Capítulo 10.

10.1K 215 1
                                    

Harry subía las escaleras sin hacer ruido mientras el reloj daba la una de la madrugada. Su habitación estaba envuelta en oscuridad y tenía aspecto húmedo y de desuso. Nadie sabía cuándo esperar su regreso a casa. Su plan original de regresar de Southampton en una semana había quedado truncado. A su llegada, encontró que el administrador naviero, el señor Reynolds, había desaparecido con una considerable suma de dinero que había robado de los libros, y todo el dinero para gastos menores.
Había permanecido en Southampton casi un mes hasta que la oficina estuvo funcionando otra vez con normalidad. Había pasado la mayor parte de su tiempo visitando a los clientes y a los bancos para asegurarles la futura estabilidad financiera de la compañía. Había sido un trabajo agotador, incluso para un hombre de su supuesta simpatía y contactos.
Imaginar a ____ y a Nick divirtiéndose juntos en Londres tampoco había colaborado con su humor. Tampoco lo hacían las noticias de que a pesar de sus enormes esfuerzos, el señor Reynolds andaba suelto. Harry suponía que se había marchado del país en barco o bien que sus otros empleados se habían ocupado de él.
Encendió una vela y la utilizó para prender el fuego preparado en la parrilla de la chimenea. Todo el acontecimiento le había dejado un sabor horrible en la boca. Nick y él habían trabajado muy duro para montar esa empresa juntos. En ocasiones habían navegado sus propios barcos, ensuciado sus manos para evitar problemas, y hasta habían asesinado cuando fue absolutamente necesario.
Ver que el trabajo de su vida se le escurría entre los dedos como preciada agua potable en alta mar, hacía vibrar sentido del control. Se veía tan desesperanzado como cuan había sido esclavo, con su cuerpo sometido a los antojos sexuales de otros.
Se quitó el abrigo de montar con capa, contento de estar libre de su peso. La última vez que había estado en casa, estuvo a punto de contarle a ____ sobre su pasado sexual. Dudaba que ella creyera cómo los obligaban a Nick y a él a servir a clientas hasta que caían exhaustos en sus camas. Su juventud, resistencia y piel blanca eran una atracción que la señora Tezoli, la dueña del burdel, había explotado al máximo.
Su boca se torció en una sonrisa reacia. No era que hubiera sido tan mercenaria como los dueños de algunos burdeles; se preciaba de la calidad de sus mercancías. Esperaba has que fueran lo suficientemente maduros como para tener una erección antes de venderlos a cualquiera que pudiera pagar un exorbitante precio.
Durante los primeros estados de excitación hasta había disfrutado de algunas de las mujeres. Los hombres siempre habían sido una cuestión diferente.
Vislumbró el reflejo de su rostro triste en las sombra del espejo. Llegado un momento, había provocado a propósito a sus clientes masculinos más detestables a que le cortaran el rostro para destruir lo que codiciaban, para que le dieran el último golpe y lo liberaran del tormento. Estaba convencido de que su belleza física era una maldición, no una bendición. Luego de soportar los insultos, un cliente le rompió la mandíbula, y solo la intervención de Nick lo salvó de una fuerte paliza.
Sonreía sin humor. Nick debió haberlo dejado. Si ____ supiera a cuántas mujeres había follado, ¿lo rehuiría o continuaría recibiéndolo en su cama?
Un ligero ruido desde la habitación de ____ hizo que Harry se volviera. Abrió la puerta interna y cruzó la corta distancia desde el vestidor hasta su habitación. La luz brillaba a través del marco. Ella volvió a suspirar, fue un sonido opu¬lento de satisfacción carnal que a menudo hacía cuando él la complacía. ¿Estaba con otro hombre?
La lujuria y los celos retumbaban dentro de Harry mientras abría silenciosamente la puerta. ____ estaba recostada en su cama; su camisón carmesí enmarcaba su exquisita piel y su cabello oscuro. Un haz de luz de vela se concentraba sobre la colcha de seda. El Libro Rojo estaba abierto y apoyado en la almohada de ____ mientras ella leía lo que era evidente que acababa de escribir. La garganta de Harry se secó al darse cuenta de que movía su mano izquierda lentamente en¬tre sus piernas.
Hizo el delicioso gemido sensual otra vez. Harry ahuecó su mano en su erección y apretó con fuerza. Había dormido solo en Southampton. El período más largo que había permanecido célibe en su vida de adulto. No había deseado a ningu¬na otra mujer. Había pasado las noches soñando con ____ y utilizando su propia mano y su viva imaginación para sentir alivio. No había sido suficiente.
