Capitulo 24

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Era muy temprano, pero los labores de la mansión empezaban a esa hora, y también era la hora del labor de Candy, como oficialmente la enfermera de Albert.

Candy se levantó, se arreglo para su día, se hizo sus coletas y salio de su habitación, al parecer no era la primera en levantarse, la servidumbre ya estaba haciendo sus actividades diarias.

Antes de levantar a Albert decidió ir a dar un paseo por el portal de las rosas de Anthony, no había ningún capullo todavía, sólo estaban las hojas verdes que empezaron a salir después de aquel terrible frío, las rosas saldrían en Mayo, en su cumpleaños.

Anthony, mira tus rosas, florecerán en Mayo, y serán las más bonitas, siempre lo fueron, gracias a tus cuidados y tu delicadeza con ellas, aunque tu no estés, ellas saben que tu las cuidas desde donde estés.

-¿Que no deberías cuidar a tu paciente?. Interrumpió una voz desagradable, esa voz que reconocería a kilómetros, ayer la pudimos evadir del todo, pero esto seria un sufrimiento.
-Ah si Eliza, ahora voy. Dijo Candy con una sonrisa en el rostro, no se le podía ver mas feliz, los maltratos, insultos y los reproches de Eliza y Neill no impedirán que este mas que contenta.

Candy corría hasta la habitación de Albert, para ir a levantarlo e ayudarlo con cualquier cosa. Ya era un poco tarde.
Para su sorpresa la habitación de Albert estaba abierta, y no se resistió a entrar a ver, Albert no se encontraba en su cama y tampoco en los espacios de su enorme habitación.

-¡Albert!. Grita Candy por toda la habitación.
-Candy, estoy aquí.

Candy escucha que la voz proviene del baño, y solo se sienta en unos de los pequeños sillones que se encuentra en la habitación. El joven buen mozo salió del baño, luciendo muy bien.

-Que bien te ves Albert, has podido hacerlo tu sólo.
-Si Candy, tengo que adaptarme por este par de meses que estaré así.
-¿Que quieres hacer el día de hoy?
-Nose, yo creo que desayunaremos.
-¿Estaran Eliza y Neill?.
-Si.
-Que mala suerte tengo.
-Tranquila pequeña todo estará bien. Vámonos mejor.

Bajar las escaleras era lo peor del todo recorrido hacia el comedor, Candy tuvo que pedir ayuda a dos de los empleados para poder bajarlo. Cuando por fin estuvieron abajo tomaron rumbo al comedor, por suerte no entrarían solos, a lo lejos se miraba la figura de un joven acercarse.

-Buenos días. Dijo Archie un tanto molesto.
-Buenos días. Dijeron Candy y Albert.
-Pero que cara Archie, ¿Que te paso?. Preguntó Candy.
-Nose, amanecí de malas, pensando que tengo que soportar a ese par que esta adentro. Dijo Archie señalando el comedor.
-Tu también Archie. Dijo Albert -¿Que acaso nadie los quiere?
-Creeme Albert, nadie quiere a  dos alimañas que se la han pasado molestando siempre. Replico Archie.
-Sera momento de soportar otro poco. Dijo Albert.

Hasta que Candy se decidió por abrir esa puerta, en el comedor se encontraba, la tía Abuela  con una cara de muy pocos amigos, Eliza y Neill estaban sentados a la par con sonrisas maliciosas, y Annie se encontraba frente a ellos con su mirada perdida sobre la mesa. Se podía notar que había un silencio incómodo antes de la llegada de Albert, Archie y Candy.

-Esto es indignante, hacernos esperar para poder desayunar. Fue lo primero que se escucho en aquel sombrío silencio.
-Fue mi culpa tía Elroy, fui un poco tarde a la habitación de Albert. Explico Candy. -No volverá a suceder.
-¿Y tu Archieball que excusa tienes?. Preguntó la tía Erloy.
-Lo siento tía Erloy.
-Aprendan a Annie, ella si cumple en su puntualidad. Comento Eliza.
-Bueno dejemos esta discusión, y tomen asiento que vamos a desayunar  en paz. Replico la tía Erloy

Solo se escuchaba los toques de la cucharas al entrar en contacto con la porcelana de los platos, los tragos que cualquiera le daba al jugó y así fue hasta que acabaron. La tia Erloy se levanto de la mesa y tomo camino a su habitación, Annie y Archie se dirigieron a un pequeño cuarto donde había un piano, Candy y Albert decidieron irse antes que Eliza y Neill digieran algún comentario ofensivo.

