Capítulo 13. Parte 1.

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Harry arrugó el entrecejo hacia su mayordomo. -¿Qué queréis decir con «Su Señoría se ha marcha­do»? ¡Se suponía que me informaríais cuando llegara!

-Lo siento, milord, pero era mi tarde libre. -Bryson hizo una reverencia, con el rostro imperturbable -No supe que Su Señoría había regresado a casa hasta que la vi volver a marcharse.

Harry dio media vuelta y volvió a dirigirse escaleras arriba. Entró a la alcoba de ____ y encontró a su criada orde­nando las prendas tiradas. Él levantó las medias de seda que estaban sobre una silla. Un toque de rosas entibiaba el aire y le recordaba la piel tersa de ____.

-¿Adónde se dirigía la señora esta noche?

Sally casi tira la pila de prendas que llevaba al hacer una torpe reverencia.

-Creo que milady iba a un baile en Vauxhall Gardens con un grupo de amigos. -Le hizo otra reverencia -Señor.

Él se dirigió a su vestidor. ____ había evitado estar a so­las con él durante los últimos dos días. Él había ordenado que estuviera presente durante la cena de esa noche, y parecía que lo desafiaba. ¿Pensaba que divertirse con amigos era más im­portante que cenar con él? Arrugó el entrecejo hacia su reflejo en el espejo. Estaba como un esposo celoso: una sensación nueva para un libertino como él. ____ tenía todo su derecho de pa­sar la velada con quien quisiera. Arrojó la media al suelo. ¡Maldición! Debió haberle hecho frente.

En los breves momentos que le había concedido duran­te los últimos dos días, había actuado como la esposa perfecta. Su sonrisa serena y cortés, pero su expresión distante, eran suficientes para hacerle rechinar los dientes. Se suponía que él era el experto en mantener a la gente a distancia, no ella. ¿Ya habría renunciado a él? ¿Estaba preparada para cedérselo a Ashley sin luchar? De alguna manera la idea lo enfurecía.

Hurgó en el armario hasta que encontró un viejo traje dominó de seda negra y una máscara que combinaba. Asisti­ría al baile de máscaras y la sorprendería. Quizá le resultaría más fácil atraer su atención en un baile público que en su pro­pia casa. Al volver a entrar a su habitación, un destello de co­lor sobre la almohada llamó su atención. Caminó hasta la cama y tomó el Libro Rojo que ____ había dejado allí para él.

Con rapidez hojeó las páginas hasta que encontró su última anotación.



En el baile de máscaras, seré anónima. Si encontrara a un hombre que desee satisfacer algún placer ilícito, tal vez debería permitirle las licencias que mi marido encuentra tan irresistibles en otras. Tal vez comenzaría a comprender la atracción de los engaños y jugar el juego yo misma. Bajo el manto de la oscuridad, o en medio de la multitud, ¿me cono­cerá y me buscará mi amante, u otro encontrará el deseo de su corazón?



Harry volvió a leer las palabras tres veces. Un tem­blor de enfado posesivo lo sacudió. Había deseado un desafío, y aquí estaba. ¿Le pedía que fuera a su encuentro o se le ofrecería a otro? ¿Las licencias a las que hacía referencia eran aquellas que le había entregado a él como marido o aquellas que creía que él buscaba en otras mujeres? Su polla se endureció por adelantado. Sea lo que fuera que significaran sus palabras crípticas, la encontraría y le demostraría exactamente por qué era el úni­co hombre que tenía la llave del deseo de su corazón.

____ observaba la pista de baile atestada a través de la angosta abertura de su máscara plateada. Vauxhall Gardens se encontraba repleto, casi hasta estallar en la cálida neblina inesperada de la noche de otoño. Los faroles coloridos ilumi­naban a aquellos que bailaban y proyectaban sombra sobre los ocupantes de los cuartos de descanso más aislados. En el aire había un intenso olor a vino. Parecía que el anonimato de una máscara alentaba a las personas a rebajar sus valores y a comportarse de una manera más inaceptable. Volvió a mirar a Nick y a Evangeline, que estaban sentados en un cuarto de descanso terminando la cena. La punta de su pie repiqueteaba al ritmo de la música.

-Dama misteriosa, ¿le agradaría bailar?