Se apoyó contra el marco de la puerta, con una mano aún friccionándose el miembro. Ella levantó la pierna derecha y flexionó la rodilla, y extendió la izquierda a un lado. Él vis¬lumbró un tenue destello del jade húmedo por su néctar con¬tra su muslo color marfil mientras se masturbaba. Arqueó la espalda y elevó más ambas rodillas, rozó el extremo del artefacto sobre su vagina. Rió, desde la profundidad de su gargan¬ta. La sangre se acumulaba en su falo mientras observaba sus exploraciones.
Sin hablar, cruzó hasta los pies de la cama, se abrazó a los postes y la miró. Ella no reaccionó ante su presencial solo continuó masturbándose. Él aspiró el olor de su néctar, el sua¬ve sonido resbaladizo del jade que se movía.
Habiendo olvidado el cansancio, se quitó con dificultad la chaqueta ajustada. El chaleco, el pañuelo de cuello y la ca¬misa le siguieron enseguida. Se dejó puestos los pantalones y las botas, disfrutaba de la sensación de su erección hambrien¬ta que empujaba contra la gruesa tela. Avanzó lentamente por los pies de la cama y se agachó delante de ella.
Ella le sonrió, con la mirada intensa debido a la excitación, con los labios abiertos y ávidos. Pasaba el artefacto sobre su sexo hinchado. La rozaba de atrás hacia adelante, mantenía el jade hundido en su canal.
Harry se inclinó hacia adelante y rozó los labios de su vulva, calientes e hinchados contra el jade verde que apretaban con firmeza. Hizo círculos en su abertura, disfrutando de su espeso néctar y la punta dura de su clítoris. Su polla vi¬braba junto a los frenéticos latidos de su corazón, en busca de alivio. Deseaba desabrochar sus pantalones e introducirse en su interior, follarla y follarla hasta que se le agotara el semen.
En cambio, se puso cómodo y frotó la cresta dura de su falo con los dedos temblorosos. Sus pantalones de gamuza ya estaban húmedos, y se sentían bastos y estrechos contra su carne que se abultaba con rapidez.
«Aún no».
No hasta que ella rogara.
En cambio, rozó su clítoris con un dedo. Ella dejó que el artefacto cayera de su mano. Él se acercó, bajó la cabeza e inhaló su olor, lamió su clítoris con la punta de la lengua. Ella se estremeció y movió la barra de jade con más rapidez dentro y fuera de su canal.
Harry bajó la cabeza y lamió su camino alrededor del jade. Disfrutaba del contraste entre su carne hinchada y elástica, y la dureza tersa de la piedra. Con delicadeza, metió un dedo a cada lado del consolador para dilatarla aún más. La hacía jadear. Sabía que podía dilatarla aún más. Como esclavos, Nick y él habían penetrado con sendos miembros a una misma mujer. Toda esa fricción y firmeza también eran esti¬mulantes para el hombre.
Sofocó sin piedad ese pensamiento y se concentró en ____. Movió los dedos dentro de ella y los hundió con fuerza, lamiendo su clítoris. Deslizó su otra mano debajo de sus nal¬gas y la elevó al ritmo de las caricias del jade. Dejó que su dedo más largo pa____ por sus nalgas y explorara su ano.
Recogiendo su néctar espeso, pasó el dedo por su capu¬llo y con rapidez, agregó otro. Pellizcaba su clítoris mientras su pene intentaba perforar su salida de los pantalones, frené¬tico por follar.
«Aún no».
Esperó hasta que el dolor insoportable se mezcló con la anticipación y el placer. Sentía la larga firmeza de la barra de jade y sus otros dedos a través de sus paredes internas. Sabía que ella también lo notaba.
Mientras estuvo en Southampton, había visitado a un comerciante oriental y había encontrado algunos tapones y anillos anales para ayudar a ____ a aceptar su polla. Por un momento imprudente, deseó tenerlos con él en ese momento, aunque quizá fuera mejor que no los tuviera. Después de un mes sin sexo, tenía que hacer las cosas poco a poco. Sabía de antemano lo doloroso que podía ser atravesado de manera forzada. De mala gana retiró los dedos y concentró la atención en su vagina y en su clítoris.
Su respiración aminoraba, y supo que estaba cerca del clímax. Se echó hacia atrás, apenas tocándola, deseaba ver su rostro en ese momento tan íntimo. Corrió los pliegues de su camisón para dejar al descubierto sus pechos y casi perdió lo poco que le quedaba de sentido.
Sus pezones rosados brillaban en oro. Él miró fijamente los aros que perforaban su piel sensible. Ella se estremeció cuando él alargó un dedo. Con gran control, tocó ligeramente el aro. Durante un tiempo estaría dolorida. Le dolería aún más si se quitaba el aro, como le había sucedido a él. Aún llevaba la cicatriz en su pecho. Pasó la lengua por el cálido metal y retiró los dedos de su vagina.
-¿Aún te duele?
Ella se mordió el labio. -Un poco.
Le lamió el pezón con tanta suavidad como pudo, y ella suspiró.
Cuando cicatrizara, pensaba pasar un buen tiempo en sus pechos, sin escatimar su atención. Dios, era posible que nunca le permitiera salir de la cama otra vez. Ahuecó la mano en su mentón y la besó en la boca, obsequiándole el sabor de su propio placer. Su polla vibraba, deseaba estar dentro de ella con un apetito primitivo que lo sacudía hasta la médula.
Aún besándola, alargó la mano hacia abajo y se abrió los pantalones. Silbó su aliento entre dientes mientras su polla se liberaba. La buscaba a ciegas. Ella bajó sus calzones para dejar al descubierto sus nalgas y sus testículos tensos.
-Ay, Dios, Harry, cómo te he echado de menos.
Él gimió cuando sus uñas le arañaron la piel. Liberó su boca y volvió a deslizarse entre sus piernas, apartó sus rodillas con las caderas. Ahora albergaría su polla y gritaría de placer.
____ se estremeció cuando él quitó la mano del conso¬lador de jade y asió la base de su falo. Su polla estaba más grande de lo que la había visto alguna vez. Llevó la enorme coronilla que goteaba a lo largo del lateral inferior del jade (dilatada carne roja contra un verde claro, calor aterciopelado contra la piedra bañada en su néctar). Su vagina lo aceptó debajo del jade.
Él esperó hasta que su piel cedió de buen grado y luego continuó su lenta penetración. Las sensaciones estallaban en su cuerpo. La vagina de ella apretaba. La firme resistencia de la piedra estaba por encima de él. Estaba atrapado en un torno de banco erótico de su propia creación.
-Harry -____ se aferró a sus hombros musculosos, sus uñas se clavaban profundamente -¡Ay Dios! ¡voy a acabar.
Él presionó más profundamente hasta que sus testículos golpearon contra las nalgas de ella y permaneció inmóvil mientras bañaba su polla con la fuerza de una tormenta devastadora. Contuvo los gritos en su boca, negándose a finali¬zar el beso incluso cuando ella pellizcaba y mordía sus labios en los últimos espasmos de su clímax.
Cuando dejó de sacudirse, él se retiró y quitó el conso¬lador de jade. Bajó la mirada hacia su hermosa vagina húmeda y preparada para follarla. Era demasiado para controlarse. Ahora estaba más allá de eso, igual que ella. Sostuvo el jade y deslizó dos dedos dentro de su recto.
-Lo quiero aquí dentro. ¿Lo harás por mí?
-Lo he intentado sola cuando no estabas.
Levantó una ceja mientras la penetraba poco a poco con el jade.
-Debiste de haber estado aburrida. Te pedí que me esperaras.
Su respiración se entre cortó cuando él deslizó el jade hasta que no pudo llegar más lejos.
-Pensé en prepararme para ti.
-Siempre eres muy impaciente, ____, pero en esta ocasión me alegra.
Se relamía mientras él llevaba sus muslos por encima de sus hombros y volvía a sumergirse directamente en su interior. Ahora era suya; ya no podía negarlo.
Se hundió en su calor con un gemido. Podía sentir el jade incluso a pesar de que su vagina apretaba y aflojaba mientras ella acababa.
-Estoy de vuelta ahora, ____. Ya no hay más jade para tu vagina a menos que yo lo coloque allí. No más de tus dedos, solo mi polla que te follará tanto tiempo y con tanta fuerza como desees.
Ella gimió y lo abrazó más fuerte mientras él continuaba empujando. Su bienvenida estaba asegurada. Por primera vez en su vida de adulto, se sintió seguro de que alguien entendería y perdonaría su pasado. Gimió mientras su semen la colmaba y se dio cuenta de que en verdad, había vuelto a casa. 

Esclavos del sexo. [Harry Styles] {MUY HOT} |TERMINADA|Where stories live. Discover now