viii

500 61 5
                                    

Se sintió un poco triste al colocar el primer pie fuera del recinto y observar lo que tenía a su alrededor. Ver todo tan desolado le hizo comprender que su situación económica era un desastre. La colonia era horrible, estaba cubierta por grafitis, basura desperdigada por el suelo y las personas que transitaban por allí eran la definición de escasos recursos.

Intentó matar su decepción mentalizándose en que iría a casa. Vería los autos pasar y se despejaría un poco antes de entrar a la rutina. Con suerte, su padre estaría lo suficiente ebrio para pasar desapercibido ante sus ojos.

Apenas había avanzado veinte metros cuando vio a un par de chicos yendo en dirección contraria. Se detuvo porque conoció a uno.

—¿Joe? —dijo, girando sobre sus talones para poder observarle.

Ambos se detuvieron, el más alto miró sobre su hombro. Notó que su nariz sangraba, tenía sangre seca manchándole la barbilla y parte superior de la camiseta.

Con enorme duda, avanzó hacia él, deteniéndose hasta poder inspeccionar la herida.

—¿Qué te ocurrió? —inquirió, preocupado.

Joe no dejaba de mirarle como si le resultara familiar y no recordara quién era.

El muchacho a su lado le miró con curiosidad, escondiendo las manos en los bolsillos delanteros del jean.

—¿Y tú quién eres o qué? —preguntó después de inspeccionarle un par de segundos.

Tenía una mirada fría que no combinaba con su apariencia, pues era demasiado bajo de estatura y su cara resultaba angelical a causa de sus afiladas facciones. No podía tomarlo en serio.

—Archie —respondió sin prestarle atención.

No le sostuvo la mirada. No solía mirar a los desconocidos a los ojos cuando le hablaban y esa vez no habría una excepción.

Los ojos de Joe se iluminaron cuando pronunció su nombre, como si de repente algo se hubiera activado dentro de su mente. Le miró.

—Archie —secundó, extrañamente alegre. Le analizó más tiempo, como si estuviera buscando algo que comentar, hasta que lo encontró—: ¡Tu nariz está allí de nuevo!

—Siempre ha estado aquí —contestó, desinteresado—. ¿Qué te ocurrió?

El moreno le miraba sin articular palabra. Sabía que no obtendría una respuesta por su parte, así que decidió interrogar a su acompañante.

Él solamente observaba la calle a su lado, viendo los automóviles transitar a alta velocidad. Parecía incómodo por la situación.

—Uhm —comenzó, atrayendo su atención—. ¿Por qué Joe está...?

—Tuvo un maldito accidente —explicó, sin despegar su atención de la carretera—. Bueno, no exactamente... Alguien lo golpeó. Este imbécil está comenzando a hacer cosas que no debería hacer —dijo, pateando una piedra fuera del camino.

Sintió algo crujir dentro de su pecho, de manera metafórica, claro; pero lo suficientemente extraño como para desconocer el motivo. Tal vez era sorpresa o decepción. No tenía idea. Solo era algo.

—¿Qué hizo?

El muchacho bufó en respuesta, negando con un movimiento de cabeza.

—No es gran cosa. Gilinski enloqueció porque le robó dinero esta mañana.

Archie regresó su interés a Joe.

—¿Estará rota?

—No creo —respondió el rubio, acercándose un poco para mirar—. No se ha quejado... demasiado.

Crystal LinesWhere stories live. Discover now