Capítulo 11. Parte 1.

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-Se lo juro, milord, no fui yo quien alteró los libros. El lujoso estudio de Harry revestido en caoba estaba bañado por la luz del sol, pero la atmósfera permanecía oscura y tensa. El señor Carter se quitó las gafas y frotó las lentes con su pañuelo como si intentara borrar los errores que Harry le había mostrado.

-No pienso eso, señor Carter -dijo Harry en voz baja, mientras le daba un golpecito a su pluma sobre la página abierta -Lo que quisiera saber es quién lo hizo.

Se reclinó mientras el señor Carter estiraba el cuello sobre los libros.

-No estoy seguro, milord. Las modificaciones son tan pequeñas que es difícil saberlo.

-¿Quién tiene acceso a los libros mayores, además de usted?

El señor Carter arrugó el entrecejo.

-Como ya sabe, se guardan en la oficina principal.

Cientos de personas pasan por allí todos los días, pero sise re­fiere al personal, supongo que mis dos asistentes tendrían mayores posibilidades de modificar los números.

-¿Y ellos son...?

-Alexander Long y Christopher Duncan. Ambos han venido muy recomendados para el empleo. -Se inclinó hacia Harry, con alivio en el rostro -En realidad, a uno de los hombres lo recomendó su padre, el Marqués.

Harry suspiró con lentitud. -¿A cuál de ellos?

-A Duncan. Es escocés, creo que trabajaba en la finca de su padre antes de que se mudara a Londres en busca de una nueva posición.

Nick, también presente, aclaró la garganta.

-Puedo reunir información sobre estos dos hombres para ti, Harry. ¿Quién recomendó al otro hombre?

-Creo que ha sido sir Richard Pettifer o el señor John Harrison. -El señor Carter levantó una mano temblorosa para colocar sus gafas otra vez sobre su nariz -No tengo quejas de ninguno de los dos hombres. Siempre han parecido concienzudos, honestos y de confianza.

-Nadie lo culpa, señor Carter -dijo ____ desde una silla en la penumbra de un rincón.

Harry resistió el impulso de mirarla con enfado. Él sí culpaba al señor Carter Era evidente que el hombre era de­masiado anciano para hacer su trabajo correctamente. Como si hubiera leído el pensamiento de Harry, el señor Carter cayó a sus pies.

-Por favor, acepte mis disculpas, milord. Prometo que seré más diligente en el futuro.

____ levantó las cejas hacia Harry. De mala gana, él apisonó su deseo de despedir al hombre en el acto.

-Está bien, señor Carter. Lo superaremos. ¿Puedo sugerirle que mantenga los detalles de esta reunión en secreto? No querríamos que sus asistentes se enteren de nuestra ven­taja y desaparezcan.

-Por supuesto que no, milord. -El señor Carter guardó el pañuelo en el bolsillo con un inconfundible alivio en el rostro -Seré la discreción personificada.

Después de la partida del señor Carter, Harry miró fijamente a Nick y a ____.

Ella le sonrió.

-Fue amable por tu parte permitir que el señor Carter conservara su trabajo.

-Maldito estúpido. Se merece que lo despida. Ha sido negligente. -Harry cerró el libro mayor y se reclinó en el asiento para apoyar sus pies enfundados en botas sobre el borde del escritorio-. Ahora supongo que esperarás que en­cuentre la manera de reemplazarlo sin herir sus sentimientos. -Su voz estaba llena de sarcasmo.

____ no logró esconder su regocijo. -Sería muy generoso de tu parte.

-Amable, generoso -le refunfuñó Harry a su esposa -¿Con qué otras palabras deseas adularme hoy?

Nick rio.

-Me alegra ver que ____ tenga ese efecto civilizador sobre ti.

Ella se puso de pie y alisó los pliegues de su vestido verde. Harry arrugó el entrecejo hacia ella.

-¿Adónde vas?

-Me han invitado a tomar el té en casa de los Pettifer esta tarde. -Puso su barbilla en alto y le lanzó una sonrisa de­safiante-. Quizá pueda averiguar más sobre ese empleado tuyo.

-Creí haberte pedido que no tuvieras relación con ellos. -Harry se incorporó de manera tan abrupta que los tacones de sus botas golpearon el piso de madera -Y desde luego que no quiero que realices ningún tipo de espionaje.

____ lo besó la mejilla.

-Te veré en la cena, recuerda que prometiste asistir al baile del embajador conmigo esta noche.

-¿Por qué debería complacerte cuando no haces ni una de las malditas cosas que digo? -Frunció el ceño hacia la espalda de ella, que se retiraba cerrando la puerta con firmeza.

-Nunca pensé que una mujer te armara tal lío, Val.-Nick se sentó a un lado del escritorio.

-Bueno, pensaste mal. -Encendió un cigarro y le ofreció otro a Nick-. Esperemos que recuerde ser discreta en su trato con los Pettifer. Es muy inocente.

Nick sopló una nube de humo.

-¿Te preocupa que el padre de ____ pueda estar im­plicado en todo este embrollo?

Harry miró fijamente los tranquilos ojos azules de su amigo.

-Por supuesto que sí, aunque estoy más convencido de que esto tiene algo que ver con mi padre.

-Cálmate, Harry. Estoy seguro de que no está involu­crado. -Nick se estiró hacia adelante y pasó su dedo por la mandíbula apretada de Harry. Cuando Harry se echó hacia atrás, Nick quitó la mano de inmediato -Lo siento, es la fuerza de la costumbre. -Aclaró su garganta –Si te dijera que es hora de que vieras a tu padre por el hombre que es, en lugar del hombre del saco de tu niñez, ¿me escucharías?

-Escucharía, pero aun así no creería esas tonterías. Sé exactamente lo que es mi padre y lo que desea de mí. ¿Has ol­vidado cómo te trató?

-No lo he olvidado, pero puedo entender por qué cre­yó mejor eliminar todo rastro de tu vida anterior después de tu regreso a Inglaterra. -Nick suspiró -Era un recordato­rio constante de tu pasado y, en verdad, yo también era una carga. Solo deseaba lo mejor para ti.

Harry se puso de pie y se dirigió hacia la ventana. El carruaje de ____ se retiraba de la puerta principal.

-Tú eres más generoso que yo. Él deseaba fingir que no había sucedido nada, deseaba que actuara como si nunca me hubiera apartado de su lado y me hubiera criado como a un perfecto caballero, preparado y dispuesto para heredar su patético título.

-Pero tú también deseabas olvidar, Val. Tal vez te pa­reces más a él de lo que crees. ¿Cuándo te has tomado un mo­mento para hablar sobre aquellos horrores que soportamos?

-Nick apagó el cigarro en el cenicero -Aún insistes en que nada de lo que te ha sucedido en el burdel tiene influencia en tu vida presente.

Harry presionó la palma de su mano con fuerza contra el cristal de la ventana mientras los recuerdos de los cuerpos ex­citados y calientes susurraban en su mente. Cerró los ojos contra las voces insidiosas y la oleada de malestar que vibraba a través de él. Con un insulto, se dio media vuelta para en­frentarse a Nick.

-No soy ni una mujer ni un poeta. No necesito coti­llear sobre mis sentimientos, ¡maldición!

-No hay necesidad de gritar, Harry. Solo intento ayudar. Harry miraba a su amigo con enfado. Ya no recibía con agrado las caricias de Nick, pero el vínculo que compartían iba mucho más allá de lo físico. Era la única razón por la que aún lo escuchaba. Luchaba por volver a concentrar sus pensamientos en las cuestiones más urgentes que tenía entre manos.

-¿Averiguarás todo lo que puedas sobre Long y Dun­can, entonces?

Nick se apartó del escritorio, con la mirada contem­plativa.

-Me aseguraré de investigar a ambos hombres por igual. Si hay malas noticias para darte, te las daré en persona. ¿De acuerdo?

-De acuerdo. Ahora debo asistir a otra cita. -Harry apagó el cigarro -Debo encontrarme con Ashley Grine en casa de la señora Helene para hablar sobre nuestro futuro, o la inexistencia de este.

-No es la mejor elección para el lugar de encuentro, Val. -Nick hizo una mueca -Hará todo lo posible para que vuelvas a su cama junto a ella.

-Lo sé. -Harry esbozó una breve sonrisa. Estaba deseando ocuparse de Ashley-. Confía en mí, no tendrá éxito. Por desgracia, era la única manera en que podía conse­guir que por fin se reuniera conmigo.

Esclavos del sexo. [Harry Styles] {MUY HOT} |TERMINADA|Where stories live. Discover now