brad detrás de mí.

―¡DEJA DE REIRTE Y VEN A AYUDARME, BRAD! ―le grité.

Me encontraba totalmente en pánico. A los electrodomésticos de la casa se les había ocurrido volverse en mi contra. Las tostadas comenzaron a saltar por todos lados, la jarra de café se cayó al suelo, la máquina de waffles hizo cualquier cosa menos uno.

Todo es un desastre.

Soy un desastre para cocinar.

Soy un desastre para todo.

―Ya, tranquila. ―dijo Brad quitándome la escoba de las manos y dejándola apoyada en la pared.―Siéntate aquí, yo lo arreglo. ―me sentó en una silla y fue a desenchufar todo.

―Hasta las tostadas se han quemado. ―dije al ver una de las tostadas en el piso, totalmente negra. Me tapé el rostro y comencé a llorar por sentirme tan inútil.

―Cariño, ya. No es nada. ―murmuró Brad quitando mis manos de mi rostro y abrazándome.

―Soy inútil, debes dejarme ahora que puedes. ―lloré.

―¿Qué dices, Skylynn? ―dijo seriamente.―No te dejaría nunca, menos por algo así.

―Soy inútil.

―No lo eres, solamente no te va bien en la cocina, es normal. Mírame.

―No, déjame.

―Skylynn, mírame. ―levanté la cabeza y lo miré.

―No importa, fue un accidente, ¿sí? ―asentí levemente.

Besó mi frente y tomó un trapo para limpiar el café derramado. Me levanté y tomé todas las tostadas y las tiré a la basura.

―Amor, déjalo. Ve a la cama, yo llevaré el desayuno. ―dijo Brad quitándome la escoba de las manos, una vez más.

―Quiero ayudar.

―Mañana lo haremos juntos, ahora ve a la cama. ―bufé y salí de la cocina, camino a la habitación.

Subí las escaleras pesadamente y entré a la habitación. Encendí la tv y me tiré a la cama. Cambié de canal demasiadas veces, hasta que me cansé y terminé viendo Matilda en Disney.

[...]


―Despierta, Sid. ―dijo Brad besándome la cara.

Sí, la cara.

Toda la cara.

Con su lengua.

Es asqueroso.

―Ya, Brad. ―reí.

―Bien, bien.

―¿Por qué Sid? ―pregunté confundida cuando recordé cómo me llamó.

―Porque eres perezosa como Sid de la Era del Hielo.

―Deja de meterte conmigo, Simpson. ―dije seria.

―Ya, perdóname. Te traje este intento de desayuno para que me perdones. ―dejó una bandeja llena de comida sobre mis piernas.

―Vaya. ―murmuré relamiendo mis labios. Tengo alma de gorda, lo siento.―¿Y tú desayuno?

―Está ahí.

―Pero si esto me lo como yo sola. ―dije lo más normal del mundo. Él me miró con una ceja elevada, que bajo cuando se creyó lo que dije.―Te he pillado.

―Tonta. ―rio.

―Gracias, Brad. ―sonreí sin mostrar los dientes.

―No es nada, amor. ―sonrió y tomó un poco de café.

Vaya hombre...                  



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All the love, Sabrina

Young love || Bradley Simpson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora