2

1.7K 94 1
                                    

Kingston, una de las ciudades de New York, más identificado como un pueblo. Justamente donde Max había pasado sus primeros años de vida, donde había crecido, donde había aprendido todo lo que sabe, donde había ganado respeto, donde había tenido que aprender a vivir como un hombre, sin temerle a nada nunca.

Julie miró por el parabrisas mientras Max conducía su auténtico y clásico Ford mustang. Dos hombres altos saludaron a Max desde afuera, este levantó un brazo, saludándolos también.

- ¿Quieres que te diga la verdad? – le preguntó Max y detuvo el auto en seco justo delante de una pequeña casa cercada. – no quería traerte aquí. . .

- ¿Por qué? - Julie se desabrochó el cinturón.

- Este lugar no va a gustarte ¿sabes? Tú mereces estar en otra parte.

Los ojos de Max se apagaron, de una u otra manera ella le entendía. ¿Se avergonzaba de sus propios amigos? ¿De su propia ciudad? No tenía por qué, pues ella lo amaba así. Tal y como era, sin ningún secreto.

Se colocó como pudo sobre el cuerpo de Max, en el asiento piloto, él soltó una pequeña risa al darse cuenta de lo que hacía. La recibió sobre sus piernas mientras ella le rodeaba el cuello, le gustaba lo que hacía, tenerle así muy junto a él. Acarició sus caderas.

- Eres muy tonto- le dijo ella. Max frunció el ceño.

- ¿Por qué?

- Por todo lo que dices

- Pero si contigo no digo cosas estúpidas

- Acabas de decir una.

- ¿Cuál?

- Que me merezco algo mejor. – se inclinó para besarlo en los labios. Hasta el mismo Max le sorprendió que lo besara en ese momento. Pero si, le gustó.

-¿Crees que puede haber algo mejor que pasar tiempo contigo?

- ¿Conmigo? Bueno, eres muy afortunada amor, la verdad no hay nada mejor que pasar tiempo conmigo. – teniéndola tan cerca, aprovechó para besarle el cuello. – y eso lo podrás afirmar tú mejor que nadie. - Julie puso los ojos en blanco.

- ¿Entonces?

- Es que aquí hay muchas personas que me conocen, yo crecí aquí y no todos tienen una muy buena imagen mía.

- Yo tampoco. – bromeó ella.

- Contigo es diferente.

- ¿Ah si?

- Si, yo. . . bueno ya sabes

- ¿Qué? – lo animó ella.

- Jamás te haría daño. – la miró a los ojos, era algo que ella debía entender, que debía tener claro, que nunca debería dudar.

– Jamás

La besó en los labios, esta vez más profundo y más intenso. Necesitaba sentir su amor en medio de un beso, de esos que él solía darle, y ella solía continuar. De esos que le hacían transportarse; sintió su húmeda lengua entre su boca, eso le gustaba. La apretó más contra él, con ganas de ella a toda hora, era más que un simple gusto, la quería, la amaba demasiado, tanto que él mismo no se lo podía creer.

Alguien tocó la ventanilla de Max fuera del auto.

?

SECRETOSWhere stories live. Discover now