-Creó que lo primero seria dejar mal a Candy delante de la tía Erloy. Dijo Eliza
-  Y ¿Como haremos eso?
-Simple, tendríamos que hacerle algo a su querido Albert, pero sin dejar en claro que fuimos nosotros.
-¿Sera sencillo?. Pregunto Neill. - Y si nos descubren.
-Eso no pasara, por eso nosotros solo vamos a planear y ella se encargara de hacer todo lo demás.
-Pero, precisamente ¿Que le vamos a hacer Albert?
-Todavía no lo se. Eliza se levantó y se retiro del comedor atrás de ella se fue Neill también.

El día se fue consumiendo poco a poco, casi no hubo nada de novedoso, Candy y Albert se la pasaron todo el día arreglando papeles, Eliza y Neill fueron al pueblo con la tía Erloy les hacia bien un paseo, Annie y Archie salieron a cabalgar aunque Annie siempre le tuvo miedo a los caballos con Archie se sentía segura, todos decidieron comer por separado ya que tenían diferentes horarios con las actividades que realizaban, ninguno tuvo la suerte de toparse con Eliza y Neill así que todo marchaba bien.
El sol empezaba a ocultarse, a lo lejos del camino se miraba el coche de los Andrew, por el otro lado dos caballos se acercaban a los establos, dentro de la mansión se miraba que había una difícil jugada de Pocker.

-Tengo una flor corrida. Dijo Candy.
-Eres buena Candy, pero soy muy bueno con el pocker, tengo Full de Aces. Dijo Albert mostrando sus cartas. -¡Gane otra vez!.

Se escuchó la puerta y los dos voltearon a ver, al parecer todos entraron al mismo tiempo.

-¿Como les fue?. Preguntó Albert.
-El pueblo sigue igual, no a cambiado nada. Dijo la tía Erloy.
-Y no hay ningún vestido bonito en el pueblo. Replico Eliza poniéndose de brazos cruzados.
-Ni con el vestido mas bonito te miraras linda Eliza. Dijo Archie con una pequeña risa.
-Mejor me voy, vamos Neill. Dijo Eliza retirándose de ahí.
-Cabalgar es hermoso, casi no lo hago por miedo, pero esta vez no sentí miedo. Dijo Annie.
-Annie, cabalgar es mágico, siempre fuiste una miedosa. Dijo Candy.
-Como me gustaría cabalgar. Dijo Albert.
-En esas condiciones, William claro que no puedes, ¿Que tal si te pasara algo? Ni lo pienses. Dijo la tía Erloy. - Me iré a mi cuarto estoy cansada.

Todos asintieron y se fueron a sus cuartos.
Candy paso al cuarto de Albert para que se duchara y se durmiera. Después de todo había sido un día con poco trabajo, no hicieron mas que revisar papeles, ordenarlos y firmar.
Candy fue a su habitación de ducho, quedo plasmada en su cama.

Escocia

-El barco partirá en media hora. Dijo la voz dulce.
-Me parece bien, iré a fuera a ver el mar. ¿Vienes?. Preguntó un joven de cabellera castaña.
-No Terry, gracias, me quedare aquí.

Terry salio tocando su armónica, se podía sentir la brisa del agua, el viento que movía su melena castaña, sus ojos brillaban con el resplandor de la luna.

En un barco conocí a Candy, estaba llorando, y ella me hizo reír con sus pecas.

El ultimo barco a América parte a las 10 de la noche, la gente aborda el barco, se despide de familiares, lloran, ríen, corren.
Ya era hora de empezar un nuevo camino.

~El Fin~ Candy Candy/COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora