xxi

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Ocurrió otra cosa, ésta fue cien veces peor que la anterior.

Joe plantaba besos en su espalda mientras lo hacían. Era tan rudo que la base de la cama chocaba contra la pared una y otra vez. No sabía por qué se movía tanto, pero se sentía demasiado genial para ser cuestionado.

Podría haber jurado que su padre estaba fuera de casa, porque creyó escuchar la televisión apagarse y la puerta principal siendo cerrada. Chad solamente hacía eso cuando se marchaba.

—Oh, Jos, esto es asombroso —dijo, quedándose sin aire.

Joe no respondió nada, estaba demasiado ocupado para prestar atención.

Archie estaba a punto de llegar al orgasmo, ya lo sentía venir, pero, de repente, un sonido le heló la sangre.

La puerta de su habitación se abrió, golpeándose estrepitosamente contra la pared. Levantó la cabeza, pues desde su lugar tenía una vista completa del sitio, y sin más, sintió ganas de vomitar. Chad estaba allí, viéndolos con el ceño fruncido y la mandíbula desencajada.

Joe se detuvo al mismo tiempo que escuchó el sonido, alejándose de él.

Ninguno de los dos sabía qué hacer. La mirada de su padre reflejaba tanta furia que creyó que moriría de un paro cardiaco.

Se levantó. Estaba tan avergonzado y sabía que su padre lo mataría. Caminó hacia él, intentando decirle algo, pero no sabía qué. El semen de Joe estaba escurriendo por sus piernas y oh, casi pudo jurar que el hombre lo notó. Sí, iba a morir allí mismo.

—Papá, esto... yo... no sé. Lo siento.

Se acercó hasta casi poder tocarlo. No sabía qué decir, estaba a punto de llorar a causa de la frustración. Su padre no dejaba de mirar a Joe, con la respiración agitada, quien se había puesto apresuradamente los pantalones y había salido por la ventana.

Archie se sintió peor, le había abandonado.

—¿Esto es en serio? —Su voz era igual de sobria a su mirada, no lo iba a olvidar pronto—. Pensé que lo que decía esa maldita zorra era falso. ¿Eres un marica, Archie?

—Papá... En verdad lo siento —dijo. Había comenzado a llorar y las lágrimas cubrían sus mejillas, desbordándose de sus ojos y nublándole la visión—. Creí que no estabas en casa.

—¿Entonces haces esto cada vez que no estoy? —gritó enojado.

Con el transitar de los segundos su voz se transformaba en algo más peligroso. Tenía un arma oculta que era peor que las preguntas, sabía que había sobrepasado la línea, demonios.

—¿Qué? ¡No! —Negó rápidamente, (aunque sí era verdad...)—. Perdóname, en serio, yo no...

—¿No qué? —Le interrumpió—. ¿No querías hacer esto? ¿Él te obligó?

—No —Otra vez negó, intentando hallar su voz en medio de los sollozos—. No me obligó a nada, me gusta, pero...

La mirada se intensificó, a tal grado que sería capaz de coagularle la sangre si pudiera materializarse. Cuando menos lo esperó, le dio una bofetada en la mejilla, después otra y algo se rompió dentro de su boca, haciéndole escupir un líquido rojo porque estuvo mordiéndose el interior de las mejillas de manera inconsciente.

—Escúchame bien, Archie —dijo, tomándole de los hombros con fuerza y golpeándolo contra la pared más cercana—, simplemente quiero que te largues de aquí. Desde este maldito momento dejas de ser mi hijo. No quiero tenerte en mi familia después de lo que acaba de pasar ¿entiendes?

Crystal LinesWhere stories live. Discover now