Un hombre alto con un traje dominó azul y una más­cara negra le hacía una reverencia. Por un momento, un tem­blor de alarma se disparó en ella, le recordaba a Harry. Pensar en su irritante esposo fue suficiente para enderezar la espalda y dejar de preguntarse si a él le importaría lo suficien­te como para venir a su encuentro.

-Me encantaría.

La llevó al baile, sosteniéndola con firmeza de la cintu­ra. Su boca carnosa dibujaba una delicada sonrisa.

-Me atrevo a decirle que está encantadora con ese disfraz.

____ bajó la mirada a su corsé con cuentas y las finas piezas de múltiples capas de seda de sus pantalones de harén. Evangeline le había obsequiado el disfraz.

-Gracias. Dudo que sea una representación exacta de lo que aquellas damas usan en realidad, pero tenía que mante­ner un grado de dignidad.

El caballero rio, dejando al descubierto sus dientes blancos.

-Creo que tiene razón, señora. Aunque dicen que a cualquier hombre que se atreva a entrar en el harén del sultán lo asesinan. Por lo que, ¿quién puede verdaderamente decir si su disfraz es correcto o no?

Ella se concentraba en sus pasos mientras su compañe­ro la acercaba más hacia la pista atestada. Cuando la música terminó, le hizo una reverencia.

-¿Desea algún refresco, señora?

____ echó un vistazo hacia su grupo, pero lo había per­dido de vista en el tumulto. Se recordó a sí misma que busca­ba una aventura y colocó la mano sobre su brazo.

-Me encantaría.

Esperaba en una de las casetas de la planta baja que da­ban a la pista de baile mientras su compañero buscaba los tra­gos. La sutil posición elevada de la caseta le permitía ver por encima de la multitud que empujaba. Un baile de máscaras parecía atraer a todos los niveles de la sociedad. Al transcurrir la noche, se volvía más dificultoso distinguir entre el compor­tamiento de los niveles más altos y los más bajos. Observó la hilera de casetas enfrente de ella. Tenía la extraña sensación de que la observaban.

Una sensación de malestar se deslizaba en su vientre. ¿Había permitido que su naturaleza impulsiva la descarriara? Como una mujer casada, quizá hubiera sido mejor enfrentarse a Harry y acabar con el problema antes de decidir de ma­nera imprudente embarcarse en la búsqueda de un amante.

Por otra parte, no era precisamente reconocida por su paciencia, ¿no? Si no hubiera contraído matrimonio con Joseph con tanta rapidez, ni siquiera estaría allí.

-Su ratafía.

____ se volvió de un sobresalto cuando su compañero enmascarado regresó, y tomó la copa que le ofrecía.

-Parece un poco ansiosa, señora.

Su voz de clase alta la hizo sentir ridícula por su repen­tina inquietud.

-En verdad, amable señor, nunca antes había estado en un baile de máscaras. Me siento un poco abrumada.

-Es interesante lo diferente que se comportan las personas cuando creen que están de incógnito ¿no es ver­dad? -Apoyó la copa y se sentó junto a ella. Ella se puso ten­sa cuando él le tomó la mano -Por ejemplo, nunca me atre­vería a tocarla de esta manera si nos hubiéramos conocido bajo circunstancias más formales.

Permitió que sostuviera su mano enguantada, esperó para ver si su cuerpo respondía de manera instantánea hacia él como lo hacía con Harry. El rostro de él se acercó y sus labios tocaron los suyos en un casto saludo. ____ cerró los ojos. No sentía nada. Sería mucho más fácil si solo fuera una mujer apasionada que se excitara con cualquier hombre. ¿Cómo iba a vencer a Harry si nadie se igualaba a él?

-¿Señor, señor? -Una voz persistente detrás de ____ hizo que abriera los ojos.

-¿Qué sucede, muchacho? -Por primera vez, había un tono de irritación en la voz de su compañero.

-Tengo una nota para usted, señor. Dice que es ur­gente. Algo sobre su hermana.

-No tengo hermana. ¿Está seguro de que es para mí? ____ suspiró de alivio mientras su supuesto preten­diente saltaba por encima de la pared de la caseta y seguía al muchacho en medio de la multitud. Quizá no estaba del todo preparada para disfrutar de una aventura como había creído.

Una mano apretó con fuerza su boca.

Esclavos del sexo. [Harry Styles] {MUY HOT} |TERMINADA|Where stories live. Discover now