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Regresó a casa tarde. Aunque Joe le había acompañado a la estación, se retrasó en una esquina desconocida y tuvo que caminar en círculos por más de veinte minutos hasta encontrar alguna señal que le indicara el camino a casa. Necesitaba aumentar la frecuencia de sus salidas, porque no conocía más allá del hospital y el instituto.

Soltó un suspiro de alivio cuando vio su edificio a lo lejos. Acortó los metros restantes corriendo, dirigiéndose al inicio de las escaleras. Estaba tan interesado en la luz encendida de su habitación y la de Aaron que no notó cuando una sombra le cogió por el brazo al subir el primer peldaño.

Abrió los ojos sorprendido, intentando gritar, pero lo había inmovilizado por la espalda y no podía moverse demasiado.

—¿Dónde mierda estabas, maldita zorra? —Ya conocía esa voz. Deseaba marcharse, caminar sobre sus pasos e irse lejos; sin embargo, estaba temblando de miedo y su cerebro había dejado de mandar órdenes a sus extremidades.

—En la biblioteca —respondió.

Estaba cerca de su cuello, sentía su caliente respiración sobre sí. Solamente podía pensar en que era capaz de derretirle si se esforzaba un poco, se sentía como un cubo de hielo dentro de un horno microondas. Simplemente sabía que las cosas no acabarían bien.

—¿Por qué mierda estás mintiéndome? —Le gritó en el oído.

—No lo hago —respondió alterado, estaba casi a punto de llorar. tal vez lloraba un poco demasiado, pero ¿qué más podía hacer?

—Es media noche, yo no conozco ninguna puta biblioteca que esté abierta a estas putas horas. ¡¿Dónde mierda estabas?!

—Allí, te lo juro. Regresé caminando. Solo estaba leyendo y perdí la noción del tiempo.

—¡Deja de mentirme, Archie! —gritó otra vez, ignorándolo por completo.

Un par de luces se encendieron en el edificio de enfrente y notó que había una persona asomándose por la ventana. Se escuchaban murmureos. Pronto estaban siendo apuntados por la luz de una lámpara.

Aaron soltó una maldición, halándole el cabello para acércalo más a sí y poder susurrar en su oído.

—Sé que estás engañándome. ¿Con quién mierda estás metiéndote?, ¿acaso has decidido unirte a todas las putas de este jodido vecindario? Si me entero que alguien más está metiéndote una polla en el culo vas a desear estar muerto, idiota. Eres una basura, no creo que nadie quiera estar contigo si no busca una follada de una sola noche. Me das asco y se lo das al mundo entero, Archie. Soy lo único que tienes, grábatelo en la cabeza.

Lo lanzó tan fuerte contra las escaleras que sintió algo encajándose con ferocidad entre sus omóplatos. Varias cajas y bolsas de basura le habían caído encima. Tenía decenas de lágrimas inundando sus mejillas. Se levantó, ignorando el dolor. Subió las escaleras a toda prisa y se escabulló en su habitación.

Después de asegurar la ventana, se sentó en el suelo a llorar, apagando la luz que había dejado encendida desde la mañana.

Crystal LinesWhere stories live. Discover now