Capitulo 11

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Un sonido muy escandaloso, tratando de decir que el tren había llegado a su destino.

Los tres pasajeros se levantaron poco asustados por aquel ruido escandaloso.
Por lo cual al ver que todos se levantaron de sorpresa les dió Gracia su acción y empezaron el día con una sonrisa en el rostro.

-En hora buena, ya llegamos, ya me dolía todo. Dijo Candy mientras se levantaba de su asiento y se estiraba toda.
-Si Candy ya podemos descansar más agusto ahora que lleguemos a casa. Dijo la hermana María.
-Ya podré jugar con todos en el hogar de pony. Dijo John muy contento.
-Bueno Candy ayúdame con la maletas.
-Claro hermana.

Los tres se abrigaron un poco más y tomaron las maletas y se dirigieron a la puerta, habia mucha gente lo cual atraso un poco su bajada, pero si pudieron bajar.

Los árboles estaban cubiertos de una capa de nieve espesa y blanca, era un momento tan bonito ver toda aquella naturaleza que los rodeaba.

Encontraron un Coche y se dirigieron a la mansión donde vivía Candy.

En la mansión.

Estaba Albert muy desesperado, sabia que llegaría su pecosa Favorita y les pidió a sus sirvientes que hicieran una bienvenida. Pero el problema estaba que no sabía a aquioras llegarían, el pobre rubio caminaba de un lado a otro.

Hasta que sintió una mano en el hombro.

-Señor William, deje de caminar así en marea. Dijo  un joven con un bigote muy familiar y cabellera corta y negra.
-George, no me espantes, estoy muy nervioso por la llegada de Candy, pero no llega, se supone que hoy llega.
-Ella va a llegar en cualquier momento.
-Si, eso espero George.

Un coche se acerca a la mansión, a Albert se le ocurrió salir un rato a la entrada de la mansión, de lejos vio un coche que se dirigía a la mansión, con más se acercaba el coche se aferraba a la idea que ahí venía Candy.

Para su sorpresa cuando llegó el coche a la entrada, se dio cuenta que nunca estuvo equivocado, ahí venia la chica Rubia con sus dos amigos.

Albert se acercó más al coche, el cochero abrió la puerta y bajo Candy primero.

-¡Albert. Salto Candy del coche y le dió un abrazo muy fuerte.
-¡Candy! Dijo Albert abrazándola mucho mas fuerte.
-Ya te extrañaba mucho. Dijo Candy al borde de lágrimas de emoción.
-Tranquila Candy, ya estás aquí.

La hermana María se encargó se pagarle al cochero el cual se fue después que le pagaran, John pudo bajar las maletas del coche con ayuda del cochero.

-Buenas tardes s joven Albert. Dijo la hermana María.
-Buenas tardes hermana, pero que distraído soy, pasen aqui afuera está haciendo mucho frío.

Todos entraron a la mansión, y ya fue que alguno sirvientes salieron por las maletas.

-Hermana María, si gusta se puede quedar aquí hoy, y ya mañana me encargo que un coche los lleve al hogar. Dijo Albert mientras caminaban.
-Esta bien Joven Albert. Respondió la hermana María.
-Entonces subamos le mostraré su habitación.
-Que casa tan grande. Decía John mientras miraba toda la casa.
-Verdad que si John está enorme. Dijo Candy subiendo las escaleras.

Mientras Albert le enseñaba a la hermana María donde sería su cuarto, Candy le enseñaba su cuarto de ella a John.

-Entra John, este es mi cuarto.
-Oh que grande Candy, me puedo acostar en tu cama.
-Claro John.

El niño corrio a la cama y se un brinco se tiró en ella.

En el otro pasillo, caminaba Albert con la hermana María.

-Y como siguió el pequeño en el camino.
-Bueno joven Albert, gracias a usted por el trato que le dieron a Chicago está muy bien, y en todo el camino se sintió bien, es un niño muy fuerte, me recuerda mucho a Candy cuando era una pequeñita.
-Me alegra que se recuperó muy pronto.
-Ya que esta solo joven Albert, le doy las gracias por todo lo que hizo por nosotros.
-No hay nada que agradecer, John es un buen niño, y se lo merece.
-No sabría cómo pagarle joven Albert.
-No se preocupe hermana, mire ya llegamos está es su habitación.
-Oh está muy grande, aquí estaremos bien cómodos con John.
-Bueno ahorita le subieran su maleta, y la esperamos abajo para tomar un chocolate caliente.
-Esta bien joven Albert y muchas gracias.

Albert se retiró de la Habitación dirigiéndose a la de su pecosa, John se había quedado dormido en su cama, mientras Candy estaba desempacando.

-Eh notado que usted señorita dejo su puerta abierta. Dijo Albert entrando al cuarto de Candy.
-Shhhhhhh, calla Albert, John se quedó dormido. Dijo Candy con un dedo sobre la boca como señal de silencio.
-Perdon Candy, no me había dado cuanta. Dijo el Joven un poco más leve su voz.
-Esta bien Albert.
-Candy, ya extrañaba, tenerte aquí todos los dias, la casa estuvo un poco calmada los días que no estuviste aquí, se sentia un poco raro.
-Tanto así Albert.
-Si, sentía que me volvería loco, si no regresarás.

Una gran carcajada se dio Candy sobre aquél comentario.

-Tenia que volver, nunca te dejaría solo aquí Albert.
-Eso espero mi pecosa, me voy Candy, invite a la hermana a tomar chocolate caliente, bajas para tomarlo.
-Ummmm chocolate caliente, que rico ahí bajaré Albert. Dijo Candy mientras hacía su gesto de sacar su lengua.

Albert se fue de su habitación y coloco sus manos en sus bolsillos.
Caminaba sólo, y habia completo silencio.

¿Que aria yo sin Candy?, La quiero mucho y mi vida no sería la misma si no está ella.

Albert sentía una rara sensación como algo en el estómago, y no era hambre, una vez había sentido eso, hace mucho años, y no sabía que era. No le puso tanta importancia, porque aquella sensación de hace años era una sensación de amor.

~El Fin~ Candy Candy/COMPLETAWhere stories live. Discover now