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Escuchó la puerta principal abrirse. Supuso que su padre se había marchado a conseguir más alcohol. Habían transcurrido un par de horas, por lo que ya estaba nublado afuera.

Se encontraban recostados en la cama, Joe cerca de la pared y él en el otro lado. No habían hablado demasiado, solamente se limitaron a escuchar el silencio.

Archie le pasó una mano sobre el pecho, tenía la cabeza escondida en el agujero que se formaba en su cuello. No se sentía incómodo, pues desde el hospital había notado que estaba con una persona amante del contacto físico y no era extraño estar tan cerca. Solamente estaba allí, tocándolo, sabiendo que no le pediría alejarse.

Cerró los ojos y aspiró su aroma corporal. Olía a manzana, también a jabón.

—Me duché antes de venir aquí —explicó el moreno, innecesariamente.

—Lo noto —Sonrió, apoyando la barbilla sobre su hombro—. Yo no he tenido una ducha normal en toda una semana.

—Ugh —Joe arrugó la nariz, intentando hacer un gesto repugnante.

Se vio tan gracioso que no pudo evitar reír.

—Sí, ugh —imitó la mueca—. Las duchas en el hospital son raras, siempre tienes a alguien mirándote. No sé por qué no se animaban a cerrar la puerta cuando estás en el baño, tal vez creen que vas a suicidarte en la regadera.

—O quizá piensan que un payaso va a aparecer en el drenaje.

—Uhm, no lo entiendo —dijo Archie, después de mirarle un par de segundos—. ¿De qué manera combinan los payasos y las duchas?

—¿Nunca viste la película de Eso? ¿El payaso que asesina niños? Había sangre brotando de la tina y gritos de niños dentro del lavabo.

Se levantó un poco, abriendo los ojos de manera exagerada mientras intentaba imaginar la escena.

—Estás haciendo que me dé miedo ducharme —confesó, riendo.

—Solamente mataban niños, tú eres mayor de edad, ¿no?

—Nop, soy ilegal en todos los estados.

—¿En serio? No puedo creerlo.

—Nadie puede hacerlo —Rodó los ojos—. Todos creen que soy el padre de alguien y nunca sobran niños llamándome "señor" en la calle. Es completamente molesto.

—Es por el cabello —dijo Joe después de analizarlo.

—Creí que lucía como un grunge de los noventa amante del rock —soltó un suspiro, con abatimiento teatral, tomando un mechón y estirándolo sobre su rostro, era tan largo que llegaba hasta la barbilla—. Quizá parezco un vagabundo.

Joe asintió, él le miró indignado.

—Se suponía que debías contrariarme.

—Es difícil hacerlo.

Archie puso una cara seria, y Joe no pudo evitar darle una débil palmada en el rostro, tocando su nariz.

—Me gustas más cuando no estás hinchado y morado —murmuró.

Le apartó la mano, quejándose un poco.

—Gracias... creo.

Se fue cuando el reloj marcó las diez de la noche. Al final del día se había puesto algo extraño, estaba un poco ido y tardaba en responderle cuando le preguntaba algo. No comentó nada, pero tampoco intentó detenerlo cuando le dijo que debía irse. 

Crystal LinesWhere stories live. Discover now